ENTREVISTA
La cantante y actriz argentina se presentará el 12 de noviembre en Sala del Museo, y antes charló con El País sobre su carrera, el miedo y lo que vendrá.
Debutó en Chiquititas, destacó en ficciones como Graduados o Guapas, y en 2017 alcanzó su pico de popularidad de la mano de la telenovela Las Estrellas, todo un fenómeno rioplatense al que el público todavía le pide un regreso. En simultáneo a ese hito, Natalie Pérez estaba lista para dar su mayor salto: abandonar los personajes para convertirse en cantante. Defender sus propias historias, su verdad.
En diciembre de 2017 llegó su primera canción, “Algo tiene”, y desde entonces todo fue hacia arriba. Vinieron el disco debut, Un té de tilo por favor (2018); nuevos hits, varios featurings, un segundo álbum llamado Detox y la confirmación.
Hoy, con dos millones de oyentes mensuales en Spotify, un protagónico para Netflix (en la serie Casi feliz) y anuncios inminentes en el plano actoral, Pérez está pronta para empezar a develar su nuevo trabajo sonoro. En setiembre llegará un cover que, dice a El País, la tiene “loca de amor”, y de aquí a fin de año vendrá más música.
Pero también vendrá un recital en Uruguay, el segundo de su historia. El 12 de noviembre, se presentará en la Sala del Museo, y las entradas se pondrán a la venta mañana en Redtickets, a $ 1.260. Por eso, esta charla.
—Tu primer show en Montevideo fue en La Trastienda, con Ángela Torres, y fue una noche súper pop, de esas energizantes. ¿Cómo la recordás?
—Fue una de las primeras veces que me presenté en vivo. Y fue un show muy simple, lo único que tenía que funcionar era la conexión con el público. Yo tengo un recuerdo muy presente de ese día; puedo cerrar los ojos y volver a ver esa Trastienda llena de gente, con una onda espectacular. Coincido en que ese día hubo algo energético muy power. Y lamento no haber vuelto antes, pero siento que ahora eso que vivimos aquella vez se tiene que triplicar.
—Si pensás en tu propia evolución de aquellos momentos hasta ahora, ¿cuáles son las cosas que más se modificaron?
—La confianza sobre todo. Ese día no sabía ni lo que me iba a poner, cómo generar un clima, qué hacer. Fue algo muy hermoso, muy genuino, y todos estos años y escenarios por los que he pasado, que ya perdí la cuenta... Espero volver siendo una artista un poco más sólida.
—Empezaste ese camino musical ya con un camino artístico muy largo a cuestas. ¿Qué encontraste en el escenario, en ese espacio, que no había aparecido en la actuación?
—La música me pone en otro lugar, diferente. Primero porque la composición sale de mi casa, de mi sillón, de algo que me pasó o surgió, una anécdota, un cuento; es algo que surge artísticamente desde mi corazón, mi ser, mi imaginación y todos los rincones que me completan. Y en la actuación hay una construcción artística, porque tengo que componer un personaje, pero viene de muchos lugares; es más colaborativo. Y lo que pasa también es que en la actuación hay una máscara, un personaje que me protege, y esta situación es de una exposición mucho más verdadera, mucho más mía. También quería salir de la actuación porque necesitaba mostrarme como soy, no como el personaje me pedía, y hoy, después de varios años de quizás no actuar, me di cuenta de que yo soy todos esos personajes. Tengo todo eso que muestro tanto en la actuación como en la música. Y en los dos ámbitos me gusta intentar ser auténtica, y cuando hago las cosas las hago con mucha pasión y mucha entrega. Entonces cantar desde Natalie me emociona, a veces me da miedo, pero a fin de cuentas todo eso que soy es lo que a la gente le gusta, lo que elige y lo que me gusta mostrar. Y entiendo que construí una carrera muy linda a base de amor, de sinceridad —porque nunca me mostré de una forma de la que no soy—, de trabajo y perseverancia.
—En ese diálogo de mundos, tus canciones tienen un componente muy visual; están llenas de escenas, de referencias específicas. La composición es un camino que se hace, que no se define, ¿pero qué te pasa cuando te sentás frente a la hoja en blanco? ¿Aparece más el detalle o la emoción?
—Mientras yo estrenaba Detox, en cuarentena, se estaba gestando el disco que va a salir ahora, que son horas y horas culo de estar acá, en este mismo rincón, escribiendo, tachando, rompiendo. Ninguno de mis cuadernos tiene coherencia, ya no sé cómo organizarme. De repente me enredo en mi propio mundo, y la hoja en blanco siempre es una circunstancia que da miedo. Miedo y frustración, y aparecen los fantasmas: “Esto que escribís es una porquería”, “Esta melodía ya existe”, y de repente es muy loco lidiar con uno mismo. Y a veces simplemente escribo por escribir, sin sentido, para empezar a sacar la mugre. Yo soy una persona bastante arriesgada y el miedo no me paraliza, me impulsa. Y a la hoja en blanco aprendí a no tenerle miedo, porque se llena de cosas que solo voy a ver yo: yo decido qué le muestro a los demás. Una de las nuevas canciones, y no sé si está bien lo que estoy haciendo, pero como justo lo mencionaste me parece interesante decirlo, arranca diciendo: “Hoja en blanco, y primero pretendo saber quién soy”. Y es todo lo que te voy a contar (se ríe).
—Pasó de todo con Detox. A pesar de que salió en 2020, es un álbum que ha tenido muchísima vida en el streaming. A veces pienso que no importa lo que ponga en Spotify, siempre llega a una canción tuya…
—¿En serio? (Se ríe) Sí, el algoritmo me quiere, parece, tiene algo conmigo que no sabemos qué es. Y yo también lo quiero, y nos viene bien a los dos. El otro día estaba con gente de la industria de la música, tenía que mostrar las canciones nuevas, y me sale “Detox”, y lo pongo y digo: “¡Pero tiene 41 millones de reproducciones!”. O sea, superó a “Algo tiene” que era mi éxito. Y ahí otra persona me dice: “‘Detox’ está hace dos años en el puesto 125 global”. Y me sorprendió, y obviamente me da miedo, porque me genera más responsabilidad, porque ahora tengo que dar algo mejor. ¿Qué tengo que hacer nuevo para que supere a mi propio yo? Porque esa es la idea. No sé, es muy loco lo que pasa con la música. Hoy tenemos el mundo en la mano y es mucho más simple, en tu celular tenés 15 mil discos si querés. Así que a veces me da un poco de miedo la inmensidad, pero como te dije, el miedo no me paraliza. Me lanza.
—Si tomamos de referencia el verso “Ya es tiempo de un detox”, que marcó los últimos dos años de tu música, ¿lo que se viene es tiempo de qué?
—En un momento quería que el disco se llamara Un whisky por favor. Primero el té de tilo, después el détox y ahora el whisky. (Piensa) Y ahora... Ahora es tiempo de florecer.