Por Rodrigo Guerra
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El español de Toquinho al otro lado del teléfono suena como una extensión de sus conversaciones con Vinicius De Moraes en los dos discos de La Fusa.
Se ríe con la inocencia juvenil de “A Tonga De Mironga Do Kabulete”, por momentos susurra al igual que en el estribillo de “Irene”, y su fraseo roza la musicalidad de “A felicidade”. Para hacerse una idea, se trata de una experiencia cercana a la de escucharlo cantar en “Comerte entera”, la sorpresiva colaboración con C. Tangana que modificó el enfoque de su carrera.
“La gente se quedó muy impactada con esa mezcla de bossa nova antigua, casi caricaturesca y como de João Gilberto, que tenía una cosa más moderna y percutiva”, comenta, justamente, sobre el encuentro que quedó registrado en El Madrileño, el álbum que consagró a C. Tangana como uno de los referentes de la nueva escena en español y acercó a Toquinho a un nuevo público. “La canción tuvo un éxito muy grande y me quedé con ganas de hacer un trabajo con esa experiencia”.
Así nació la primera entrega de Novas cores, eternas canções, su flamante nuevo álbum, en el que reimagina ocho de sus clásicos junto a invitados como Caetano Veloso, Giuilia Be, Sandy y Camilla Faustino. El repertorio incluye canciones como “Tarde Em Itapoã”, “O Bem-Amado” y “Que Maravilha”, que se actualizan gracias a tintes electrónicos y arreglos frescos.
“Me estoy encontrando con una cosa más joven”, define. “Pero nunca pierdo mi identidad”.
Según adelanta a El País, Novas cores, eternas canções tendrá 21 canciones y en la próxima entrega se podrá escuchar una nueva versión de “Aquarela”, su mayor éxito, grabada junto al cantante y percusionista Carlinhos Brown. Al respecto de su nuevo sonido, Toquinho dice: “Toda la cosa electrónica actual es interesante, pero la parte armónica es terrible: tocan solo dos acordes; es algo muy pobre. Entonces, en mi trabajo quiero demostrar que se puede hacer un trabajo armónico muy bien hecho si se trabaja con electrónica. Eso da un resultado más bello”.
Entre estas nuevas versiones destaca su trabajo junto a Camilla Faustino, con quien actuará mañana jueves en Enjoy Punta del Este. “Es una de las mejores cantantes de Brasil hoy”, dice sobre su joven colega, con quien comenzó a colaborar en el disco A arte de viver (2020). “Tiene una versatilidad y una musicalidad increíble y bella. Es una persona que canta y baila bien y es muy agradable, entonces: ¿por qué no cantar con ella?”.
Al respecto de su nuevo show en Uruguay, para el que aún quedan entradas en Redtickets (de $ 2.100 a $ 3.950), adelanta: “Va a ser un show solo de guitarra y dos voces, donde las canciones se presentan como fueron hechas y con mucha verdad. Me gusta hacer un trabajo intimista y contar historias en el escenario. Empiezo contando mis primeros recuerdos con la música y luego Camilla entra con su bella voz”.
—Su trabajo junto a Camilla Faustino y el proyecto Novas cores, eternas canções son dos buenos ejemplos de su interés por acercarse a nuevos sonidos. ¿Qué tan importante es mantener esa búsqueda luego de tantos años de carrera?
—Yo creo que la base fundamental de un artista que tiene 55 años de carrera es no tener prejuicios. Eso es básico. Para mí, el prejuicio representa la vejez y una persona, aunque sea joven, se queda vieja cuando los tiene. Yo no tengo prejuicios musicales pero sí valores como la armonía y la melodía, pero si quiero hacer una cosa joven como la que estoy haciendo ahora, el prejuicio no funciona.
—Su obra está formada por numerosos discos en los que busca evitar los prejuicios musicales. La Voglia La Pazzia L’Incoscienza L’Allegria, junto a Ornella Vanoni y Vinicius De Moraes, es uno de ellos. ¿De qué manera esa postura lo acompañó a lo largo de su vida?
—En los caminos que he recorrido hasta ahora siempre estuve buscando algunas cosas nuevas. Siempre estuve arriesgando porque siento que sin riesgo no se hace nada. Así como sucedió con ese disco junto a Vanoni, todos mis proyectos buscaban hacer algo actual de la mejor manera posible. Hay una frase popular que dice: “No quiero ser moderno, quiero ser eterno”, y la búsqueda constante de la modernidad es muy peligrosa, pero es importante tener una atmósfera actual en tu música, y eso lo que busqué siempre. Yo siempre sentí que el artista tiene que ser una antena de su raza y representar la época en que vive.
—Usted comenzó a tocar la guitarra en 1953 y el instrumento ha sido esencial en su historia. ¿Qué representa en su vida?
—Es todo. Sin mi guitarra no podría haber hecho nada. Siempre estuvo en primer plano: yo estudié música guitarra clásica, luego vino la composición y más adelante la composición pero, básicamente, yo soy un solista de guitarra. Le debo todo al instrumento.