Crónica del show de Marc Anthony en el Antel Arena: el rey de la salsa dio cátedra entre besos, Dios y Peñarol

A 30 años de su primera presentación en Uruguay, Marc Anthony volvió al país y dio un show histórico en el Antel Arena, donde ofreció una fiesta pasional que tuvo rigor, talento, baile y bendiciones.

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

Marc Anthony toma el micrófono con la punta de los dedos, como si apenas pesara, y lo maneja con la mano floja, como si todo de repente se hubiera vuelto liviano. Lo sostiene a la altura de su abdomen, a más de 30 centímetros de su boca, y desde allí canta con una potencia que se cuela en cada uno de los rincones del Antel Arena. Hace que todo luzca tan sencillo: con su saco elegante, su remera del Harlem, las cadenas que le rodean el cuello y cada tanto sujeta con los dientes, recorre el escenario mientras canta notas exigidas que parecen no costarle absolutamente nada.

Todo tiene la intensidad de una telenovela, de las cosas cuando están a punto de desbordarse, y sin embargo, es imposible notarle el esfuerzo. Profesional con precisión de reloj suizo, cuando está en escena Marc Anthony no trabaja: Marc Anthony disfruta. Eso contagia en la hora y media que dura su show. Eso que grita a los cuatro vientos que no hay lugar en el mundo que le quede mejor que una sala llena de gente delirando por sus movimientos, por su repertorio, por su voz. Eso que construye la fiesta.

Este sábado 28 de setiembre, Marc Anthony volvió a cantar en Montevideo, a seis años de la última vez y a 30 de la primera. "Aquí es donde todo comenzó", susurró en su primera interacción con el público, algunos minutos después de las 21.30. Quiso decir, quizás, que este fue el primer país en el que actuó cuando salió de Estados Unidos a llevar su salsa por el mundo. Empezaba, en 1994, a convertirse en esta estrella que ahora, 2024, tiene magnetismo de divo y la espalda para hacer algo histórico.

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

Con la gira destinada a recorrer toda su obra y un concierto que apenas ronda los 15 temas, el neoyorquino se convirtió en el primer artista en dar un show con la capacidad completa del lugar habilitada (10.400 personas). Para eso, montó el único recital 360° de su tour latinoamericano, dispuso el show en el centro del campo y dejó que el público se distribuyera alrededor. Nunca el Antel Arena se había visto tan espectacular.

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

Como si fuera el tablero de un juego de mesa, el escenario es un cuadrado hecho de pasarelas. Están las cuatro de los lados externos y dos internas que cruzan la plataforma generando, a su vez, cuatro cuadrados en los que se reparten los músicos: en uno, la sección de vientos; en otro, baterías y percusión; en otro, tres coristas, un tecladista, un bajista; en el último, otro teclado, más percusión, una guitarra eléctrica que tiene su momento de brillo rockero en el largo (demasiado largo) solo de "Hasta ayer".

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

Todo eso, 16 músicos que no tienen presentación ni diálogo con el público ni (salvo un par de excepciones) presencia en las pantallas gigantes, se necesita para sostener un concierto que no deja margen de error. Es una cátedra de salsa, con canciones rebosantes de arreglos que ponen a prueba los cuerpos más rígidos, las caderas más tímidas y, cuando llegan las baladas como "Abrazame muy fuerte" o "Y cómo es él", las gargantas.

Mientras suenan "Valió la pena", "Flor pálida" o "Qué precio tiene el cielo", hay parejas que se animan a bailar entrelazadas en el campo del Antel Arena y un movimiento constante que, acá, echa por tierra aquello de que el público uruguayo es apagado y tibio. A unos pocos, cuando los detecta sentados en los pisos más altos del lugar, Marc Anthony les grita: "¡La salsa se baila, carajo!". El resto es todo fiesta. Él mismo, cuando la celebración tiene sus momentos más eufóricos, muestra que no puede evitar emocionarse.

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

Intercala las canciones, los gestos de seducción y los pasos de baile con algunos rezos en voz baja y un par de persignaciones. Tira tantos besos al aire como reparte bendiciones. A un par de afortunadas de la primera fila les firma unos vinilos. Recoge ofrendas: una bandera uruguaya y, más adelante, una de Peñarol, que abraza y luego queda colgada en la mitad del escenario; hacia el final, un boxer con motivos charrúas y corazones, que recibe con simpatía. Hace todo lo que puede hacer para ser irresistible, se ajusta a una ejecución rigurosa que da sobrada muestra de su profesionalidad, pero sobre todo, canta. Porque ahí está su verdadera magia: en el caudal de voz y en la capacidad de interpretación que lo han convertido en una de las grandes estrellas latinas, una de esas que lleva la salsa y la pasión como bandera.

No es fácil ser un cantor popular, encender la llama en el resto, contagiar la fiesta y, aún cuando se guarda cierta distancia de estrella, promover la alegría. Marc Anthony lo hace parecer tan sencillo.

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Marc Anthony en vivo en el Antel Arena, el 28 de setiembre de 2024.
Foto: Leonardo Mainé / El País

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