Crónica del show de Julieta Venegas en el Sodre: "fiestón" sinfónico y excelencia con una selección uruguaya

Este domingo, la artista presentó su show sinfónico, en el que se acompañó de su banda y de la SUSI (Selección Uruguaya Sinfónica), para reimaginar su obra. Repite este lunes en el Auditorio Nacional.

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Julieta Venegas sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Julieta Venegas sinfónico en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Estefanía Leal.

Antes de estrenar su concierto sinfónico en Montevideo, Julieta Venegas le había prometido a El País que en Uruguay se iba a armar “un fiestón”. No se equivocaba. Lo que se vivió el domingo en el Auditorio Nacional del Sodre fue un crescendo de energía y entusiasmo. El público que llenó la sala Eduardo Fabini comenzó cantando en voz baja el estribillo de “Ilusión” y terminó de pie coreando al unísono, aunque era la segunda vez que sonaba en la noche, una de las declaraciones más potentes de “Algo está cambiando”: “No se ve, pero siento que hay en mí algo que está cambiando”.

La mexicana, que desde 2019 ha mostrado en Uruguay cada una de sus metamorfosis musicales, volvió en su versión más deslumbrante. Lo que comenzó como una gira por el interior en formato unipersonal —una extensión de su proceso de reconstrucción personal, que incluyó, entre otras cosas, una mudanza a Buenos Aires— fue transformándose con el tiempo: primero un trío, luego un cuarteto y hasta un concierto con un octeto de cuerdas. El siguiente paso en esta evolución expansiva era, lógicamente, un espectáculo sinfónico.

Venegas ofreció uno de esos conciertos que rozan la perfección. Acompañada por los 26 músicos de la SUSI (Selección Uruguaya Sinfónica, dirigida por Nacho Algorta) y los tres integrantes de su banda (Juan Francisco Malissia, Belén López y Joaquín Taba Kuwae), reimaginó los mayores éxitos de su carrera. Fue un recital corto —al menos para los estándares actuales: una hora y media—, pero contundente.

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Julieta Venegas en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Estefanía Leal.

Arropada por delicados arreglos de cuerda y vientos, abrió con “Ilusión”, la elección justa para revelar las virtudes de la orquesta en este proceso de revitalización de sus canciones. Con un largo vestido azul, que puede leerse como un guiño a aquel violeta que usó en su MTV Unplugged de 2008 —su único antecedente grabado de una experiencia similar a la de anoche—, se movió por el escenario con la misma soltura con la que suele hacer bailar a sus melodías cuando las canta.

“Siempre cambiar los arreglos me parece importante, porque creo que es una manera de volver a reconocer las canciones”, le explicó a este diario sobre el espectáculo que estrenó el año pasado en su Tijuana natal . “Yo respeto mucho las estructuras, respeto mucho la forma de la canción, pero al mismo tiempo me gusta probar diferentes instrumentaciones y sonidos”.

Las 12 reversiones sinfónicas no solo apostaron por la experimentación, sino por resaltar la esencia de cada letra. “Andar conmigo” se impregnó de un espíritu aún más mexicano con el fraseo del acordeón de Venegas y la tuba de Wilson de Cuadro; “Limón y sal” adoptó la vestimenta de banda sonora de un clásico de Hollywood, en sintonía con el videoclip de 2006; y “Caminar sola” se cargó de dramatismo cuando un muro de cuerdas y las luces rojas que bañaron la sala hicieron aún más palpable la tensión de una frase como: “Me quiero quedar aquí bailando, / Pero no puedo, no, no, no puedo, / Porque tengo miedo de salir / A caminar sola por ahí”.

Julieta Venegas en el Auditorio Nacional del Sodre.
Julieta Venegas en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Estefanía Leal.

“Estamos muy felices”, celebró Venegas en pleno concierto, que produce Piano Piano y que se repetirá esta noche (quedan las últimas entradas en Tickantel). “Qué emoción cantarles, Montevideo. ¡Es una belleza!”. A la artista se la vio tan entusiasmada en escena —no solo por la manera en que bailó en varias canciones, sino por la sonrisa de complicidad con los músicos de su banda y con Algorta—, que incluso mencionó en tres ocasiones que le gustaría salir de gira con este espectáculo. Ojalá suceda.

El segmento sinfónico estuvo repleto de momentos de alto vuelo musical (que tiene todo para convertirse en un buen disco en vivo), como el de la entrega con la que cantó “La nostalgia”, una de las joyas de Tu historia (2022), o los tintes de música disco que le inyectaron una nueva y radiante vida a “Mismo amor” y “Eres para mí”. La cúspide llegó con “Me voy”, que no solo tuvo a Algorta dirigiendo a la orquesta, sino como acordeonista junto a Venegas. Desató una ovación.

Un párrafo aparte merece la apertura de Florencia Núñez, quien por segunda vez abrió un recital de Venegas (la primera fue en 2016 en el Teatro de Verano). A guitarra y voz, interpretó cálidas versiones acústicas de Fe, su nuevo disco, y sobre el cierre invitó al público a cantar el estribillo de “Un amor así”. Para los que se quedaron con ganas de más, el 7 de junio presentará el álbum en el Teatro Solís.

Florencia Núñez en el Auditorio Nacional del Sodre.
Florencia Núñez en el Auditorio Nacional del Sodre.
Foto: Estefanía Leal.

Venegas también tuvo su momento para mostrarse en la versión despojada que presentó Núñez. La segunda parte del concierto, ya sin la SUSI, despegó con la decisión más acertada: en vez de tener a 30 músicos en escena, quedó sola en la guitarra. Como si fuera un fugaz regreso a aquella gira de 2019, se acompañó de su guitarra para cantar la cálida “Despechada mexicana”, que invita a volver a quererse a una misma tras el final de una relación.

Tras semejante intimidad, le llegó el turno a una nueva transformación musical, ahora con tintes bailables. Acompañada por su trío, con los sintetizadores y samplers como protagonistas, cargó de un clima ochentero a “Esperaba” (con guiños incluidos a las percusiones de Clics modernos de Charly García), que enganchó hábilmente con “Debajo de mi lengua”. A esa altura, el público ya estaba entregado al “fiestón”.

El cierre, de la mano de “El presente”, tuvo al público coreando ese estribillo luminoso, y el entusiasmo fue tal que Venegas —que dijo que ya no tenía más repertorio— regresó con la orquesta para repetir “Algo está cambiando”, el golpe definitivo para sellar un domingo de excelencia musical.

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