La primera vez que se dibujó un corazón negro en la cara fue en el jardín de infantes. Lo sostuvo durante mucho tiempo, a pesar de las tensiones de la infancia, de las miradas torcidas hacia sus looks extravagantes y de algunas medidas extremas de su madre que, en el afán de protegerla, trataba de ver su apariencia en forma de disfraces. Entonces, desde pequeña, Agustina Giovio supo esto: que si ella decía que era cantante o artista, bajo ese título podía ponerse lo que quisiera, decir lo que quisiera, actuar como quisiera. Después se despojaba de todo y entonces, de alguna forma, jugaba a ser normal.
En sus años de comedia musical, un estilo que la llevó a estudiar a Nueva York y que la forjó como actriz, cantante e intérprete, el corazón se borró y quedó una cara lavada enmarcada en un pelo uniforme, sin colores ni claritos. Cuanto menos detalle hubiera, mejor: en ese mundo, los rostros debían ser lienzos en blanco, listos para transformarse en villanas o en princesas o lo que fuera necesario.
Un día Agus Giovio se cansó de ocultar su personalidad, y se lanzó como solista. Tres años después estrenó su disco debut, Generación de cristal, y este jueves lo presenta con entradas agotadas en Magnolio Sala.
"Me tomó muy por sorpresa", dice del sold out que se aseguró 12 días antes del show. "Hasta mis tíos se quedaron afuera, pero por una buena razón. Están muy contentos. Pero no podemos creer que nuestra preocupación fuera vender, vender, vender, y que ahora el problema sea que tenemos mucha gente".
De 24 años, Giovio es una de las artistas uruguayas jóvenes que más posicionamiento ha conseguido en las redes sociales. Probó su talento en programas como Got Talent o el argentino Canta conmigo ahora, tuvo participaciones en series como El presidente (Prime Video), y hoy trabaja en el canal de streaming Aweno TV.
Podría tener muchas caras, pero si tiene que definirse, no hay dudas: es cantante, dice, pero primero compositora. Y en este momento lo que más le importa es el contenido. No le angustia desafinar en una nota, le angustia no tener nada para decir. O peor, que nadie pueda escucharla.
Por eso Generación de cristal, un disco de pop rock que toma influencias del mundo urbano y del rock de los años 2000 (de Blink 182 a Avril Lavigne), toma un concepto despectivo que está ligado a los nacidos de 1996 en adelante, y lo revierte para defender la fragilidad, sí, pero también para hacerse cargo de las carencias.
"Lo que más quería de este disco es que tuviera identidad. No me importaba que fuese comercial, no me importaba que no fuera lo que la gente suele escuchar. Tampoco me importaba mucho que se respete un género. Pero lo que sí quería es que tenga mi identidad, que vos lo escuches y digas: esta es Agustina Giovio. Que la gente entienda por dónde va mi cabeza. Quería eso, un disco para conocer cómo pienso. No me importaba tanto hacer tremendas notas ni tremendos piques o cosas vocales, me importaba transmitir y dar una voz a la gente que por ahí está la misma que yo", dijo en charla con El País, enfundada en un gorro de Social Distortion y a punto de ir a ver una prueba de luces de cara a su show más importante.
Giovio, que ha abierto recitales multitudinarios de María Becerra, Wos, Flor Bertotti, Aitana y Tan Biónica entre varios otros, pero que si cierra los ojos se va a una noche en la que tocaba Cazzu en Montevideo Music Box y ella vio al público y supo que eso era todo lo que quería conquistar, no descuida ningún detalle. Se encargó de contar la cantidad de alargues que necesitaba para este recital. Salió a pegar sus propios afiches por la ciudad. Dirigió sus videos, definió sus vestuarios. Estudió producción. Hasta atendió como sonidista cuando el puesto quedó vacante en un ensayo.
"Siempre tuve un perfeccionismo obsesivo; mi hermana, que es astróloga, te diría que es 'muy Virgo'. He ido a terapia por esto, porque me envicio y no salgo y he estado días sin dormir en el estudio. ¡Me han mandado a bañar para que salga!", confiesa y estalla en una risa. Después, la niña del corazón pintado, la que se moldeó viendo Hi Hi Puffy AmiYumi Show y tuvo una experiencia religiosa en un recital de Cruzando el Charco en el que creyó que esto, hacer música, era posible, se pone seria y dice: "Es que es tanto el deseo de vivir de esto que siento que si no lo doy todo, no va a pasar. No veo otra que estar en todos los terrenos si quiero triunfar".
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