Entrevista
Bjorn y Benny, los compositores de la banda, cuentan cómo se reunieron con Agnetha y Frida para "Voyage" que tiene 10 canciones nuevos y se continuará con shows con "Abbatares"
En la pequeña y tranquila isla de Skeppsholmen a pocos pasos de un paseo marítimo está el estudio de Benny Andersson. A principios de este mes, Andersson y Bjorn Ulvaeus hablaron, por primera vez desde los 80, sobre un nuevo álbum de su grupo,Abba, un disco que se hizo casi en secreto, con sus cuatro miembros originales reunidos cuatro décadas después de su última actuación.
“Nos tomamos un descanso en la primavera de 1982 y ahora hemos decidido que es el momento de ponerle fin”, dijo el grupo en septiembre. “La respuesta fue atronadora”, dijo Ulvaeus.”Estamos en la portada de todos los diarios del mundo”.
En un país conocido por producir grandes figuras del pop (Avicii, Max Martin, Robyn, Roxette) Abba aún es la más grande, e incluso tiene su propio museo permanente. Entre 1973 y 1981, el cuarteto —que incluye a las cantantes Agnetha Faltskog y Anni-Frid Lyngstad— publicó ocho álbumes de melodías, armonías y cuerdas meticulosamente elaboradas que generaron 20 éxitos en el Top 100 de Billboard y vendieron decenas de millones de discos.
Pero su impacto no solo se mide en cifras: Abba era conocido por asumir riesgos. A partir de mediados de la década de 1970, fue uno de los primeros grupos en realizar minipelículas promocionales -los videoclips de ahora- la mayoría de ellas dirigidas por Lasse Hallstrom. The Visitors, de 1981, es generalmente reconocido como el primer lanzamiento comercial en CD. En 1999, el musical Mamma Mia! combinó los éxitos del grupo con un argumento que no tenía nada que ver, lo que provocó productos similares y dos adaptaciones cinematográficas con Meryl Streep cantando “Dancing Queen”.
Ahora Abba arriesga su activo más valioso —su legado— no solo lanzando una nueva pieza a su catálogo, sino con un espectáculo que no presenta a ninguno de sus integrantes en carne y hueso. A partir de mayo, en un local londinense construido a medida, el grupo actuará como avatares muy sofisticados (¡Abbatares!) diseñados para replicar su aspecto de 1979, época de raros peinados y vestuario extravagante.
Andersson, de 74 años, y Ulvaeus, de 76, dijeron estar realmente sorprendidos, y, quizás, un poco aliviados, por la emoción con que se recibió el nuevo álbum, Voyage, con 10 canciones. Salió el viernes.
Sin embargo, es posible que intuyeran que una reunión despertaría interés. Desde su desaparición en 1982, Abba no paró. Superó, por ejemplo, la etiqueta de “europop cursi” que se le adjudicaba en su apogeo. “Conocimos al enemigo y son ellos”, escribía el crítico Robert Christgau en 1979. Hoy, Abba es respetado como usina de una sofisticada artesanía pop, y su popularidad trasciende generaciones y fronteras.
Y cada década, más o menos, algo reavivó el interés, empezando por el recopilatorio de 1992 Abba Gold, que sigue en las listas británicas a más de 1000 semanas.
Andersson y Ulvaeus podrían haberse limitado a sentarse sobre sus laureles porque su lugar en los libros de récords está asegurado. “¿Qué hay que demostrar?”, dijo Andersson. “Seguirán pasando ‘Dancing Queen’ el año que viene”.
Ulvaeus se rió. El dúo sigue complementándose de forma casi cómica: Andersson es un músico de músicos que va a su estudio casi todos los días (en un Toyota ultracompacto). Ulvaeus, el empresario de los dos, tiene varios proyectos con su empresa de producción y hostelería Pophouse Entertainment (y maneja un Tesla rojo).
Como no había presión para reunirse, no tenían un gran plan: simplemente ocurrió cuando los cuatro amigos se percataron de que aún disfrutaban de hacer música juntos.
Todo empezó hace unos cinco años, cuando Simon Fuller, el productor de American Idol y de las Spice Girls, propuso un espectáculo con reproducciones en 3D del grupo “cantando” las pistas vocales originales con una banda en vivo.
“Fue una elección fácil darles el poder de ser el primer grupo importante que realmente aprovecha las posibilidades del mundo virtual”, dijo Fuller. “La música de Abba atrae a todas las generaciones como nadie desde los Beatles”.
El proyecto también tenía ventajas prácticas para quienes no estaban dispuestas a someterse a los rigores de las giras.
“Lo que nos interesaba era la idea de poder darle eso al mundo, mientras estamos en casa cocinando o paseando al perro”, dijo Andersson.
El dúo viajó a Las Vegas para ver el holograma utilizado por el Cirque du Soleil en Michael Jackson ONE, y su conclusión fue que tendrían que hacerlo un millón de veces mejor. La empresa de efectos visuales Industrial Light & Magic, la de Star Wars, podía hacerlo.
Naturalmente, “las chicas”, como todos en el entorno de la banda llaman a Faltskog, de 71 años, y Lyngstad, de 75, tenían que estar, porque el proceso implicaría semanas de capturas de movimiento. “Dijeron: ‘De acuerdo, si eso es todo’”, recordó Andersson. “‘No queremos salir a la calle. No queremos hacer entrevistas’”. Por eso no participaron en este reportaje.
Andersson y Ulvaeus decidieron que los Abbatares debían tener material nuevo porque eso es lo que se lleva antes de una gira. En 2017, Faltskog, que vive en Estocolmo, y Lyngstad, que vive en Suiza, pusieron sus voces en la balada “I Still Have Faith in You” y en la canción disco “Don’t Shut Me Down”. Las dos, que llevan años fuera del mundo de la música, retomaron su trabajo justo donde lo dejaron.
El plan era hacer solo esos dos temas. “Dijimos: ‘¿No deberíamos escribir otras canciones, solo por diversión?’”, recordó Andersson. “Y las chicas dijeron: ‘Sí, será divertido’. Así que vinieron y fueron cinco canciones. Y dijimos: ‘¿Algunas más? ¿Un álbum?’”.
Hubo conversaciones sobre cómo encajar el nuevo album en una obra tan querida. “Parte de la pregunta era si esto perjudicaría de algún modo la historia de Abba, la música de Abba”, dijo Gorel Hanser, que lleva trabajando con ellos desde, antes incluso de que se llamara Abba. Andersson había abordado lo mismo cuando se le ocurrió la idea de Mamma Mia!. “¿Lo estamos haciendo bien? ¿Estamos destruyendo lo que tenemos?”, dijo. “Pero creo que se ha cuidado mucho. No dejamos nada sin hacer lo mejor posible”.
Las nuevas canciones presentan algunas de las letras más poéticamente agridulces de Ulvaeus, con referencias a la dificultad de las relaciones y la separación. “Yo mismo he pasado por eso”, dijo. “Es ficción, pero sabes exactamente cómo es”.
El vínculo de componer canciones de Andersson-Ulvaeus ha resistido los divorcios (Andersson estuvo casado con Lyngstad, Ulvaeus con Faltskog) y la presión provocada por el desprecio de la crítica. Desde que se conocieron en 1966 no han dejado de escribir juntos, y sus colaboraciones posteriores a Abba incluyen canciones para la banda de Andersson y los musicales Chess y Kristina from Duvemåla, una epopeya sobre los inmigrantes suecos del siglo XIX en Estados Unidos.
Las armonías de las “chicas” en Voyage llevan el sello inconfundible de Abba, aunque el registro sea un poco más bajo que antes. La edad no es la única causa de la diferencia: “Solíamos obligarlas a llegar lo más alto posible en la mayoría de las canciones porque eso da energía”, dice Andersson.
“Las instamos más que las obligamos”, intervino Ulvaeus.
En los últimos 40 años muchas cosas han cambiado en el pop, pero Voyage no intenta sonar a otra cosa que no sea Abba. “Si escuchas los nuevos discos, siempre son tan sofisticados”, dijo Andersson. “No hay nada que se mueva aparte del ritmo exacto. Yo no hago eso, yo lo hago a mano alzada”.
Hace cuatro décadas, este largo e improbable viaje era inimaginable. “Hay que entender lo imposible que parecía justo antes de Abba tener discos de éxito en Inglaterra y Estados Unidos”, dijo Ulvaeus sobre el panorama del pop antes de que internet lo globalizara. “No estaba dentro de lo posible”.
Sin embargo, Abba no solo rompió las barreras para los músicos de todo el mundo, sino que lo hizo con el pragmatismo de los artesanos, que es lo que sus miembros siguen siendo en el fondo.
“La cuestión es que siempre ha sido un trabajo cotidiano, incluso entonces”, dice Andersson. “Escribíamos las canciones, esperábamos que saliera algo bueno, íbamos al estudio, grabábamos esas canciones. Y luego escribíamos algunas más. Exactamente igual que ahora: solo se trata de intentar que salga algo bueno, y ver qué pasa”.