Por Rodrigo Guerra
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Dante Spinetta nunca había sonado tan fresco como en Mesa Dulce. Su nuevo disco resume lo mejor de su carrera en diez canciones irresistibles. Retoma el funky sensual y sudoroso de Chances, aquel disco de 2012 junto a Illya Kuryaki & The Valderramas; demuestra lo que aprendió durante su experiencia junto a leyendas como Bootsy Collins, Stevie Wonder y Earth, Wind & Fire; revive al rap lleno de swing de Pyramide, de 2010; y hasta se anima a la faceta más introspectiva y vulnerable de Puñal, ese álbum de 2017 inspirado en el dolor de una separación.
Con Mesa Dulce, el mayor de los Spinetta ofrece un repertorio altamente bailable con el que dialoga entre el presente y el pasado. Hay espacio para el funk y el soul más vintage, pero también aparecen dos referentes de la nueva generación como Ca7riel y Trueno.
Es, como dirá en diálogo con El País, la consagración del lenguaje que estudió durante tantos años y que finalmente protagoniza a uno de esos discos que crecen en cada escucha.
Y con esas canciones se presentará este jueves a las 22.30 en Medio y Medio, en su esperada vuelta a Uruguay. “Este es un disco para tocar en vivo, así que esperamos llevar Mesa Dulce y disfrutar con ustedes”, le comenta a El País. “Uruguay tiene a una de las primeras bandas de funk del Cono Sur, que es Opa, así que tocar en la tierra de los Rada y los Fattoruso siempre es un orgullo”. Las entradas están a la venta en RedTickets, y los precios van de 1460 a 2060 pesos.
Antes del show, Spinetta dialogó con El País.
—Apenas escuché Mesa Dulce, sentí que era tu disco más genuino. ¿Cómo lo ves vos?
—Yo estoy superfeliz. Para mí también es como decís: lo siento como la culminación de un montón de experiencias. Le puse Mesa Dulce porque siento que es el mejor momento de la fiesta y quizás también sea el mejor momento de mi carrera, al menos en lo musical. Siempre quise sonar como este álbum, y cuando pensaba en hacer funk me imaginaba sonando así, con esos beats, esas letras y esa base que me acompaña: Matías Méndez en el bajo, Pablo González en batería y Axel Introini en teclado. Ellos me acompañan en todos los temas y son unas bestias, entonces se dio todo para dar un salto más en mi carrera. Mesa Dulce es lo más funkero que hice, por lejos, y estoy feliz de haberlo hecho.
—El disco funciona como la continuación natural de las Niguiri Sessions, que adelantaba el abordaje funk de Mesa Dulce. ¿Fue pensado de esa manera?
—Sí, tenés razón. Es la primera vez que me lo remarcan y es verdad. Las Niguiri Sessions vinieron después de un show que hicimos en Niceto, una sala de Buenos Aires. Salieron tan bien que le dije a los muchachos: “Vamos a grabar unas sesiones en vivo”. Al mes y medio nos metimos con las Niguiri Sessions, y las sentí como una especie de celebración de la comunión que se generaba cuando tocábamos en vivo. Después, en medio de la pandemia, me metí a hacer Mesa Dulce justamente con esa energía del vivo y con lo que estaba pasando a nivel funkero. Me sentía listo para llevarlo a otro nivel sabiendo que tenía a mis muchachos al lado. Después busqué a Michael B. Nelson, un arreglador increíble que trabajó muchos años con Prince, para que se encargara de los vientos. Cuando le mandé el material me respondió: “This shit is funky”, y yo me volví loco. Le metió toda la ferretería y fue increíble. Después, lamentablemente, mi madre enfermó y fue todo muy duro. Durante todo ese tiempo paré de componer y el disco quedó en pausa porque dediqué mi energía en ella.
—Así surgió “Primer amor”, una balada que recupera el lado más introspectivo de Puñal...
—Exacto. Yo le había mostrado la melodía cuando la canción todavía no tenía letra y a ella le había gustado, al igual que todo lo funk. Pero, de alguna manera, tuve que parar el proceso de Mesa Dulce para no cambiar la energía ni el brillo de lo que estaba trabajando; quería que mantuviera ese sonido que le había gustado a mi madre. Cuando pude recuperar mi mojo, mi energía vital, mi madre me acompañó como ángel guardián. Entonces, cuando volví a meterme en el flash de Mesa Dulce lo terminé muy rápido. Estoy muy contento porque es un disco muy real, bro. Es un álbum de mucha sangre, vitalidad y agradecimiento, tanto a la gente como a la música porque me la jugué por lo que realmente me gusta. A mí no me importan las tendencias o si el disco va a estar pegado o no; me importa ser yo y crecer de una manera orgánica. Y estoy creciendo porque Mesa Dulce está hecho con el alma.
—Ya que hablás de vitalidad, esa es la palabra justa para definir a Mesa Dulce luego del dolor que sobrevoló a Puñal. Y no va solo por las letras, también está en la música. ¿Cómo lo definirías?
—Yo lo siento como un nuevo amanecer, como un punto bisagra en mi carrera. Cuando estaba terminando el disco tuve una charla con una persona muy amiga de la industria, y cuando le mostré las canciones me dijo: “Dante, no te ofendás, pero dejate de joder.Este sos vos. Sos un tipo versátil que, en términos futbolísticos, juega bien en cualquier posición pero te tenés que poner la 10 y hacer los goles. Tenés que ser esto que suena en Mesa Dulce”. Y esa fue la confirmación para mí: después de tantos años de hacer música, está bueno seguir experimentando pero tenía que hacer lo que verdaderamente sé hacer. Esta es mi posición en la cancha y el funk me permite hacer todo esto.
—¿Y qué tiene de único el funk para que sientas que ese es el lenguaje en el que realmente te podés destacar?
—Combina lo que más me gusta: el ritmo y el groove con la posibilidad de tocar la guitarra, tener buenas armonías, rapear, cantar y hacer arreglos que me llenen y me dejen satisfechos. “El lado oscuro del corazón” es un buen ejemplo: es algo medio neo-soul con unos vientos más retro tipo Sly Stone. En este flash más old school puedo hacer algo bien latinoamericano, bien sudaca, que es único.
—¿Qué te gustaría encontrar cuando vuelvas al disco dentro de unos años?
—El álbum recién arranca porque, más allá de todo el proceso de grabación y de mezcla, Mesa Dulce nace realmente cuando la gente lo escucha. Recién pasaron algunas semanas, así que vamos a ver qué pasa. La historia se está escribiendo y trato de no hacer futurología, pero lo que sí sé es que la mesa está bien servida, que hay funk real y que estamos disfrutándolo. Voy a estar siempre orgulloso de este disco porque tiene amor real. Ahora estoy flasheando con el tour y con la idea de celebrar las canciones con la gente. Eso es lo que más espero ahora.