GUILLERMO ZAPIOLA
Mañana cumple cien años el cineasta en actividad más veterano del mundo: el portugués Manoel de Oliveira. Su sola longevidad sería un milagro, pero la calidad de una parte de su cine (que merece ser mejor conocido) llama también la atención.
Manoel de Oliveira (de quien hoy comienza en Sala Cinemateca una retrospectiva organizada con la colaboración de la Embajada de Portugal y el Instituto Camoens) nació el 12 de diciembre de 1908 en Oporto, Portugal, y va a festejar su centenario haciendo lo que más le gusta: continuar rodando una película.
"Dejar de trabajar es morir. Si me quitan la cámara, me muero", declaró recientemente el realizador, que está filmando en Lisboa Singularidades de uma rapariga loura (Singularidades de una chica rubia), adaptación de un cuento del escritor portugués del siglo XIX Eca de Queiroz. La historia es la de un joven (interpretado por Ricardo Trepa, nieto del cineasta) que le cuenta a una desconocida en un tren su pasión por una joven rubia. De Oliveira ha decidido celebrar sus cien años filmando algunas escenas de la película.
"Singularidades de uma rapariga loura se basa en la idea de contarle a un desconocido cosas que no se le cuentan a un amigo ni a la esposa", explicó el director el pasado fin de semana en una rueda de prensa, donde también afirmó que solamente descansa cuando filma. De Oliveira ha rodado cerca de cincuenta largometrajes, casi la mitad de ellos en los últimos veinte años (es decir, después de haber cumplido los ochenta). Al parecer, en las últimas dos décadas ha descansado más que nunca. Con respecto a su longevidad y su buena salud, afirma que no hay ningún secreto: "Es un capricho de la naturaleza, que decide y rige todo esto. Debemos respetarla".
Sus compañeros de equipo elogian empero la energía y la capacidad de trabajo del realizador. La actriz Catarina Wallenstein, de 22 años, protagonista de Singularidades de uma rapariga loura, ha afirmado que De Oliveira sabe muy bien lo que quiere, pero que también improvisa mucho sobre la marcha, a medida que le surgen ideas nuevas.
APUROS. De Oliveira está filmando de prisa, pero no por temor a que la muerte le impida terminar su película. Simplemente, quiere que esté lista para el festival de Berlín, a comienzos de febrero de 2009, y ya está pensado en la siguiente, O estranho caso de Angélica (El extraño caso de Angélica), que le gustaría presentar en mayo de 2009 en el Festival de Cannes. "Lo que no voy a tener es tiempo para hacer otra película más para tenerla lista para el festival de Venecia", se lamenta en broma. El hombre es realmente increíble, y parece haber estado vinculado al cine desde siempre.
Nacido en el seno de una familia de holgada posición económica, estudió con los jesuitas e hizo su primera aparición en la pantalla como actor durante el período mudo, en una película de Rino Lupo, realizador italiano que forma parte de la historia del cine portugués de los años veinte.
Continuó actuando luego de haber empezado a dirigir, y llegó a encarnar un papel relevante en la primera película sonora rodada en Portugal, A cancao de Lisboa, de Cottinelli Telmo. En 1931 dirigió su primer corto, Douro, faina fluvial, un documental en el que se detectaron influencias de Robert Flaherty, el cine soviético y las vanguardias europeas que describía una jornada de trabajo de los pescadores de las riberas del río Duero. En los años siguientes realizó otros documentales (Já se fabricam automóveis en Portugal y Miramar, praia de rosas, ambos de 1938).
Luego vendrían sus ficciones, caracterizadas por una fuerte carga literaria y una casi constante reflexión acerca de la naturaleza del arte, el espectáculo y la esencia del ser humano. En 1942 dirigió Aniki Bobó, interpretado por una pandilla de chicos de las calles de Oporto y descrito como un film "directo, simple, vivo", que se adelantó al neorrealismo italiano.
Desde mediados de la década de 1960 y a partir de los festivales franceses e italianos llegó su consagración internacional. A partir de O passado e o presente (1971) su filmografía comenzó a acumular galardones y su prestigio se acrecentó con cada uno de sus títulos: Amor de perdicao (1978), Francisca (1981), Los caníbales (1988), La divina comedia (1991), El convento (1995), La carta (1999), Palabra y utopía (2000), Porto da minha infância (2001) y algunos títulos más.
ESTILO. El cine de Oliveira convierte al espectador en engranaje fundamental de la concepción de sus historias, lo hace partícipe de lo que desea contar, y lo provoca con estructuras narrativas sólo aparentemente redundantes. Es cierto que los personajes de sus films suelen hablar mucho, pero la cámara no cumple un papel pasivo.
De Oliveira establece con frecuencia un contrapunto entre la literatura de sus diálogos y la sugestión silenciosa de las imágenes. Su credo estético se resume en recientes declaraciones en las que ha reiterado su especial admiración por cuatro cineastas (Carl Theodor Dreyer, Orson Welles, John Ford y Charlie Chaplin). En su opinión, se trata de autores que tienen "visiones profundamente morales", y especialmente Ford y Chaplin respetan "la diferencia entre lo público y lo privado", algo que pocos cineastas actuales hacen.
El católico Oliveira confiesa también una cercanía secreta con el ateo Buñuel, quien "como yo, es ibérico, menos frío". Del gran cineasta español afirma que mostró como nadie el deseo, la perversión y la crueldad del hombre, los instintos más bajos y los más elevados "sin olvidar la moral". Por eso, explica Oliveira, Buñuel sentía desprecio por la burguesía. "He reflexionado mucho sobre Buñuel", asegura el maestro portugués. "Mostró la condición humana en todas sus caras de la forma más elegante, sutil e irónica que se pueda concebir. Afirmaba que no creía en Dios porque sentía horror ante la crueldad humana. No entendía que un buen Dios pudiera permitir tanta crueldad, pero, aunque se declaraba ateo, creía en el misterio de la vida, en el misterio del ser humano, y quizá en el misterio de Dios".
Films que se verán en sala Cinemateca
VALLE ABRAHAM. Francia/Portugal/Suiza 1993. Una Bovary moderna, casada sin amor que se busca un amante, mientras el film establece un contrapunto entre el paisaje y el drama interior (hoy).
LA CARTA. Portugal/España/Francia 1999. Una historia de amor y de época, literaria, refinada y elegante, acaso un poco demasiado intelectual (viernes 12).
PALABRA Y UTOPÍA. Portugal /Brasil/España/Francia/Italia 2000. Evocación de la figura del padre Antonio Vieira, sacerdote que en el Brasil del siglo XVII combatió la esclavitud y a la Inquisición (sábado 13).
VOY PARA CASA. Portugal/Francia 2001. La vida de un veterano actor se sacude cuando varios familiares mueren en un accidente de tránsito. Un sutil estudio de caracteres (domingo 14).
VIAJE AL PRINCIPIO DEL MUNDO. Portugal 1997. Viejo cineasta portugués acompaña a su actor en el retorno a la tierra natal de sus padres. El adiós del gran Marcello Mastroianni (lunes 15).
PARTY. Portugal/Francia 1996. Una sarcástica mirada a las relaciones de pareja. Amores, celos, engaños, en comedia muy intelectual (martes 16).
NO, O LA VANA GLORIA DE MANDAR. Portugal 1990. Evocación de varias guerras coloniales portuguesas, en una clave poética que alude en clave a la Revolución de los Claveles (jueves 18).