El miércoles 6 de julio Bizarrap cambió de vida. Hacía tiempo que sus fanáticos conjeturaban sobre la posibilidad de una colaboración con Quevedo -un rapero español de carrera ascendente gracias a canciones como “Si quieren frontear” y “Cayó la noche”-, y el joven de lentes oscuros se divertía mientras alimentaba las teorías. El guiño más claro se vio en marzo en pleno videoclip de la sesión en la que Residente humilló a J Balvin: la sutil aparición de un gorro con una “Q”, apenas un segundo, fue suficiente para adelantar la que después iba a ser, durante al menos 50 días, la canción más escuchada del mundo entero.
Pero Bizarrap, que antes de ser productor estudió marketing y trabajó en la discográfica Warner, prefirió prolongar la espera. Lanzó dos exitosas colaboraciones con Paulo Londra y Villano Antillano -la primera bien introspectiva; la segunda, una canción irresistible para las pistas-, mientras los reclamos por la sesión con Quevedo no paraban de llegar.
Hasta que el 5 de julio, publicó un video filmado en una cadena de hamburguesas. Allí entregaba un juguete con su rostro -y con un parlante que adelantaba 15 segundos de la canción- a todos aquellos que pidieran el “Menú Bizarrap”. En unas horas, ese posteo acumuló un millón de “me gusta” en Instagram y se volvió tendencia en Twitter; la sesión ya era un hit y ni siquiera había salido. Todavía faltaban 24 horas para el estreno de la “Quevedo: Bzrp. Music Sessions, Vol. 52”.
“Bizarrap es la representación de cómo funciona la industria mainstream a nivel global”, analiza el músico y productor Santiago Marrero, miembro de El Cuarteto de Nos y antes de Sante Les Amis. “Entendió a la perfección el lenguaje de potenciar canciones y no tanto discos, y de cómo se manejan los lanzamientos en la actualidad: tiene la capacidad de generar mucha expectativa en poco tiempo”.
Para el caso de Quevedo, la estrategia fue infalible: la canción debutó en el quinto puesto de las más escuchadas de Spotify en el mundo y superó todo lo que “Biza” había hecho hasta el momento. Era solo el comienzo de la ola expansiva.
Musicalmente, la sesión con Quevedo tenía todos los elementos necesarios para consagrarse como el himno del verano en el hemisferio norte. Es un tema para saltar con amigos en medio de la pista, para corear a todo volumen en historias de Instagram y bailar al roce de la euforia. José Luis Gil, el productor español detrás del éxito de Raffaella Carrà y Locomía, lo analizó en diálogo con El País de Madrid. “Quevedo tiene una voz diferente, grave, distinta a lo habitual. Otra peculiaridad: a diferencia de otros temas latinos tiene una melodía muy cantable que se expande. Y una letra bien rimada, con giros graciosos y una rítmica muy utilizada en la música de baile. Es un pleno en todos los ingredientes”.
Por su parte, Eros White, músico y productor uruguayo, comenta a El País: “Bizarrap está exponiendo a un público masivo a sonidos que no se acostumbra escuchar en el mainstream local. La mayoría de las personas que lo escuchan empezaron por el hip-hop, y si bien sigue siendo fiel a ese sonido, últimamente ha sacado canciones superpop con bases de house y techno. Está rompiendo el estándar del Top 40 sudamericano”.
La fusión entre las melodías pop, el fraseo pegadizo de Quevedo y el pulso altamente bailable del techno hizo historia el 16 de julio, cuando la “Quevedo: Bzrp. Music Sessions, Vol. 52” se impuso a Harry Styles en la lista global de Spotify. “Número uno en el mundo, wacho; no lo puedo creer”, celebró Bizarrap desde un backstage de París.
Esa canción, que hoy acumula 873 millones de reproducciones en la plataforma, lo consagró como el nuevo referente de su generación. Así encabezó festivales de Latinoamérica y España, generó cifras arrolladoras en YouTube -según Forbes, sus canciones pueden haber recuadado 11 millones de dólares solo en 2022- y musicalizó el momento más esperado de fiestas en todo el mundo.
Fue el paso que le faltaba al productor, que ya había consolidado la popularidad de artistas en desarrollo como Nathy Peluso, Nicki Nicole, L-Gante y Tiago PZK. “Bizarrap es el referente de la escena argentina que viene de El Quinto Elemento y de la Batalla de Gallos”, explica Marrero. “Vio crecer todo ese movimiento y lo potenció”. Eros White agrega: “El fenómeno Bizarrap está directamente vinculado con la colaboración de artistas de todas partes del mundo, ya sean los referentes de sus géneros o artistas nuevos, lo cual inevitablemente lleva a la gente a descubrir música nueva”.
A su vez, es la materialización del famoso do it yourself que hace años define el trabajo de tantos jóvenes nacidos en la era de internet. Todo empezó en 2012 con una laptop a la que le faltaban dos teclas. “No tenía ni escritorio. Producía con un almohadón en la cama”, le dijo el año pasado a Rolling Stone. “Ponía la compu arriba del almohadón y no tenía ni (teclado) midi: tocaba las notas con las teclas de la computadora”.
En 2017, mientras estudiaba marketing y producía las canciones de sus amigos, lanzó su canal de YouTube, que poco tenía que ver con lo que hace ahora. Bajo el título de Combo Loco, tomaba videos de batallas de freestyle de El Quinto Escalón y les agregaba beats y ediciones bastante bizarras. De ahí el seudónimo que adoptó Gonzalo Conde: “Si era bizarro, iba a llamar la atención. Y se me ocurrió al toque, pum: Bizarrap”.
Ese nombre artístico es la síntesis de toda una estética. Es el gorro con un “BZRP” estampado y el par de lentes espejados. Es la escenografía de estudio casero que protagoniza cada videoclip. Es el anuncio de una canción 24 horas antes de su salida. Es la risa vergonzosa en cada aparición. Es la frase viral “El beat, amigo, el beat”.
Es, también, el puñado de cifras astronómicas: 34 millones de oyentes mensuales en Spotify, 16 millones de suscriptores en YouTube, 856 millones de reproducciones acumuladas en los cinco videos que publicó en 2022. En noviembre, cuando sacó el video de su esperada sesión con Duki, generó tres millones de clics en una hora.
Es un chico de Ramos Mejía. El que no trabaja con grandes sellos, casi no da entrevistas, nunca sacó un disco y es el faro de la nueva música argentina. Marrero lo resume así: “Es impresionante que haya un joven argentino productor a esos niveles masivos de escuchas”.