Mateo Sujatovich está cansado. Recién cayó la tarde del primer lunes de octubre, y el líder de Conociendo Rusia viene de una agenda cargada. El sábado actuó en el Antel Arena como invitado sorpresa de Olga y las Bandas Eternas —el evento que organiza el programa argentino Soñé que volaba— y enseguida ofreció un breve pero contundente show en una fiesta celebrada en la ya retirada carpa de Sitio. El domingo fue a ver el clásico con el que Nacional triunfó en el Parque Central, y ahora está sentado en una cafetería de Palermo recibiendo a la prensa de televisión y medios escritos.
Ya dedicó la mayor parte del lunes a hablar del concierto que ofrecerá el sábado 30 en el Antel Arena para cerrar su gira por España y Latinoamérica, y mientras le toman las fotos para ilustrar esta nota, su equipo prepara los últimos detalles para la firma de discos y vinilos que ocurrirá en menos de una hora. En una mesa con mantel negro, se amontonan varias copias de los cuatro álbumes que publicó en seis años y que lo convirtieron en la estrella más refrescante del rock argentino: Conociendo Rusia, Cabildo y Juramento, La dirección y el flamante Jet Love.
En esa mesa, como si se tratara de un porfolio, se resume la historia del artista que inició su carrera como músico sesionista y que hoy recorre el mundo con su guitarra. Sujatovich, de 33 años, se enamoró de la música argentina mientras vivía en España, y allí descubrió los discos de Invisible, Spinetta Jade, Sui Generis y La Máquina de hacer pájaros que le marcarían el camino. Cuando volvió a Argentina, sintió que era hora de dar el paso al frente. Así nació Conociendo Rusia, que de la mano de hits como “Juro” y “Loco en el desierto” lo convirtieron en una promesa del rock argentino.
Cuando dialoga con El País, Sujatovich responde con cortés distancia a las preguntas introductorias sobre su nueva visita a Uruguay y su reciente paso por Sitio, pero apenas se le nombra a aquel debut de 2018 algo se enciende. “Ese disco era algo necesario”, responde con una sonrisa que derrumba cualquier formalidad. “Era como un fuego que tuvo que quemar para poder salir, y no alcanzaba con una mecha, cuando quemó fue como: bueno, listo’”.
Aún recuerda el show debut de su proyecto: fue en 2018 en La Tangente, una sala porteña para 150 personas. Lo que más le sorprendió fue ver a desconocidos entre el público. “Estaba muy feliz porque eran mis primeras canciones y eran superrecientes, y en muy poco tiempo la gente las cantaba”, relata. Fue el inicio de un ascenso que lo llevó a tocar en ciudades cada vez más grandes de Buenos Aires. “La gente estaba escuchando las canciones en sus casas... ¡Era un delirio!”, dice mientras se acomoda en su silla. “Imaginate.., es un poco como sacarse la lotería”.
El siguiente paso fue crucial. Cabildo y Juramento, de 2019, confirmó las virtudes esbozadas en su debut: Sujatovich maneja con soltura el secreto detrás del estribillo pegadizo y las melodías imborrables. Y canciones como “Quiero que me llames”, “Cosas para decirte”, “30 años” y, claro, “Cabildo y Juramento” se convirtieron en éxitos instantáneos. Es más, la esquina donde se tomó la foto de tapa se volvió un punto turístico para los fanáticos que andan por el barrio porteño de Belgrano.
Cabildo y Juramento no solo atrajo a toda una camada de público que ansiaba una renovación en rock argentino, sino que también llamó la atención de figuras como Fito Páez, Leiva y David Lebón. Con los tres llegó a grabar colaboraciones, y en el caso de Páez el encuentro fue más que fructífero. Ya se conocían de la época en que Sujatovich aportó guitarras en su disco Canciones para aliens (2011), pero con el hit “Tu encanto”, de 2020, reafirmaron la amistad. Es más, el rosarino lo invitó a reemplazar a la voz de Charly García en la regrabación de “La rueda mágica”, que al igual que en la versión original mantuvo la presencia de Andrés Calamaro.
En 2021, con Cabildo y Juramento convertido en un refugio musical para épocas pandémicas, el argentino debutó en Uruguay con un éxito inesperado: presentó seis shows agotados en La Trastienda. Era la etapa de la fugaz “nueva normalidad” con los aforos al 45% y Sujatovich presentó versiones acústicas de su repertorio. Al año siguiente, ya con la banda completa, volvió por la revancha y agotó el Teatro de Verano con La dirección, su tercer disco. Fue una una merecida conquista.
En ese momento, con la vuelta de los festivales masivos y con varias nominaciones al Latin Grammy, el proyecto terminó de tomar vuelo. Sin embargo, a medida que Conociendo Rusia abarcaba nuevos territorios, el artista aprendió una de sus lecciones más valiosas. “Aprendí a manejar el timing de por dónde quiero que vaya el proyecto: cuánto voy a correr y cuánto a caminar”, asegura. “Creo que eso es lo más difícil que tiene la industria de la música, porque todo va tan rápido que si no corrés parece que todo se frena”.
Así fue que nació Jet Love, un disco reflexivo que compuso durante sus giras y funciona como una buena fotografía de ese proceso interno. La canción que abre y da nombre al álbum lo deja claro. “En algún lugar del mundo, / Me perdí en lo más profundo, / Cuando me veas ayudame a salir”, canta. Más adelante, en “Lo mejor” asegura: “Nadie viene preparado para ser un superstar”. El álbum, que suma nuevos hits para su repertorio (“Heridas dulces”, “Te lo voy a decir” y “Lo mejor” son piezas clave), también funciona como la bitácora de una relación amorosa con turbulencias. “Bajamos y subimos, solo sé que ya sos parte de mí”, asegura al final del álbum.
Y con esas nuevas canciones, Sujatovich llegará al Antel Arena para el que promete ser la máxima conquista de Conociendo Rusia en suelo uruguayo. Será una de esas noches con aires de consagración.
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