ENTREVISTA

Braulio López: "Si pudiera cerrar mi ciclo artístico con un recital de Los Olimareños, sería un regalo"

El músico de 80 años se presentará el sábado 25 en La Trastienda; antes de eso, repasó su carrera con El País y reveló que podría volver a trabajar con Pepe Guerra

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Braulio López.
Foto: Estefania Leal

Por Rodrigo Guerra
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Braulio López está sentado en una de las mesas de la cantina de Canal 4. Dialoga con El País mientras mira de reojo los últimos minutos de Algo Contigo, y trata de imponerse al bullicio del lugar. Es difícil, pero nunca pierde la calma ni el foco. Ahí, antes de dar otra entrevista —esta vez para Telenoche—, exprime un gajo de limón en su taza de té y con serenidad deja salir una frase capaz de resumir el tenor de su legado: “Uno se puede ir tranquilo porque sabe que quedó en la memoria popular”. Luego, sonríe.

López, la mitad de Los Olimareños, está a punto de cumplir 81 años. Lleva más de 60 años de carrera y su voz, junto a la de Pepe Guerra, protagoniza numerosos clásicos del cancionero uruguayo. “A Don José”, “Isla Patrulla”, “Cielo del 69” y “Nuestro camino”, son apenas cuatro ejemplos de una lista capaz de alimentar unos cuantos volúmenes de Grandes éxitos.

Este encuentro con El País es parte de la gira de prensa en la que se embarcó antes de su recital de este sábado en La Trastienda (entradas en Abitab, de 885 a 1085 pesos). En la previa de su cumpleaños número 81 —los celebrará al otro día—, López repasará las canciones más populares de Los Olimareños y de su carrera solista, y homenajeará a colegas fallecidos como Daniel Viglietti, José Carbajal “El Sabalero”, Marcos Velázquez y Santiago Chalar. “Es un homenaje a la memoria de la gente que hizo cosas tan buenas y se metió en el alma de la memoria popular”, dice. “Al igual que ellos, esa fue nuestra intención con Los Olimareños”.

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Braulio López.
Foto: Estefanía Leal.

—¿Le sorprende el impacto de su obra en la memoria colectiva?

—Sí, y es el mejor regalo que me puede haber dado la vida porque esas cosas se construyen entre todos. “A Don José”, una canción muy hermosa de Rubén Lena, fue el primer éxito de Los Olimareños y hace tiempo que está nombrada como canción patria. Pero no lo hicieron para hacerle un favor; es la canción que más caló hondo en los uruguayos porque se fue proyectando de generación en generación y tuvo el poder de romper esquemas políticos: la cantan blancos, frentistas, comunistas y socialistas. Yo me atrevería a decir que es el himno natural del país, porque nadie dijo que tenía que ser un himno, fue la gente la que dijo que le servía y la identificaba.

—¿Recuerda el momento en que descubrió que “A Don José” era mucho más que una canción?

—La primera vez que la ensayamos. Estábamos en la casa del padre del Pepe y cuando nos escuchó, nos hizo una observación muy cierta. Él era un laburante, trabajaba como ferroviario, pero tenía intuición. Nos dijo: “Lo que más me gusta es que no le digan general Artigas, sino Don José”. Ese pequeño y gran detalle fue lo que enganchó a la gente: bajó a Artigas del pedestal y lo puso entre la gente. Lo humanizó.

—En los inicios del dúo, además de cantar, usted tocaba el bombo legüero, herencia directa del folclore argentino. ¿Cómo recuerda su paso a la guitarra?

—Fue muy difícil (risas). El bombo legüero venía del folclore argentino, que era número uno en las radios y en los canales de televisión. Por eso fue que lo aprendí a tocar, pero después nos dimos cuenta de que era necesario hacer canciones con guitarra, y tuve que aprenderla como pude. Se hizo todo a pulmón en una época en la que el canto popular uruguayo no tenía difusión.

—Es que en ese momento, o sea a inicios de los sesenta, había pocos referentes en el folclore local: Amalia de la Vega, Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillos...

—(Interrumpe) Y pará de contar. Entonces, el haber logrado imponerse ante tanta adversidad cuando todo era música argentina y brasileña fue muy importante. Ambas son hermosas pero, ¿y nosotros dónde estamos parados?La idea era decir: “Nosotros también existimos, tenemos nuestros ríos, nos pasan cosas y la sociedad se maneja de otra manera”. Tomamos todo eso, incluso nos atrevimos a tocar candombe con guitarra, y nos animamos a hacer canciones con elementos que no estaban en la música brasileña o argentina. Creo que así la gente empezó a entender que era posible tener un canto nacional y una forma de cantar y de explicar a los uruguayos.

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Braulio López.
Foto: Estefania Leal

—Más allá de la música, siento que el éxito de Los Olimareños se relaciona con su mirada humanista. “Pobre Joaquín” habla del dolor frente a la pobreza, “Nuestro camino” evoca la ilusión del primer amor, “Ta’ Llorando” aborda la nostalgia del exilio. ¿Ese enfoque es clave en su atemporalidad?

—Sos el primer periodista que me hace esa observación. Eso es lo que siempre buscaron Los Olimareños, y si apostás por eso vas a generar una personalidad única. Eso sí, había que arriesgar: no te podías equivocar porque marchabas al spiedo (risas). Pero no, le acertamos nomás (sonríe), y no solamente acá. Una vez hicimos una gira por África y estuvimos en una escuela de enseñanza primaria en Argelia. Cuando llegamos, los alumnos, que eran estudiantes de idioma español y tenían 9 años, nos recibieron cantando “A Don José”. Para nosotros fue muy emocionante... (Se le quiebra la voz) Son esas cosas las que te reafirman que no estabas equivocado y que hiciste algo bueno. Valió la pena el camino (sonríe).

—¿Qué otra historia de ese tipo lo emociona cuando la recuerda?

—Hay una cantidad de recuerdos que uno quiere sacar en una charla pero no puede porque te quiebra. (Piensa) Recuerdo una con Atahualpa Yupanqui. Cada vez que me veía me preguntaba cómo andaba mi hermano, y yo siempre le respondía: “No, don Ata, no somos hermanos con el Pepe”. Un día fui a ver un concierto suyo en Barcelona y mientras estaba afinando me volvió a preguntar lo mismo; entonces me dice: “Sé que usted se molesta cuando yo le decía que era su hermano, pero a lo que me refería era a que ustedes dos son hermanos de destino”. Yupanqui era un observador muy fino...

Los Olimareños 2019. Foto: Leonardo Mainé
Los Olimareños. Foto: Leonardo Mainé.

—¿Y usted está de acuerdo con las palabras de Yupanqui?

—¡Y sí! ¿Cómo no va a ser mi hermano de destino? Hemos hecho de todo con el Pepe...

—Imaginemos que él está leyendo esta entrevista. ¿Hay algo que le gustaría decirle?

—Quiero aclarar que no somos enemigos. En una convivencia tan larga y comprometida que incluye cargar con la cárcel, el exilio, la dictadura y la censura, cargar con esa bolsita te desgasta. Pero nosotros somos respetuosos de eso, y desconocer ese desgaste hace que reviente todo. De lo que no me cabe la menor duda es de que si cabe la posibilidad de hacer un recital y los mánagers se ponen de acuerdo con el Pepe y conmigo, lo hacemos. No hay problema.

—¿En serio?

—Sí. Si pudiera cerrar mi ciclo artístico con un recital de Los Olima para mí sería un regalo.

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