MATÍAS CASTRO

Entiendo que un hijo le cambia la vida a cualquiera. No los tengo pero me queda claro que así ocurre. Pero no creo que eso justifique que haya que escudarse en los hijos para defenderse ante los rumores de la prensa, como hizo Wanda Nara esta semana. Voy al grano: luego de que circuló la versión de que se iba a divorciar de Maxi López por su infidelidad y de que el asunto se desmintió, Wanda dijo "Tengo dos bebés y estoy embarazada. Creo que un mínimo respeto, solo una llamada, un mensaje, ¿de dónde sostienen una tapa con semejante titulo?".

Si tomamos la frase aislada, le daremos la razón a Wanda. Después de todo se trata de una madre de familia que ahora mismo está lejos del enredado y salvaje mundo del espectáculo argentino en el que hizo carrera. Si pensamos en su contexto histórico, la frase no es del todo justa.

Hay que tener en cuenta quién es Wanda Nara y qué hizo para llegar al sitio en el que está. Recordemos que es la chica que a los diecisiete años dijo que había sido amante de Maradona, a los dieciocho dijo que era virgen y al mismo tiempo mostró sus deslumbrantes siliconas por cuanta revista había y que a los veinte o veintiuno lloró porque un video porno casero que filmó un "novio" suyo circuló por todos lados. Cada uno de esos momentos, salvo el del video, fueron movimientos armados por ella para ganar un espacio propio en el mundo de las vedettes. Si reducimos todo a su expresión más sencilla, veremos que básicamente se dedicó a llamar la atención durante un buen tiempo hasta que un día se casó con Maxi López y le dijo a todo el Río de la Plata que se había convertido en una señora de su casa y madre de familia.

Como queda claro, su intento de cambiar de imagen no impidió que vuelva a haber una polémica a su alrededor. El problema aquí es que Wanda Nara tampoco hizo nada para mostrar que es alguien distinto a lo que era hace unos años. Una boda y tres hijos no lograron gran cosa, como se ve.