ENTREVISTA
Antes del show que ofrecerá el miércoles en la Sala Zitarrosa, el cantautor rochense repasó su carrera y dio detalles sobre el disco con el que celebrará sus 25 años de carrera
"Va ser una noche especial”, promete Carlos Malo sobre el show que ofrecerá mañana, a las 21.00, en la Sala Zitarrosa (entradas en Tickantel). Mientras prepara su próximo disco, que se llamará De pura cepa e incluirá colaboraciones con artistas como Lucas Sugo, “El Indio” Lucio Rojas y Martín Piña, el cantautor rochense repasará su repertorio con varios invitados: José Damiani, Martín Piña, Nikole Cedeño y el Gaucho Influencer.
“El álbum va a salir el año que viene para celebrar los 25 años de mi carrera”, le adelanta a El País. “Yo empecé a los 14 años en el teatro 25 de Mayo de Rocha y además se van a cumplir los 20 años de Soy de Rocha, mi primer disco. Ambas cosas me recuerdan a cuando comencé mis primeras armas y los sueños a cuestas. Gracias a Dios, se han ido cumpliendo”.
—El repaso de los sueños con los que iniciaste tu carrera atraviesa “Carta a mi abuela”, de tu disco Lo bueno de ser malo: “Hoy quiero llegar a la casa de todos, que prendas la radio y me escuches cantar”. ¿Esa frase te conecta con tus comienzos?
—Sí, y esa canción fue muy especial porque Celedonia, mi abuela parterna, fue muy especial para mí. Grabé esa canción como un homenaje porque cuando salió Lo bueno de ser malo ella ya no estaba conmigo. Fue un homenaje porque apenas publiqué Gracias pasé por Montevideo a buscar el disco a Montevideo Music Group y apenas llegué a Rocha le llevé al disco porque ella era como mi fan número uno. Esa tarde lo escuchamos juntos y quedó emocionada. Cuando me fui, ella quedó sentadita en el sillón con el disco en la mesa y cuando se fue a acostar quedó dormida para siempre. Fue muy emocionante porque ella siempre estaba con la radio expectante de los lugares donde iba a tocar.
—Es increíble que le hayas llevado el disco, justamente titulado Gracias, y que haya sucedido eso.
—Claro, es algo que me quedó grabado porque ella me enseñó a dar mis primeros pasos y estaba pendiente de mi camino. Fue un homenaje y, además, cuenta cosas del barrio donde nací. La voy a tocar en la Sala Zitarrosa junto a Nikole Cedeño (violinista de la Orquesta Juvenil del Sodre), y va a ser un momento muy especial porque mi familia me va a acompañar y voy a tenerla presente en esa noche.
—El agradecimiento a tu abuela también se traslada al público que te ha acompañado en el camino. ¿La falta de shows durante la pandemia te permitió revalorizar esa relación?
—Sí, fue un momento de reflexión para poner la cabeza en frío y pensar en que uno tiene que ser agradecido de poder volver a los escenarios y que la gente te siga teniendo en cuenta, te apoye y esté expectante.
—Siempre consideré tu rol de compositor como el de un cronista que captura una serie de imágenes en sus canciones. En “Pa’ Levantar tierrita”, “La telaraña” y “Esos bailes de mi flor” uno se imagina todas las escenas de un baile de campaña; lo mismo con “Voy cantando”, que describe los paisajes del interior que descubriste en tus giras. ¿Cómo surge esa mirada?
—Yo fotografío pinturas para que te queden grabadas en la cabeza. Siempre me interesó esa búsqueda para que a la gente le entren las letras rápido. Además, es más fácil para hacer los videos (risas). Es algo natural y que viene desde chico, porque uno va aprendiendo de muchos autores que han logrado bellísimas pinturas... (recita) “Minuano donde tú vayas, no te canses de decir, que si Dios baja a la tierra, por el altar de la sierra, baja en Minas y en Abril”. Pah, no. ¡Es tremendo! Uno se crio escuchando a maestros como Santos Inzaurralde y Rubén Lena, entonces —y no quiero comprarme— a uno le quedan cosas incorporadas.
—¿Considerás que ese tipo de descripciones te generaron una mayor identificación con el público?
—Sí, obvio. Las cosas que he dicho en mis canciones, varias de ellas en coautoría, son las que se ven en Rocha. “La Riviera”, que grabé con Chacho Ramos en Gracias, pinto todo lo que se ve allá: “Calles de pasto y de tierra, casas y ranchos bajitos, y entre juncales chatitos baja el arroyo”. Está bueno lograr eso porque uno va al lugar y se encuentra con eso que está en la canción.
—¿En qué momento notaste que se había generado una identificación y una complicidad con el público?
—Con “Pa’ levantar tierrita”, porque el primero y el segundo disco era más locatario, y hablaba de la gente de mi barrio y de situaciones puntuales de Rocha. Con esa canción la gente se empezó a arrimar porque se interesó por la propuesta del ritmo y las situaciones que planteaba. Ahí se fueron enganchando y me descubrían en festivales. Así empecé a mostrar este estilo de música, que ahora muchos lo hacen, pero antes era más conservador. Llegamos con desfachatez para interactuar con la gente y nos animamos a meter batería y bajo. Antes del disco Gracias me daba miedo meter una guitarra eléctrica porque pensaba que los paisanos nos iban a sacar rajando de los festivales criollos. Pero pensé que si quería apostar pero esto tenía que jugármela; al final no pasó nada. Era más el miedo de lo que podía pasar.

—¿Qué importancia le das a la trasparencia en tus letras?
—Es importante que la gente conozca la sencillez de uno: yo vivo y me muevo en el mismo lado de siempre, y quiero que la gente sepa que soy la misma persona arriba y abajo del escenario. Antes, como espectador, pensaba que era difícil conectar con los artistas, pero después uno conoce a varios y se da cuenta de que son como uno. Yo soy igual: un loco más del montón.
——Estás grabando un disco con colegas para celebrar tus 25 años de carrera. ¿Alguna canción adquirió mayor significado durante este repaso?
—Sí. “Gracias”, que la vamos a volver a grabar, es muy especial porque habla de mi origen y de lo que le quiero dar al público. Es de las más significativas que he compuesto: (recita) “Con tantos sueños a cuestas, he golpeado tantas puertas, / Donde el eco resonó, con esperanzas inciertas, / Nunca aflojé a mi meta y por eso es que aquí estoy, / Agradecido a la vida”.