Entrevista
El artista brasileño tiene su primer album con canciones inéditas en nueve años y contestó, en pijamas y vìa mail, un cuestionario desde Uruguay
"Estoy en mi cuarto”, cuenta Caetano Veloso, vía mail, cuando El País le pregunta cómo se dispone a contestar el cuestionario que le llegó de Montevideo y con qué música lo está acompañando. “Desperté y, todavía en pijamas, empiezo a leer tus preguntas. No escucho música mientras hago otra cosa. Ni siquiera ejercicios físicos. Solo admito que otros oigan, si no estoy solo. Por estos días, con tantas entrevistas a contestar y otras tareas relacionadas a la salida del nuevo album, no tengo escuchado nada”.
Ese disco nuevo se llama Meu Coco y es el primer con canciones inéditas desde Abraçaço y eso había sido en 2012; un montón de tiempo. Eso ni cerca quiere decir que su carrera que se haya detenido. No ha parado de trabajar y en todo este tiempo estuvo, por lo menos dos veces en Uruguay; en setiembre de 2019 actuóen el Antel Arena con sus hijos Moreno, Zeca y Tom y en 2015 en el Velódromo con un viejo camarada, Gilberto Gil.
“Tengo conciencia de la fuerza de la canción brasileña incluso en el interés por la lengua portuguesa en el mundo”, dijo Veloso, quien en su nuevo disco incluye un homenaje a la música de su país, “GilGal”. “Pero sin duda la bossa nova fue y es más importante que mi generación”. Hay mucho de su clásico sonido en este nuevo album, que está conformado por todas canciones propias.
A los 79 años a Veloso se lo escucha tan vital como siempre. Le dedica una canción de cuna a su nieto de 19 meses y en “Enzo Gabriel”, a un niño con los dos nombres más populares de los recién nacidos en Brasiñ. Hay algo de apuesta al futuro en todo eso.
Sobre el nuevo disco, cómo ve el gobierno del Jair Bolsonaro, de Uruguay y de su vida, Veloso charló, en pijamas y vía mail, con El País.
—En setiembre de 2019 llegó a Montevideo para presentar Ofertório, el espectáculo que ideó junto a sus hijos. Aquella noche en el Antel Arena se cerró con un bis en el que interpretó “Tonada de la luna llena” mientras Moreno cantó “Amándote”, de Jaime Roos. ¿Cómo podría definir su relación con Uruguay?
—Casi siempre llego a Uruguay después de haberme presentado en Argentina. El acento del español de Montevideo es, a un oído brasileño, igual al porteño. Pero la diferencia entre argentinos y uruguayos es muy notable. Adoro Argentina, que conozco y que fue el primer país hispanoamericano en mostrarse interesado en mi música. Pero cuando salgo de Buenos Aires y llego a Montevideo, sintiendo la dulzura de los uruguayos, los argentinos parecen muy llenos de orgullo y autoridad. Mientras los uruguayos son dulces. Plateas y amistades parecen más cercanas, al paso que el nivel intelectual es igual de alto.
—Meu Coco es su primer disco de canciones inéditas desde Abraçaço. ¿En qué momento sintió que estaba listo para publicar estas canciones que representan todo lo que sucede en su cabeza?
—Empecé a pensar en grabar un nuevo disco autoral en el verano de 2019. La canción “Meu Coco” me vino como un comienzo del proyecto. Había compuesto “Pardo” para que Céu cantara y empezaba nuevas canciones. Tengo dicho que ya escribí canciones de más y que componer nuevas es muestra de falta de rigor crítico. Pero amo las canciones desde mi niñez, y amar las canciones es amar la vocación para la cantidad, la proliferación. Sentí necesidad emocional de hacer un disco con inéditas. Y el hecho es que por primera vez todas las canciones son solamente mías, letras y melodías.
—“Anjos tronchos” analiza las atrocidades y las maravillas de internet. ¿Considera que las redes sociales ayudaron al ascenso de líderes como Trump y Bolsonaro, y que han permitido el resurgimiento de discursos antidemocráticos?
—El tono sombrío de la canción subraya esos aspectos negativos de la revolución tecnológica que trajo el laptop, la internet y los smartphones. Pero la presencia de consecuencias luminosas (como los “poemas como jamais”, donde la referencia son los poemas concretos de Augusto de Campos; el último verso, sobre Billie Eilish haciendo su música desde su cuarto; el hacer el amor pantalla a pantalla, sin piel, muestran que quise que la canción tuviera densidad. Me acordé del libro de Eric Hobsbawm sobre el breve siglo XX, donde él cuenta cómo la revolución iraní liderada por Khomeini puede ser acreditada a la invención del casete: él enviaba desde su exilio europeo casetes con discursos que se multiplicaban en Irán, en copias fáciles de hacer y de distribuir, lo que creó un Estado teocrático que cambió toda una geopolítica. Pero hay niños pobres de Bahía o de otros sitios de Brasil que dicen y hacen cosas en la internet que resultan enriquecedoras y creativas.
—Cuando lo entrevistéen 2019, comentó: “Estoy visceralmente en contra de todo lo que dicen y hacen los que están en el poder ahora en Brasil”. Ahora que la gestión de Bolsonaro fue tan criticada por su manejo de pandemia, ¿qué análisis hace de su gobierno?
—De un lado hay una clara reacción contra las posiciones del presidente brasileño en cuanto a la pandemia. Él no se da la vacuna, va a la reunión de las Naciones Unidas sin vacunarse, pero casi todos los brasileños se quieren vacunar. Incluso en los estados donde él es más querido. Y, bueno, todas las encuestas ahora muestran que él perdería la elección ante cualquier otro candidato. El problema es que, como Trump, él no acepta. Y la democracia brasileña no tiene la estructura fuerte de la norteamericana. Él cuenta con cierto apoyo de las Fuerzas Armadas, de casi toda la policía militar, de las milicias ilegales. Hay riesgos.
—A lo largo de su carrera ha utilizado la música como un medio de expresión para denunciar situaciones de crisis sociopolíticas. ¿Cuál es el rol de la cultura en tiempos oscuros? ¿Debe ser una herramienta de concientización o de distracción?
—No hay así una oposición simple entre distracción y concientización. La fuerza de la música no obedece a las decisiones conscientes de los autores e intérpretes que se hacen famosos. Una melodía sin canto, sin palabras, una moda de beat, un timbre vocal, esas cosas pueden generar consecuencias imprevisibles.
—En “Anjos tronchos” y “Enzo Gabriel” aparecen miradas luminosas, optimistas, y en cada uno de sus discos, logró encontrar belleza y esperanza en tiempos adversos. ¿De dónde surge esa mirada? ¿Es consciente del rol de sus canciones como refugio emocional de su público?
—Tengo lo que llamo un optimismo programático. Porque el pesimismo justifica la irresponsabilidad. La gente en Brasil está acostumbrada a pensar: “No tenemos valor, ni siquiera hablamos español, los reyes portugueses que vinieron para aquí eran tontos y sucios, así que no tenemos nada para respetar, no guardamos las cintas de entrevistas de artistas importantes, nada”. La Globo empezó a tener un archivo de videos y para mí, que tengo 79 años, eso es cosa nueva. Todas las escenas de televisión del tropicalismo fueron apagadas. Un director de cine quiso hacer un documental sobre el tropicalismo y solo encontró videos en la TV francesa y la portuguesa. Nada en Brasil. Y nosotros tuvimos un programa llamado Divino Maravilhoso. Nada fue preservado.
—El año pasado se estrenó el documental Narciso Em Férias, donde revisita los 54 días que pasó en la cárcel durante la dictadura brasileña. ¿Cómo fue la experiencia de reencontrarse con ese momento oscuro de su vida?
—Los años 1968, 1969 y 1970 fueron depresivos. La prisión, el confinamiento y el exilio tuvieron la duración de tres años. Londres para mí es parte de la prisión.
—Junto al documental, se publicó su versión acústica de “Hey Jude”, el clásico de The Beatles que lo acompañó durante esos días desoladores. ¿En qué sentido la música lo ha ayudado a sobrellevar los momentos más difíciles de su vida? ¿Tiene ejemplos? Imagino que los discos que grabó durante su exilio en Londres habrán sido esenciales para sentirse cerca de Brasil.
—Atendí a los pedidos del productor Ralph Mace, que se interesó por nosotros y me hizo grabar dos discos en Londres. Transa es el que más me gusta. Pero lo primero, depresivo, tiene “Asa Branca” y “London, London”, además de “Maria Bethânia”. Cuando hice Transa ya había remotas posibilidades de volver a Brasil y todo fue mejor con la presencia de Jardes Macalé, Tutti Moreno, Moacyr Albuquerque y Aureo de Souza allá conmigo.
—A más de 50 años de la salida de “Coração Vagabundo”, ¿en qué piensa cuando se imagina a aquel joven Caetano que se iniciaba en la música? ¿Qué aspectos de aquella época se mantuvieron durante el resto de su carrera?
—Curiosamente, mencionaste “Coração Vagabundo”: esta es una canción que escribí en Bahía, todavía muy joven, y que me gusta aún hoy. Así, siento que lo esencial de mi persona ha podido mantenerse durante todo ese largo tiempo.
—Está a punto de publicar Meu Coco, su primer disco en nueve años. A los 79 años, ¿qué lo motiva a mantenerse a plantearse nuevos desafíos en cada proyecto? ¿Qué temáticas lo inspiran al momento de componer?
—La existencia de la canción. Me gustan los temas de la vida porque aparecen en las canciones.