Cuando se anunció que el siguiente invitado de la noche no tenía nada que ver con el rock, prácticamente nadie podía imaginar lo que estaba a punto de suceder. Fue entonces cuando Chacho Ramos, un emblema de la cumbia del interior, salió a escena para cantar “Zafar”, la canción insignia de La Vela Puerca. Sebastián Teysera, a su lado, contemplaba la escena tan maravillado como el resto del público que agotó la primera de las dos funciones del grupo en el Antel Arena.
Ramos, que adaptó un fragmento de la melodía a su estilo —es que definió como "las canciones bonitas"—, despertó uno de los cantos colectivos más intensos de la noche. despertó uno de los cantos colectivos más intensos de la noche. Mientras tanto, en el campo resaltaban las banderas de Peñarol y Uruguay, los celulares que intentaban capturar la escena y las sonrisas de admiración. Fue uno de esos momentos inolvidables.
Y eso que el espectáculo que La Vela Puerca preparó para su debut en el Antel Arena estuvo lleno de postales de ese tipo. Para hacerse una idea, apenas Ramos dejó el escenario, Ruben Rada irrumpió con el cántico sumamente pegadizo (“Vamo’ La Vela,/ vamo’ La Vela, va;/ un vino pa’ entibiar”) que había patentado en su disco Candombe con la ayudita de mis amigos. Al igual que en el álbum, cantó “El Viejo” junto a Teysera —aunque esta vez con los arreglos originales y no los candomeros—, bailó, improvisó coros y pidió unos cuantos gritos del público. En unos minutos se ganó un “Olé, olé, olé, / Negro, Negro”.
Ramos y Rada fueron los últimos invitados de una lista que fue creciendo durante las dos horas de recital. Arquero interpretó su parte de “La pastilla”, de Discopático, lo más reciente de la banda; Santullo sorprendió con un rapeo furioso sobre el final de “La sin razón”; Manolo Ferreiro tuvo su momento de protagonismo en “Colaboren”; Matías Bello, guitarrista de Mota, se encargó del solo de “De Atar”; y Camila Rodríguez, de Niña Lobo —cuya banda había abierto el show— cantó junto a Teysera “Para no verme más”.
El desembarco de La Vela Puerca en el Antel Arena fue una fiesta a la que no le faltó nada. El arranque, con la canción de Tufic Memet, uno de los miembros de la troupe de Titanes en el Ring, sonando por los parlantes (“No tires arena en los ojos, no tires”), fue el paso justo para el ingreso de la batería de José “PP” Canedo. De a poco, se sumaron el resto de los instrumentos, y la sección de vientos se reforzó con la armónica de Teysera, quien enseguida arremetió con “Jugando con fuego”, uno de los temas estrella de Discopático.
Desde ahí, un repertorio 30 canciones que apenas dio respiro. Con “Huracán”, la segunda de la noche y la primera del histórico De bichos y flores, La Vela Puerca desató el primer pogo de la noche. Y cuando se habla de pogo en un show del grupo, eso significa varios vasos de plástico que vuelan, cerveza que se vuelca por los empujones, una competencia implícita por ver quién salta más alto y, por supuesto, la alegría de cantar junto a un desconocido los estribillos de “Casi todo”, “... Y así vivir” y “Escobas”.
Aunque si se trata de esos clásicos que se cantan a los gritos, “Por la ciudad” despierta un sentimiento de comunidad cuando todo un Antel Arena canta: “Tengo una banda amiga que me aguanta el corazón, / Que siempre esta conmigo, tenga o no tenga razón”. Aunque la frase que adopta mayor carga simbólica llega un poco más adelante: “Hay que reírse un poco que la muerte siempre esta, / Vamos a hablar de algo que nos haga divertir, / Que de tanta sonrisa la muerte se va a inhibir”.
Días atrás, el bajista Nicolás “Mandril” Lieutier le había comentado a Latidobeat que “la banda se siente mucho más cómoda tocando en vivo que grabando discos (...) tiene esa manera de tocar que trata de ser furibunda, adrenalínica”, y cuando se lo ve en escena se entiende enseguida. Desde la sección de vientos que ofrece las melodías más coreables de la banda —“Burbujas” y “Llenos de magia” son los ejemplos perfectos— al muro de guitarras de Rafael Di Bello y Santiago Butler, y del músculo rítmico que forman la batería de Canedo y el bajo de Lieutier, a los detalles del teclado de Diego Méndez, La Vela Puerca suena más aceitada que nunca.
Y un párrafo aparte merecen Sebastián “Cebolla” Cebreiro y Teysera, que son quienes le terminan de dar esa energía “adrenalínica” que describía Lieutier. Mientras Cebreiro se pasea por el escenario resaltando y exaltando el mensaje que encabeza Teysera, el “Enano” apenas se aleja de su micrófono. La energía está puesta en su voz y en el movimiento de sus manos y de la cabeza, con el que subraya la intención de cada frase. Lo bien que se complementan entre sí, especialmente en “El Paraíso”, saca lo mejor del otro.
“Muchísimas gracias, de corazón, por tantos años”, dijo Teysera sobre el final del show del grupo que cumplirá 30 años en 2025. “Gracias por la incondicionalidad, el amor, el respeto, la paciencia y de calenturas, también (...) Las canciones siguen vivas y seguirán vivas a pesar de todos nosotros”. La frase, que era una despedida, despertó una ovación que llevó a que el cantante se animara a un fragmento a capella de “José Sabía”. Fue tanto el fervor del público, que pidió una guitarra para empezar de nuevo. Y así, dio paso a otro de esos momentos memorables: todo un Antel Arena cantando “cuando todo parece jodido es cuando hay que poner”.
“Ojalá que el corazón se vaya palpitando con una alegría inmensa”, dijo Teysera al despedirse. Y así fue.
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