NUEVA GENERACIÓN

Balta, Nomusa & AVR: quiénes son y qué piensan las nuevas caras y voces de la música afrouruguaya

Son tres jóvenes solistas que integran la nueva escena, cada vez más rica y diversa, de la música negra nacional, y de a poco empiezan a expandirla a la región.

Compartir esta noticia
Facundo Balta, Camila Cardozo (Nomusa) y Álvaro Silva (AVR)
Facundo Balta, Camila Cardozo (Nomusa) y Álvaro Silva (AVR).

*Por Manuella Sampaio

Con Ruben Rada como su mayor exponente, con el Candombe como una tradición que ha cruzado fronteras y que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y con pioneros como Pedro Ferreira o Lágrima Ríos en la base, la música afrouruguaya atraviesa hoy un fuerte momento de renovación.

Una camada de jóvenes artistas continúan una tradición de combinar el Candombe con distintos géneros de raíz afro como el Funk, el Soul o el Rhythm and Blues pero también con estilos como el Rap, la Electrónica, el Pop.

Esa búsqueda artística, sumada al alcance masivo que brindan las redes sociales y a una apertura de oídos que también puede tener que ver con el cambio generacional, rompen las trabas que sus antecesores enfrentaron en el camino de demostrar su talento y poder difundir sus proyectos.

Algo de eso se desprende de los testimonios de Facundo Balta, Camila Cardozo alias Nomusa y AVR, el rapero nacido Álvaro Silva. Son tres de los solistas que integran la nueva escena de la música negra nacional, y que de a poco empiezan a expandirla a la región. Son tres de los más jóvenes y vanguardistas de una lista cada vez más rica y diversa, que tiene tanto al colectivo de rap Se Armó Kokoa como al cantante tropical Américo Young, tanto de Julieta Rada como de Darío Píriz y Eduardo da Luz.

Balta, quien a los 19 lanzó su primer disco, emplea las referencias heredadas de familia en su mezcla de Candombe, Bossa Nova, Jazz y Soul. Con Nomusa, Camila emprende un proyecto musical situado en el Afropop y la música Electrónica. AVR, apuesta a un “Rap Consciencia”, este que trata de, entre otras cosas, transmitir un mensaje de reflexión y que, en su caso, está cargado de ancestralidad.

Del Carnaval de las Promesas al Antel Arena

Facundo Balta tiene 22 años y tres discos. Creció en un entorno candombero (sus padres son los músicos Gustavo Balta y Charo Martínez, a quien le dedicó “Lágrima”, en su último disco Cuando Me Mires) y de allí absorbió desde niño todo el swing y el conocimiento de percusión. Se mueve entre el Candombe, el Funk y el Soul, aunque también se siente influenciado por la música electrónica. “Me crié escuchando Stevie Wonder, Whitney Houston, Aretha Franklin, Caetano Veloso, Gilberto Gil, pero vivo en la época de Drake, The Weeknd, Skrillex, y me gusta unir a estos mundos”, cuenta.

Empezó a estudiar piano a los ocho, y luego trompeta y guitarra; fue autodidacta en tantos instrumentos que, dice, perdió la cuenta. Pasó por la Orquesta Juvenil del Sodre, hace poco estudió un semestre en el Conservatorio Sur y estudia una licenciatura en composición en la Escuela Universitaria de Música, aunque ahora la tiene en pausa. Fue figura máxima del Carnaval de las Promesas en 2019, y salió en Zíngaros en 2023.

Reniega los títulos de cantautor y multiinstrumentista por respeto y para evitar etiquetas. Se entiende más como un músico y productor que cuenta historias. Se basa, dice, en las emociones, en hacer sentir cosas, o por lo menos expresar su sentir para con el mundo, “ya sea de mover hacia el pienso o hacia el corazón”. Se nota en sus letras, en su música y hasta en su trato cálido al teléfono cuando charla con El País.

En 2022 fue telonero de Jorge Drexler en el Antel Arena. “Tuve una especie de relación que se puede llegar a tener con un padre, cuando uno quiere hacer algo para ponerlo orgulloso”, cuenta. “Cuando lo conocí estaba haciendo mi tercer disco y lo saqué en dos meses, o sea, fue una inyección de adrenalina compositiva bárbara”, recuerda. Después, abrió para No Te Va Gustar en el Teatro de Verano.

Está preparando su primer concierto como solista en La Trastienda. Es el 9 de junio y promete que va a ser su mejor show hasta ahora. También está trabajando en la parte más “marketinera” del proyecto “para hacer valer lo que ha sacado hasta ahora”.

Si hay algo que Balta quiere con su música, además de mover las emociones, es incursionar en lo nuevo y probar. Tal cual la canción que abre su segundo disco, Y después no hablamos más, en la que insiste en que “La vida es un popurrí”, el joven músico apuesta a la mezcla. Quizás eso explique ese bucear por distintos ritmos e instrumentos y el hecho de que no le guste cantar una canción de manera siquiera parecida dos veces.

Balta — tan joven, tan talentoso — “sueña con un Uruguay que se esfuerce más por escuchar música nueva”, porque siente que la gente, en general, “se queda con lo que ya se dijo”. Y él tiene cosas nuevas para decir.

El músico y productor Facundo Balta.
El músico y productor Facundo Balta.
Foto: Felipe Sanchez

Afrofusión con un mensaje contundente

A los 16 años, Camila Cardozo (ahora de 24) empezó a estudiar guitarra y canto y en 2019 creó a Nomusa para expresarse. El nombre, que en zulú significa “gracia”, aquí también hace referencia al deseo de no ser musa de nadie. “Fue un momento en el que sentí que necesitaba exteriorizar un alter ego”, cuenta a El País.

Nomusa fusiona el Pop con Hip Hop y Electrónica Experimental. “Fue una forma de explorar la música desde otros lugares como el teatro, las artes visuales, el baile y otras disciplinas que me interesaron y que ahí pudieron de alguna manera confluir”, explica Cardozo sobre su personaje que también tiene una veta fashionista.

Sus principales influencias vienen de la música afrocéntrica y latinoamericana, aunque actualmente los estadounidenses SZA y Frank Ocean y el canadiense Daniel Caesar sean fuentes de inspiración. Las bandas pioneras del candombe beat local, El Kinto y Totem, también fueron pilares de su formación musical.

A fines de 2020 lanzó F.A.T.U.M, su primer disco, un trabajo “experimental y afrofuturista ”que en un primer acercamiento puede generar sentimientos encontrados, pero una segunda escucha posibilita adentrarse en sus varias capas y entender que ahí Nomusa hace una suerte de catarsis con mensajes contundentes. La primera canción, “Eartha”, es una entrevista de 1989 a la cantante y actriz Eartha Kitt, en la que contaba sobre el abandono de su madre y los abusos que sufrió de niña. Nomusa samplea la voz de Kitt e introduce su mensaje futurista con sonidos distorsionados.

En “Hiperemotiva” repite que “el amor tiene cara de mujer”, y deja explícito que su mensaje también es político. “El sólo hecho de que una mujer negra esté parada arriba de un escenario ya es político”, señala Cardozo, quien reivindica, orgullosa, lo que la filósofa brasileña Djamila Ribeiro nombró como “lugar de habla”. “La música afro ha influido en toda la música del mundo, pero no nos damos cuenta de que simplemente no ponemos el foco ahí”.

Como compañeros de generación de artistas afrouruguayos menciona al grupo femenino de rap Se Armó Kokoa y a Balta como pares que bien la representan.

También siente que ser una artista negra en Uruguay acarrea muchos desafíos. “Más allá de que hay una escena afrouruguaya muy rica, es difícil apropiarse de los espacios”, considera. “Siento que de a poquito esa escena está teniendo el reconocimiento que merece, gracias a que muchos artistas alzaron su voz”, expresa Nomusa, quien también es productora y acaba de mudarse a Buenos Aires, donde empezará sus estudios en curaduría artística y espera que las puertas se abran a su música.

Camila Cardozo, alias Nomusa.
La cantante y productora Camila Cardozo, alias Nomusa.
Foto: Francisco Flores

Rap consciencia que reivindica las raíces

“Soy negro, me tiene que salir hacer esto”, dice Álvaro Silva Pereira, quien atiende por el nombre artístico de AVR. Se refiere a lo que le vino a la mente cuando, a fines de 2011, empezó a adentrarse en el mundo del Rap y las batallas de freestyle.

En su casa la música fue una constante desde chico. Su madre, quien fue la primera bailarina negra del Sodre, aportó el lado clásico, que se sumó al Funk y el Soul que le mostraba su padre. Eso “maceró” sus ganas de hacer música. Además, la comparsa Elumbé pasaba por la puerta de su casa en Buceo y verla junto a su abuela por la ventana es uno de esos recuerdos que lo acompañan hasta hoy. Aunque todos se volcaban “más hacia las letras”, la influencia musical vino de muchos lados: una tía tocaba el piano y un abuelo, el violín.

Antes de empezar su proyecto solista, AVR pasó por varios grupos del escenario under de Montevideo, con los que giró por Argentina y Brasil. En 2016 empezó a frecuentar la Casa de la Cultura Afrouruguaya, un espacio vital en su camino. Allí pudo “hacer catarsis sobre situaciones vividas en cuanto al racismo y la discriminación”.

Fue entonces que tuvo el impulso para investigar su árbol genealógico y así descubrió la influencia que su familia materna había tenido en la cultura afrouruguaya. Su bisabuelo, Juan Julio Arrascaeta, había sido un importante poeta. “Descubrí que tenía tanta poesía en mis antepasados y tanto legado, que tenía que hacer algo”, cuenta AVR.

Allí también conoció la palabra “sankofa” (que en twi, un dialecto del idioma acano hablado en Ghana, quiere decir “mirar hacia atrás para ir hacia adelante”), y así bautizaría su primer disco en 2020. Allí unió elementos del Candombe, Jazz y Rap con colaboraciones de Ruben Rada, Hugo Fattoruso y Ángela Alves.

“Sentirme apoyado por referentes nacionales me permitió entender lo que este álbum representa”, comenta. “Siempre sentí que este sonido y las letras sobre temáticas sociales eran lo que estaba bueno decir. No tengo por qué ir a cantar problemas de hace 100 años, pero quería dejar un símbolo y creo que se rompió la expectativa porque todo lo que se desencadenó hasta ahora es soñado”, declara.

El año pasado Oriental 34, su segundo trabajo con el MC CHN — en 2018 habían lanzado juntos Satori— fue nominado a mejor álbum de Hip Hop en los premios Grafitti. Recientemente lanzó “Vuelo al Sur”, un sencillo con Luciano Supervielle en el que deja claro que quiere seguir por el camino (ya está trabajando en un nuevo disco) que trazó para llegar a Sankofa. O sea, “investigando musicalmente el Candombe y el Jazz”, dice. “Estoy entendiendo que componer es mi canal de crecimiento espiritual, mental y físico. Me obligo a escribir y tocar todo el tiempo, y el hábito mantiene el canal abierto”.

El músico Álvaro Silva Pereira, AVR.
El músico Álvaro Silva Pereira, AVR.
Foto: Reinaldo Altamirano

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar