Ara Malikian vuelve a Montevideo con uno de los espectáculos más significativos de su carrera. Se titula Intruso y el concepto se inspira en un sentimiento que definió gran parte de su vida. “En el Líbano no era considerado lo suficientemente libanés por ser de origen armenio, y los armenios no lo veían como uno de los suyos porque había nacido en el Líbano. Cuando se estableció en Europa, tampoco era considerado europeo porque no había nacido allí”, explicó el violinista en un comunicado de prensa.
Ese sentimiento no solo definía su vida como migrante; también se extendía a su obra. La extensa discografía de Malikian, que tiene 55 años y reside en España desde hace décadas, está atravesada por una búsqueda ecléctica que lo hacía sentir un intruso ante los ojos del público conservador. En su trabajo hay álbumes dedicados a conciertos emblemáticos de Bach, Vivaldi y Khachaturian, pero también tiene unos cuantos dedicados al flamenco.
El disco doble Royal Garage, de 2019, es el ejemplo más claro de lo indefinible de su obra. Tiene colaboraciones con artistas como Andrés Calamaro, Pablo Milanés, Bunbury y Serj Tankian (cantante de System of a Down), incluye un movimiento de un concierto de Bach y hasta una enérgica y atrapante pieza experimental titulada “Alien’s Office”.
Para esa altura, Malikian ya había aprendido una de las lecciones más importantes de su vida: la condición de “Intruso” le hizo entender que el mundo entero podía ser su hogar y que podía inspirarse en cualquier estilo musical y sentirlo propio. Sobre ese concepto le dio forma a un doble proyecto: un disco del que ya lanzó varios adelantos, y una gira que pasará este domingo a las 20.30 por el Auditorio Nacional Adela Reta. Según le adelanta a El País desde España, el repertorio será una celebración de su multiculturalidad e incluirá clásicos de Jimi Hendrix, Paco de Lucía, Niccolò Paganini y Astor Piazzolla que dialogarán con varias de composiciones de toda su carrera.
Las entradas para el concierto están a la venta en Tickantel, y los precios van de 1800 a 3400 pesos; hay 2x1 para socios de Club El País. “Estoy muy emocionado por volver, porque cada vez que estuve en Montevideo sentí una energía maravillosa que me hizo sentir muy a gusto”, destaca. “Es maravilloso reencontrarme con el público y amigos, y caminar por las calles. Además, soy un gran bebedor de mate”, suma, entre risas.
Si bien aclara que este será un concierto instrumental, quienes quieran prepararse para el espectáculo de Malikian pueden escuchar los tres primeros adelantos de Intruso, el álbum que sucederá a Ara (2021). Todos tienen invitados y ofrecer una buena muestra de las capacidades musicales del artista: “Tango del Emigrante” cuenta con la participación de Diego Torres, “Dicen que llora” está protagonizada por Elena Medina y en la flamante “Lo que dicen tus ojos” brilla Niño de Elche, el cantante que que grabó “Tú me dejaste de querer” y “Un veneno” en El Madrileño de C. Tangana.
“Soy muy fan de Niño de Elche porque él es un intruso como yo”, asegura. “Él ha tenido la valentía de cambiar el mundo del flamenco, que es muy conservador y tradicional. Me siento muy afortunado de haber grabado con él; es un tema precioso”, dice, sin exagerar.
En la previa de su concierto de este domingo, va un fragmento del diálogo de Malikian con El País.
—¿Cómo recordás el proceso emocional que decantó en el concepto de Intruso?
—Fue una cuestión de superviviencia. Yo dejé mi país, el Líbano, cuando tenía 14 o 15 años para irme a Alemania. Y aunque ahí me aceptaron de maravilla, yo me sentía muy desplazado porque era un adolescente que no sabía cómo comportarse ni cómo ganarse la vida. Esa experiencia, que me hizo sentir como un intruso, me obligó a aprender todo muy velozmente. Para ganarme la vida trabajé en todo tipo de situaciones: toqué en bares, restaurantes, bodas, funerales y orquestas de todo tipo. Al principio lo veía como una forma de sobrevivir, pero luego me di cuenta de que me verdadera academia había sido esa, y que era casi más importante para mí que la disciplina que me habían enseñado en los conservatorios.
—En ese sentido, el trabajo con otros artistas ha sido fundamental para desarrollar tu estilo. ¿Qué importancia le das al encuentro con el otro?
—Uno siempre aprende del que tiene al lado. A mí nunca me ha atraído la gente famosa o demasiado reconocida; quienes mas me han inspirado son aquellas personas con las que tenía una amistad. A lo largo de mi vida he tenido la suerte de tener encuentros con muchos músicos excepcionales, en especial los guitarristas de flamenco. Uno de ellos es el argentino Fernando Egozcue, con quien grabé varios discos. Aprendí muchísimo de él.
—Royal Garage es el disco que mejor refleja tu interés por la fusión de estilos. En “Falafel”, por ejemplo, el ritmo del reggaetón se entrelaza con una melodía que toma elementos del tango y la música libanesa. ¿Cuál es el punto de partida de este tipo de intercambios?
—He llegado a un punto en mi camino en el que directamente no busco la fusión, simplemente me dejo llevar por las ideas. Últimamente compongo mucho y no controlo lo que hago: a veces empiezo con un estilo y en el medio pasa algo diferente. La música que hago no tiene estilo; yo no pretendo ser músico de jazz o clásico. Simplemente he robado todo lo que me ha gustado y lo he hecho mío (Se ríe). Al respecto de Royal Garage, no teníamos previsto grabar hacer un doble disco, pero empezamos a grabar un montón de cosas y no podíamos parar. He tenido la suerte de tener a artistas completamente diferentes, como Serj Tankian, Andrés Calamaro y Kase.O, que fueron muy inspiradores para mí.
—Y si bien la fusión es una constante, ¿qué elementos de su personalidad musical son inamovibles a pesar de que busques un sonido sin estilo?
—Creo que, al fin y al cabo, lo más importante es la personalidad de un artista. Yo no quiero tocar tango como los grandes tangueros porque ya existen y yo jamás seré uno de ellos. Lo más importante para mí es sentir que estoy aportando algo nuevo; si eso no sucede, no tendría sentido. Es algo que hoy pasa mucho con la música clásica: ya se grabaron 500 interpretaciones de los conciertos de Tchaikovsky y prácticamente todas son iguales. Lo que sucede es que el mundo de la música clásica es tan cerrado y solemne que se hace difícil salir del protocolo. Sin embargo, hacerlo es necesario para no ser uno más entre 500 músicos. Sé que eso puede ser visto como una profanación, tanto en la música clásica como el flamenco, pero para que el arte y la cultura avancen se necesita a “intrusos” que se atrevan a experimentar y a equivocarse. Es la forma de evolucionar.