Por Belén Fourment
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Estaba Juan Casanova para anunciar otra vuelta de Traidores, estaba No Te Va Gustar para celebrar —como hizo el viernes La Vela Puerca— el retorno de Hereford a la escena. Estaban la vanguardia resumida en el trap de YSY-A, el rock clásico en Divididos, la canción pop favorita de los centennials sintetizada en el repertorio de El Kuelgue, estaban las llamaradas y la estridencia de Airbag y estaban, al final, los inmortales himnos ricoteros en versiones de La Kermesse Redonda y la ferocidad de Reytoro para dar el último golpe. Y sin embargo, la verdadera estrella del último día del Cosquín Rock fue Luana: en una nueva edición local de un festival extranjero e históricamente rockero, la figura de la noche fue una cantante de plena, que llegó con reparos y se fue consagrada.
Tras una apertura que había sido más pareja —en términos muy generales— en sus propuestas musicales y con una respuesta tirando a moderada del público, este sábado el Cosquín Rock Uruguay 2023 vivió, en la Rural del Prado, su mejor día y ofreció más de 12 horas de conciertos que le hicieron lugar a la sorpresa y a la emoción. Los pogos abundaron —uno de los primeros apareció hacia el final del show de La Triple Nelson, poco después de las tres y media de la tarde— y, en contraste con el viernes, los hubo salvajes.
Temprano, León Gieco y Agarrate Catalina sorprendieron al público agolpado sobre el escenario principal, en un set que comenzó intimista y pronto viró a un lugar más cercano al rock y al blues que al de la murga y el folclore que se podía intuir. “La violencia” fue el pasaje más aguerrido.
La mexicana Julieta Venegas llegó después en formato cuarteto (a diferencia de lo último que había mostrado en vivo en Montevideo, a trío en un show en el Sodre), para presentar temas de su último disco Tu historia y reversionar clásicos en plan bailable. “Eres para mí”, “Lento”, “Andar conmigo”, “Limón y sal”, “El presente” y “Me voy” la respaldaron en uno de los shows destacados del día.
Para la caída del sol, la banda argentina Conociendo Rusia tomó el lugar central del evento con un repertorio ideal para festivales, con lugar para esos éxitos que la encumbraron como uno de los principales atractivos contemporáneos del rock regional, como "Cabildo y Juramento".
Anuncios, plena y el espíritu redondo
Después, desde que cayó la noche y hasta bien entrada la madrugada, el que circulaba por el predio del Cosquín se podía encontrar con varios mundos.
Estaba, por ejemplo, Juan Casanova que aprovechó la ocasión para poner en escena a su socio Víctor Nattero, anunciar otra vuelta de Traidores (el 3 de junio en Sala del Museo), repasar varios clásicos —"Viviana es una reaccionaria", "Flores en mi tumba" y así— y recordar que hace más de 30 años, en una edición de Montevideo Rock, era su banda la que tocaba en el predio donde en ese momento, dijo, sonaba "música complaciente".
En simultáneo, en el ruedo mayor era No Te Va Gustar la que ofrecía la versión más poderosa de un show repleto de hits de varias épocas, que encendió a un público muy receptivo y llegó a lo más alto con temas como "Fuera de control", "No hay dolor" y una versión de "No era cierto" que, para aprovechar la localía, subió a los hijos de los músicos a escena.
A Zoe Gottuso le quedó chico el escenario secundario, donde fue una de las que mejor convocatoria tuvo. Mezcló sus canciones suaves como "María" o "Ganas" con sus encantadoras versiones de "Amor loco" de Emmanuel Horvilleur, "Fue amor" de Fito Páez y hasta con un fragmento de la cumbia "Tu turrito", que fue un acierto.
YSY-A probó, en el escenario mayor, que no precisa más que los instrumentales, su carisma y sus visuales para contagiar a la audiencia a fuerza de un trap irresistible. Divididos dio su habitual lección de rock con un repertorio arrollador al que no le faltaron los toques emotivos, el recuerdo de vivencias pasadas en la Rural, y una remera de Eté & Los Problems como el corolario de una de las historias más sensibles del fin de semana.
Espero esa remera y por favor XL! Te mando un abrazo!
— Divididos (@DivididosOK) April 21, 2023
El Kuelgue reunió quizás al público más joven de todo el evento, lo hizo bailar con "Circunvalación" o "Jimena" o "Natación" y se lo puso en el bolsillo cuando, solo a guitarra y voz, llegó el momento de entonar "Parque Acuático" que a esta altura es, cuando suena en vivo, lo más parecido a una comunión.
Airbag desplegó todo su arsenal de recursos y en su show convivieron el humo, el fuego, un fanático en escena, "A Don José", su rock más estridente, los viejos clásicos de pop radial en plan "Solo aquí" y hasta "Por una cabeza". Lo de Cuatro Pesos de Propina fue todo salto, mezcla, color.
Y en el medio de todo eso, los highlights. De un lado, compitiéndole sin miedo a la potencia del trío de los hermanos Sardelli, Luana Persíncula en la noche más consagratoria de su carrera, la noche en la que la plena uruguaya llegó al Cosquín Rock y le ganó a cualquier reparo, a cualquier etiqueta, a cualquier prejuicio. La suya era la parada más difícil y la sorteó con armadura de cuero, su repertorio de baile y una inesperada versión de "El poeta dice la verdad" de La Trampa con la que generó su propio pogo.
Del otro, la historia y la tradición en forma de La Kermesse Redonda, ese espectáculo en el que Los Decoradores, una banda con ex Redondos como Sergio Dawi, Semilla Bucciarelli, Tito Fargo o Hernán Aramberri, entre otros músicos, repasa con fidelidad, virtuosismo y sobre todo, corazón, lo más fuerte del repertorio ricotero. De "Toxi - Taxi" a "Preso en mi ciudad", de "Todo un palo" a "Ya nadie va a escuchar tu remera", de "Vamos las bandas" a "Ji ji ji", fue un ritual extasiado que puso a prueba el tiempo. El posible cruce con Skay Beilinson, que había tocado el día anterior, quedó en una ilusión. El resto, el espíritu vivo e indemne de Los Redondos, estuvo todo.
Para cuando el último resto de éxodo masivo dejaba la Rural del Prado, el rugido de Fabián Furtado y su Reytoro todavía era un eco que cruzaba la madrugada como el cierre de una jornada maratónica. Una jornada de música en vivo, que es siempre la mejor manera de celebrar —y vivir— una fiesta.
Con información de Rodrigo Guerra