"Estamos promocionando un show que, en realidad, no sabemos cómo va a ser”, admite Alejandro Balbis al inicio de esta entrevista con El País. “Sí tenemos una idea general, pero después hay que volverla realidad y ponerla en el escenario. Todo eso en dos meses”, suma con una sonrisa. El músico, reciente ganador del Concurso de Carnaval en la categoría de murgas, se refiere al concierto que ofrecerá el jueves 1º de agosto en el Auditorio Nacional del Sodre.
Lo que sí tiene claro es que el espectáculo va a ser un acontecimiento en su carrera. “Hace 10 años que mi nombre no convoca en el Auditorio”, dice en referencia a aquella presentación de mayo de 2014 que tuvo a Gustavo Cordera, El Alemán, Carlos Malo y Lucas Bueno como invitados y que quedó registrada en el CD y DVD Sin remitente en vivo. “Es tan preciosa la sala y es tan pulcra, que sé que va a ser una noche emocionante”, añade. “Lo sé”.
Hay otras cosas de las que Balbis está seguro: sabe que no van a faltar los clásicos “Gran Pez” y “Canción con vos”, que el coro murguero tendrá presencia obligatoria y que estará acompañado por invitados. Pero lo más importante va por otro lado. El 1º de agosto va a mostrar el proyecto de milongas que tantas veces postergó. “Estamos en una coincidencia temporal bastante particular porque la promoción del show coincide con la producción de las nuevas canciones, que empecé a grabar hace unas semanas, y estoy viendo cómo llevarlas al escenario”.
En 2022 le había contado a El País que grabar un disco dedicado al género era un debe en su carrera —“lo empecé tres o cuatro veces, pero después llegó la pandemia”, lamentó—, e incluso en su discografía se pueden hallar algunos adelantos. El Gran Pez (2009), su debut solista, tenía “De la existencia”, grabada con León Gieco; y “Ansiedad”, que cuenta con el aporte del bajista Daniel Maza. Más adelante, en Sin remitente (2013), repitió la experiencia con “Del Abuelo Ovidio”, que en sus recitales solía acompañar con una versión de “De no olvidar”, de Zitarrosa.
El compromiso y la hondura con la que Balbis interpreta todas esas canciones reflejan su vínculo emocional con el género criollo. “Una vez, estando de gira y viajando por la ruta en auto, el productor artístico de este proyecto, Nahuel Bentancour, me vio escuchando música y me dijo: ‘Pocas veces te veo vibrar tanto como con este asunto, capaz no estaría mal ir por ahí’. En ese momento me decidí”, relata.
Cuando se le pregunta a qué lugar viaja cuando escucha un ensamble de guitarras milongueras, Balbis no duda. “A la casa de mi viejo”, responde de inmediato. “Pienso en el tocadiscos Punktal que era un mueble de cuatro patas, en el disco Canta Zitarrosa, pero también el resto de las cosas que escuchaba: Dorival Caymmi, Atahualpa Yupanqui, Édith Piaf y abundante música clásica. Todo eso está entreverado en mi cabeza y andá a saber qué cosa aflora al momento de la creación”.
Al respecto del ropaje musical de sus nuevas canciones, además de las guitarras, Balbis planea completarlas con violines, acordeón y percusión. Aunque, como ya aclaró, nada es definitivo.
Lo que sí tiene son letras y el esqueleto de las canciones. Surgieron en la casa de Maldonado donde vive hace años —“es una zona bastante rural que me ha conectado con bastantes cosas y me ha desconectado, gracias a Dios, de la ciudad”, relata— y atraviesan un arco variado. “Algunas son contemplativas, en el sentido de que alguien narra algo que observa”, explica. “Después hay toda una camada de letras más metafísicas o, si se quiere, más poéticas y herméticas en su conceptualidad, y otras que hablan del carnaval pero en clave milonguera”.
—¿Cómo funciona tu mente cuando estás en el proceso de grabar un nuevo disco? ¿Vivís pensando en algún arreglo o corrección en las letras?
—Y... uno nunca deja de trabajar. A veces estoy con la cabeza en la almohada y la mente empieza a dar vueltas; muchas veces me bajan cosas cuando me despierto en la mañana. Me pasó hace poco, que salí en carnaval con Emiliano Muñoz y “El Zurdo” Bessio en Nos Obligan a Salir, y durante todo el concurso me insistieron para que les hiciera una canción, porque habían quedado muy satisfechos con “Amor de escuela”, que les escribí hace tiempo. Y una mañana me levanté y me cayó la letra.
—Si bien no surgió una mañana, siempre me interesó la historia de “El Viejo”, de La Vela, que nació de una forma igual de inesperada. ¿Cómo fue?
—Venía de una clarinada del espectáculo de Falta y Resto del carnaval 2000, y ellos (La Vela) la reconvirtieron. Fue en una zapada en su sala de ensayos, y además de la gente de La Vela había varios muchachos de Bersuit, como Gustavo Cordera. Yo estaba con Pablo Milich y Felipe Castro y entre los tres hicimos esa clarinada, y generó cierto impacto. Enseguida, Gustavo sugirió que se le pusiera un ritmo más cercano al reggae, y quedó algo increíble. Supongo que el “Enano” (Sebastián Teysera) se quedó con eso girando en la cabeza, y de ahí hicieron la canción.
—¿Es verdad que en “Sea”, de Jorge Drexler, te encargás de todo el coro murguero?
—Sí. Se grabó en la casa de Juan Campodónico, y se dio a través de Julio Berta. Eso de grabar todas las voces está en mi disco Sin maquillaje y fue una decisión, justamente, de Julio. Pero es algo que hago hace 30 años y que me encanta. Empiezo con la voz del medio y luego construyo la armonía.
—La versión de “Amor profundo” que grabó Jaime Roos es distinta: ahí sos parte de una selección estelar de murguistas.
—¡Uh! Eso fue lindo porque, en realidad, yo no pude ir al estudio el día que se grabó la canción. Ya estaba resignado por haber perdido una oportunidad semejante, pero un día me suena el teléfono y cuando atiendo era Jaime. “Balbis, te guardé una pista. ¿Cuándo podés venir?”, me dijo. “Salgo en cinco minutos”, le respondí. Me grabó a mí solo en Sondor. Fue inolvidable.
La vuelta al carnaval con Nos Obligan a Salir
La última vez que Balbis había salido en carnaval fue en 2019, cuando estuvo en Doña Bastarda. Este año volvió a las tablas de la mano de Nos Obligan a Salir, el conjunto que recibió el primer premio en el Concurso Oficial. “Fue una cosa muy dulce y muy suave porque el grupo estuvo dirigido por Martín Angiolini, que trabaja muy bien porque sabe lo que quiere pero te lleva a ese lugar con caricias. Eso, junto a salir con Emiliano y El Zurdo, que nos conocemos hace casi 40 años, hizo que todo fuera más fácil, porque el concurso tiene sus asperezas y su competitividad”, cuenta.
“Al principio me costó bastante desde el punto de vista físico porque después de los 50 es difícil hacer cinco tablados por noche. Para estar bien cada día tenía que estar tranquilazo hasta las 18.00, sin hablar y escuchando radio. Era la única forma”.