SONIDOS QUE ANDAN EN LA VUELTA
El viernes, el rapero canadiense sorprendió a sus fanáticos al lanzar su nuevo disco, donde abraza el dance minimalista en canciones que reimaginan su propuesta
El factor sorpresa nunca falla. Casi que sin previo aviso, en la medianoche del viernes Drake publicó el disco Honestly, Nevermind y se volvió tendencia enseguida. Tuvo el mejor debut semanal de Spotify y logró que cuatro de sus canciones se metieran en el Top 10 de las canciones más escuchadas de la plataforma musical en el mundo.
Sin embargo, la sorpresa no se limita solo a una estrategia de marketing para llamar la atención en torno a lo nuevo del rapero canadiense. El necesario sucesor de Certified Lover Boy (2021), que fue un paso en falso en la carrera del hombre que hizo bailar al mundo con “One Dance” y “Hotline Bling”, también representa el inicio de su nueva personalidad musical.
Como si se tratara de un regreso a la mejor cara del mixtape More Life (2017) —especialmente en “Passionfruit” y “Madiba Riddim”—, Drake presenta un álbum de música dance con un interesante abordaje cálido y minimalista en el que se entrelazan influencias del afrobeat y el dancehall.
La primera muestra de este nuevo camino es “Falling Back”, un tema relajado que, inesperadamente, se entrelaza con “Texts Go Green”. Sobre un pulso repetitivo de una batería electrónica y refrescantes acordes de sintetizadores, Drake le canta a una relación se marchita. “¿Cómo me podés decir en la cara que ‘el tiempo cura todo’?, / Entonces, andate y dejame solo de nuevo, / Ya veo que nos desvanecemos”, lanza con un falsete agónico que recuerda a lo mejor de The Weeknd en After Hours (2020).
Ese clima confesional se mantiene durante una gran parte del álbum. “Me mentís y una parte de mí se muere (...), / Jugás con mis emociones”, reclama en "Liability" con la voz filtrada al máximo para generar un tono grave y casi robótico. “Si fuera vos, me odiaría a mí misma, / Dejaste lo nuestro para estar con alguien más”, se lamenta en la ya mencionada “Texts Go Green”, cuyo fraseo relajado recuerda, por momentos, al sonido que construyó en “Passionfruit” y “Tootsie Slide”.
Uno de los grandes aciertos de Honestly, Nevermind llega con “Tie That Binds”, donde un beat irresistible y el estribillo —nuevamente construido sobre un falsete melancólico— se completa con fraseos frenéticos de una guitarra acústica al estilo de “Africa Bamba”, aquella canción que Santana grabó en el megaexitoso Supernatural (1999).
Luego de haber fallado con el interminable Certified Lover Boy —de una hora y media—, que si bien fue acumuló cientos de millones de reproducciones en plataformas tuvo una mala recepción de la crítica, Drake decidió reinventarse. Y Honestly, Nevermind es un buen cambio de rumbo en su carrera. Con las únicas dos excepciones de “Sticky” y “Jimmy Cooks” —que grabó con 21 Savage—, atrás quedó el rap y el trap que tan bien supo exprimir desde que lanzó su debut, Thank Me Later, en 2010. Lo que sí quiso mantener es el tono confesional que había delineado en “Champagne Poetry”, “F*****g Fans” y “The Remorse”.
Sin embargo, Honestly, Nevermind no se trata de un álbum de autoanálisis como en las canciones recién mencionadas de Certified Lover Boy; lo nuevo de Drake se construye sobre todos los sentimientos que atraviesan el final de una relación. “Nuestra química se congeló, nos sentimos desconectados y expuestos (...), / Decime que estás lista para irte”, asume en “Down Hill”.
Coincidiendo con el resurgimiento de la música dance y electropop en el mainstream —Dawn FM, de The Weeknd; y algunas canciones de Un verano sin ti, de Bad Bunny—, Drake apostó por un disco bailable para el verano del hemisferio norte. El álbum presenta futuros hits como “Falling Back”, “Texts Go Green” y “Down Hill”, y, especialmente, le da una nueva vida a la obra de Drake.