Con "En vivo en el Auditorio", Níquel celebra y revitaliza un legado que hizo historia

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Niquel en el Auditorio Nacional del Sodre. Foto: Francisco Flores.

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El viernes, Níquel publicó "En vivo en el Auditorio", un disco en vivo que registra los dos shows que ofrecieron en noviembre de 2020 en el Auditorio Nacional del Sodre

Apenas suena el riff inicial de “Lluvia de amor”, ese sensual clásico de Gargoland (Acto I), uno siente que está frente al reencuentro con un viejo amigo. Y cuando irrumpe la voz de Jorge Nasser para anunciar que está por llegar “como un rayo” y “como un mal necesario”, el oyente lo confirma. En pausa quedaron las milongas de discos solistas como Abrazo criollo y Pequeños milagros; ahora el músico se volvió a calzar la Fender Telecaster 69, se dejó la barba y revitalizó los clásicos de Níquel, la banda uruguaya más popular de los noventa.

Pero Nasser no está solo en esta cruzada. Cuando a “Lluvia de amor” se le agregan los coros de aires beatle a cargo de Pablo “Pato” Dana, Wilson Negreyra, “Loncha” González y Pablo Gómez, queda claro que la maquinaria del rock sigue aceitada tras 20 años en silencio. “Son tantos años de querer a esas canciones, y son tantas las vivencias de amistad y comunión espiritual, que uno ya las tiene incorporadas”, le decía Negreyra a El País previo al regreso del grupo.

Y en las 15 canciones de En vivo en el Auditorio, el álbum que grabaron durante sus shows del 7 y 8 de noviembre en el Auditorio Nacional del Sodre, sus palabras quedan confirmadas. Ya juegan de memoria con esos clásicos del cancionero local. Por eso, cuando interpretan “Sangre y rosas”, “Prueba viviente” y “Gusano loco”, es difícil concebir la idea de que pasaron dos décadas sin tocar juntos.

Esta vuelta, que tuvo como calentamiento un breve set en noviembre de 2019 —durante la presentación de Llegar, armar, tocar, el último disco de Nasser — y un show íntimo en Mangolio Sala —celebrado al mes siguiente con entradas agotadas—, es una merecida reivindicación del legado del grupo.

Sin embargo, la reencarnación del grupo formado en 1986 tuvo un cambio notorio: Pablo Faragó, uno de sus fundadores, fue reemplazado por el guitarrista Gonzalo De Lizarza. Podía ser todo un desafío agradar a los seguidores de la primera hora, pero el joven músico se puso la camiseta para revitalizar el sonido del grupo. Y alcanza con escuchar su feroz solo blusero en “Algún día (yo me iré)” y su trabajo en “Sin después” para comprobarlo.

Más allá del cambio en la formación, el desafío mayor para esta vuelta era demostrar que las canciones habían resistido el paso del tiempo. Afortunadamente, En vivo en el Auditorio funciona como una prueba viviente de que esas canciones siguen vigentes. El secreto está en el abordaje musical del grupo, que desde Gusano Loco (1989) en adelante hizo foco en los riffs memorables, los coros aceitados y la energía de una banda que domina el oficio de tocar en vivo. “Es un back to the roots”, le dijo Negreyra a El País en su momento. Y las raíces nunca mueren.

Los espacios para los solos de guitarra a cargo de Nasser y De Lizarza, sumado a algunas reinvenciones de sus canciones —como la versión reggae de “Héroes porteños”, junto a Estela Magnone—, traen nuevos elementos a las canciones y evitan que esta vuelta se convierta en un simple ejercicio de nostalgia.

En vivo en el Auditorio es un rico resumen de la historia de Níquel, y funciona como una interesante puerta de entrada para nuevas generaciones. La experiencia se completa con el video del show completo, que está disponible en YouTube.

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