REPASO

50 años de "The Dark Side of the Moon": ¿por qué el álbum de Pink Floyd es una obra maestra del rock?

El 1° de marzo se cumple medio siglo de la salida de "The Dark Side of the Moon", uno de los álbumes más vendidos y celebrados de la historia del rock

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Pink Floyd
Pink Floyd.
Foto: Archivo.

Por Rodrigo Guerra
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Es una obra maestra del siglo XX. The Dark Side of the Moon, que hoy celebra 50 años, le aseguró la inmortalidad a los miembros de Pink Floyd. Así cambien las modas, ese álbum teatral, experimental y tan visual va a seguir inspirando crónicas, análisis y discusiones trasnochadas sobre su significado. Y no es una sorpresa: la música es tan atemporal como la temática que lo inspira.

El vértigo ante el paso del tiempo y el miedo a la muerte. El temor a la locura y el lado más agresivo de la codicia. Todo eso que inquieta al ser humano hace milenios, alimenta a este clásico del rock progresivo.

Inspirado en el estilo directo y visceral de John Lennon / Plastic Ono Band (1970), el disco debut del exbeatle, Roger Waters propuso un cambio en el camino de su grupo. Pink Floyd se despojó de las ataduras psicodélicas, y por momentos excesivas, de trabajos como Ummagumma (1969), Atom Heart Mother (1970) y Meddle (1971), y prefirió apostar por un lenguaje profundo y repleto de imágenes.

“Esa siempre fue mi gran pelea”, aseguró el bajista en el libro Comfortably Numb: The Inside Story of Pink Floyd, de Mark Blake. “Para intentarlo y lograrlo tuve que patear y gritar en contra de las fronteras y de los caprichos de Syd (Barrett, el líder original de la banda) para escribir letras que fueran más políticas y filosóficas”.

La semilla de The Dark Side of the Moon está, justamente, en la dolorosa salida de Barrett del grupo en 1968. “Hay una inspiración de Syd en todo esto”, le dijo Waters a Rolling Stone en 2013. “Él había sido la fuerza creativa de nuestros primeros días, por lo que haber visto cómo sucumbía frente a la esquizofrenia fue un golpe enorme. Cuando ves que eso le pasa a alguien que conocés de toda la vida, te hace pensar en lo efímeras que pueden ser las capacidades de uno”.

Así surgió “Brain Damage”, una de las piezas claves del disco, que aborda la lenta y desesperante entrada a la esquizofrenia. “Los lunáticos están en mi salón (...) Los lunáticos están en mi cabeza”, dice la letra, que luego tiende un puente a la empatía: “Gritás y nadie parece escucharte, / Y si la banda en la que estás, empieza a tocar diferentes canciones, / Te veré en el lado oscuro de la luna”.

Tal como lo habían hecho en 1969 con la gira titulada The Man and The Journey, que relataba la vida de un hombre a través de un repetorio de canciones conectadas, Waters propuso hacer algo similar para The Dark Side of the Moon. “Roger quería que, en vez de las dos canciones que ya teníamos terminadas, podíamos trabajar en una idea que se extienda en todo el disco”, le dijo David Gilmour a Rolling Stone en 2003.

Con el latido de un corazón, diálogos y efectos sonoros que ejercen de transiciones, los temas funcionan como varios capítulos de una novela. El grito de una mujer en una sala de partos (“Speak to Me”) se entrelaza con “Breathe”, de aires relajados gracias al ritmo lento de la batería de Dave Mason y a la guitarra slide de Gilmour. “Respirá, no tengas miedo de preocuparte”, canta el músico para conectar con el oyente. Sobre el final, presenta dos de las temáticas del disco:la muerte y el paso del tiempo.

Hay mucho de eso en “On the Run”, una pieza instrumental que no necesita mucho más que el sonido de un helicóptero y pulsos electrónicos para sugerir el ritmo vertiginoso de la rutina. Luego, un montón de despertadores irrumpen en la mezcla para darle paso a “Time”, una de las piezas más importantes de Pink Floyd. “Sos joven y la vida es larga y tenés tiempo que perder, / Pero un día te das cuenta de que pasaron diez años (…) Tu respiración se vuelve más corta y estás un día más cerca de la muerte”, canta Gilmour.

Tras un solo histérico y lleno de impotencia, hay un breve regreso a la calma de “Breathe”. Pero no dura mucho, porque el clima desemboca en “The Great Gig In the Sky”. La cantante Clare Torry ofrece un inquietante canto agónico que se mueve entre el dolor y la calma. “Queríamos tener una cantante que gritara de una manera casi orgásmica”, recordó Gilmour. Todo tiene un sentido: al inicio se escucha una voz que dice “¿Por qué le tendría miedo a la muerte? No hay motivos; todos nos tenemos que ir en algún momento”.

La cara B del vinilo se centra en todos los aspectos más oscuros del ser humano . La avaricia protagoniza “Money”, la polarización y el aislamiento sobrevuela a “Us and Them” y la ya nombrada “Brian Damage” aborda la locura. El cierre, con “Eclipse”, sintetiza la temática principal. “El álbum usa el sol y la luna como símbolos, de lo bueno y de lo malo, y de la fuerza de la vida en oposición a la fuerza de la muerte”, explicó Waters años después.

“Es una declaración muy simple que dice que todas las cosas buenas que la vida puede ofrecer están ahí para que las captemos, pero que la influencia de alguna fuerza oscura en nuestra naturaleza nos impide aprovecharlas. ‘Eclipse’ dice que si al oyente le preocupa esa fuerza, a nosotros nos pasa exactamente lo mismo”.

Así, The Dark Side of The Moon, que concluye con el latido de “Speak To Me”, cierra con una mirada esperanzadora ante tanta preocupación. Y eso, junto a una colección de canciones imbatibles, es lo que lo vuelve un disco inmune al paso del tiempo.

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