Debutó en un escenario a los nueve, tocó con Natalia Oreiro, y ahora trae su proyecto solista a Montevideo

La cantante, productora y multiinstrumentista argetina Lucy Patané tocará el 2 de setiembre en el marco del ciclo Marea de la Sala Zitarrosa. Quedan entradas a la venta por Tickantel.

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Lucy Patané.
Lucy Patané.
Sofía Martinsen.

"Me cambió todo, la agenda, las prioridades, donde poner la energía. Si bien vengo tocando hace casi 30 años, es un proyecto nuevo”, dice la cantante, productora y multiinstrumentista argentina Lucy Patané a El País. Se refiere a su proyecto solista que tomó forma con el homónimo Lucy Patané, su primer álbum, lanzado en 2019 y que ganó el Premio Gardel a Mejor Disco de Rock Alternativo.

Antes de poner las energías en algo suyo, Patané hizo parte de bandas como El Tronador, La Cosa Mostra y Las Taradas. También tocó con diversos artistas, incluyendo a Natalia Oreiro. Estos proyectos la han traído a Montevideo en algunas oportunidades: con Las Taradas vino a La Trastienda en 2016, a la Sala del Museo en 2017 y a La Zitarrosa en 2018. El próximo 2 de septiembre volverá a cruzar el charco, sin embargo, esta vez el encuentro será distinto. Viene en formato solista con sus guitarras de 6 y 12 cuerdas a dejar las canciones que marcan este nuevo momento en su trayectoria, donde volcó el acumulo de años de “hacer que la música suene”, en algo solo suyo. Tocará en la Sala Zitarrosa en el marco del ciclo Marea y quedan entradas a la venta en Tickantel.

Patané tiene 38 años y su primer toque en vivo fue a los 9. A propósito de aquel primer concierto en el que tocó con la banda de su hermana Ana, que se había quedado sin bajista, hay un registro que ella atesora. Está sentada sobre un cajón de envases retornables, arriba de un escenario montado en un estacionamiento de un supermercado de Quilmes —donde nació y creció—, tiene un Gibson Grabber con cuerpo de madera sobre una de sus rodillas y lleva una expresión seria de concentración. Los dedos largos y delicados que aprietan al instrumento y la tierra en sus rodillas terminan de contar la historia de aquella foto. “Tenia las rodillas sucias de haber estado jugando antes”, recuerda y se ríe.

Tocó de los 9 a los 13 en esta banda llamada Sangre Azul y luego, cuándo el ritmo de ensayos y presentaciones se hizo demasiado para una niña que recién empezaba a transitar la adolescencia, decidió dejar la música a un lado. “Haber empezado de tan chica en un momento también fue motivo de crisis. No quise más, de repente era demasiada responsabilidad”.

Viene de una familia de músicos y en su casa los instrumentos, los discos y la libertad de probar y aprender fueron algo constante. Así, tras aquella pausa, a principio de los 2000 se reencontró con la música en una banda llamada Panda Tweak. Más tarde conocería a Paula Maffía, con quien co fundaria proyectos como La Cosa Mostra, Las Taradas y el más reciente, Lesbiandrama, proyecto que en marzo de este año lanzaron en formato EP. “Mi escuela siempre fue tocar un montón y con mucha gente, formar redes”, dice.

De la época en que giró con Natalia Oreiro por Rusia, le queda el recuerdo de amor y locura del público por la uruguaya. “Fuimos a presentar el disco, porque ella justo había hecho la película de Gilda y había sacado el álbum. Ver a las pibas rusas con la corona de flores y cantando en castellano las cumbias de Gilda fue muy loco”, recuerda.

En estos años Patané se fue fogueando como compositora y multiinstrumentista y buceó en proyectos que le forjaron como artista. “Llegó un momento en el cual estaba tocando con Las Taradas, estaba acompañando a Diego Frenkel, a Paula Maffía y también a Marina Fahes. Era un montón, pero empecé a sentir una insatisfacción un poco extraña y entonces ahí me di cuenta de que tenía que empezar a hacer algo mío”, cuenta.

De a poco, las ganas empezaron a dictar hacia donde ir y encontró el rumbo. Sin decir a nadie, trabajó durante dos años en su primer disco en un proceso que califica de “enroscado” e “introspectivo”. “Nadie sabía que yo estaba haciendo ese disco. Y cuando sabés que nadie te está mirando o esperando algo de vos, hay una manera de obrar las cosas que a mí me encanta”.

Durante ese proceso, fue seleccionada para una residencia artística en Belo Horizonte, Brasil. Pudo intercambiar con artistas de otros países, conocer sonidos que la inspiraron y esa experiencia la marcó. De ahí que en canciones como “Clavícula”, mezcle un poderoso pandero con guitarras distorsionadas. “Cuando volví de este viaje le di con todo y lo terminé (el disco), me volví mucho más inspirada”.

El año pasado giró por Europa y en noviembre hizo su show más grande en Niceto Club. El concierto quedó registrado en Salir de acá, un álbum en vivo donde quiso eternizar la energía de aquel momento. Ahora, finalmente se reencontrará con el público uruguayo en un noche donde ella, su lenguaje, su talento y su actitud rockera estarán en el centro del escenario.

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