Crónica de Olga y las Bandas Eternas en Uruguay: la noche que un show delirante y argentino llenó el Antel Arena

Con música, sorpresas, invitados de primera línea, absurdo y mucho humor, Migue Granados, Lucas Fridman y Tefi Russo trajeron el espíritu de "Soñé que volaba" al Antel Arena y comprobaron el arraigo que tiene aquí su comunidad.

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Olga y las Bandas Eternas en el Antel Arena.
Foto: Gentileza Olga

Hay algo de kermesse en la propuesta de Olga y las Bandas Eternas. Es difícil resumir el concepto: hay humor pero no es un show de humor, hay música pero no es un show de música, hay interacción con el público pero tampoco es que sea un programa. Es una cosa extraña, Olga, esta versión de Olga que el sábado 5 de octubre llena el Antel Arena. En un momento hay más de 6.000 personas riéndose parejo con Saba, un hombre que durante varios minutos lee nombres inventados en un papel larguísimo y dice cosas como "Coti Dementicoti", "Bronco Dilatasergio", "Clang Clang El Azulejo Daribolti".

Hay algo de tribu, en Olga. El público es exageradamente distinto entre sí: todas las edades, todos los formatos, grupos de amigos con impronta de barrabrava, grupos de amigas vestidas casi de fiesta, parejas que llevan demasiados años de casados. Familias enteras (la lista incluye unos padres de hijo adolescente que, ante la multitud, tuvieron que escucharlo a él contando cómo los había escuchado teniendo sexo) y hasta una bebé de cuatro meses, que observa todo como si los ojos estuvieran a punto de salir de su carita.

Y sin embargo, por un rato se siente como una vecindad. Saber que reírse de cosas absurdas e insólitas es una costumbre que se comparte con tantos tan distintos es, se nota, un alivio y una satisfacción. Los números de Olga, el canal de streaming argentino que por primera vez sale de su país para hacer un show de este tamaño, lo constatan, pero no es lo mismo cuando la experiencia se traslada al vivo y esa cosa de internet se traduce en una reunión de tres horas en la que nada tiene mucho sentido.

El motor del proyecto inaugurado en 2023 ha sido, han dicho sus líderes Migue Granados y Lucas Fridman, mantener intacto el espíritu de estar disfrutando con amigos. Eso explica que el Antel Arena sea así, una mezcla de sketches, improvisaciones, canciones, muchos chistes internos, caprichos, irrupciones sutiles, un "Te amo, estúpida, te amo" que algún muchacho con tono de tribuna le grita a Granados apenas comienza la noche, y el conductor responde con una sonrisa de picardía casi infantil.

Es una "joda", una fiesta casera que se ha ido de las manos y en la que se habla y se actúa como se habla y se actúa de entrecasa, pero con profesionalidad empresarial. Despliega su arsenal en la sala cerrada más grande del país, con un show de luces, una banda estable que tiene batería, bajo, tres vientos, dos coristas, dos teclados, guitarra, percusión; la gracia de Granados, Fridman y Tefi Russo (los conductores del programa Soñé que volaba); unas pantallas de ultra HD en la que desfilan visuales hechos para la ocasión, un equipo que mueve a decenas de personas. Hay una sensación de que ninguna idea parece "demasiado". Esto es luz verde al delirio. Y así se pasa bien.

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Migue Granados, Tefi Russo y Lucas Fridman con "Olga y las Bandas Eternas" en el Antel Arena.
Foto: Pablo Chimuris / Gentileza Olga

Martín Reich estira la previa y acompaña a una kiss cam que circula por el público. "Rompelo", reciente estreno de Charly García, marca la entrada de las estrellas de la noche. Goni (Gonzalo Nenna) canta "Butakera" de La Joaqui como si lo poseyera el espíritu de un imitador de Luis Miguel. Lula Salomone entra a puro bombo y bandera con los colores de San Lorenzo. Tefi Russo, que recuerda que hace apenas dos años venía a dar clases de cocina a Uruguay, baja al público y dispara sus "preguntas Betty" que incluyen temas como la masturbación, las drogas o el uso del bidet.

Más adelante, Benja Amadeo (¡Benjita querido!) canta "Aguacates y gemelos", una canción surreal que fue escrita en vivo durante una emisión de Soñé que volaba junto con Mau y Ricky y que dice cosas como "No soy Naiara, me confundo con tu páncreas", y muchos la cantan a los gritos. Para sortear un auto, siete personas del público pasan al escenario a fingir su muerte mientras Migue les "dispara" con un arma de juguete al tiempo que aplica un discurso entre la telenovela y el western que tiene frases como "maldita ramera". Al final, alguien baila disfrazado de empanada.

Y en el medio, mientas las risas van estallando como si fueran salpicaduras, y cada tanto alguien del público se encarga de gritar algo que es parte del código Olga, está la música. Respetando el rasgo diferencial de este streaming, las canciones, tratadas con cuidado y respeto, son tan protagonistas como el resto de los elementos: por ahí pasan Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia con un par de canciones, Agarrate Catalina en tres intervenciones muy efectivas que incluyen mucha ironía hacia los dueños del show, Ruben Rada con su hija Lucila y con Facundo Balta, Benja Amadeo que también hace su hit "Las flores", y un momento sublime con los tres Granados —Pablo y sus hijos Meri y Migue— cantando "Seminare" de Serú Girán.

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Agarrate Catalina en Olga y las Bandas Eternas.
Foto: Pablo Chimuris / Gentileza Olga

Para el final está reservado el Fata Delgado, porque así se termina una buena fiesta. Pero antes de eso hay tiempo para que Miguel toque con su guitarra acústica "Soñé que volaba", la canción de Ella Es Tan Cargosa que adoptó como cortina para su programa, y entonces todas las personas la cantan, y hay un coro de 6.000 voces que convierte al Antel Arena en un fogón, y una entiende que más allá de las risas, el humor y algo que de tan absurdo puede hasta parecer incomprensible, lo más importante es tener un lugar al que pertenecer.

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