ENTREVISTA
El cantante y compositor tiene nuevo disco, "Eternos misterios", y lo celebra en vivo este jueves en Enriqueta. Antes habló con El País de su presente.
Cuando la pandemia se impuso, Diego Drexler vio el derrumbe de cada uno de los planes que tenía para Pampero, el disco que había editado en 2019 y que, entre otras cosas, pretendía hacer girar por el país. Entonces la única manera de hacerle frente a la vida trunca de aquel álbum fue enfocarse en otro. Recuperó canciones sueltas de los últimos años, compuso, investigó, buscó y buscó hasta que llegó a destino. Y ahí estuvo Eternos misterios.
El disco, su tercer material solista, fue lanzado en diciembre de 2021 en una decisión de calendario que tuvo que ver estrictamente con otro nacimiento, el de su hija Juana. Para su llegada, puso el disco en pausa mientras la música siguió haciendo su recorrido natural, y hoy le vuelve a dar play con una presentación que es más bien celebración.
Desde las 20.30 en Enriqueta (21 de Setiembre y Bulevar Artigas), Drexler se presentará en vivo en un evento con entrada libre y brindis incluido.
El festejo será doble porque conectará la causa detrás de Eternos misterios —lo recaudado por ventas de la edición física irá para la Fundación Cero Callejero, que trabaja para dar albergue a los animales sin hogar—, con el hecho de que Enriqueta sea el primer local gastronómico pet friendly de Montevideo.
“Hay dos momentos”, dice Diego Drexler cuando piensa en el eterno misterio de la música, ese que le inspiró la canción que al final le dio nombre al disco. “Uno fue cuando Cursi paró de tocar, en 2012; de forma totalmente abrupta, por un tema de salud, la banda, con un disco nuevo sonando, queda muerta. Ahí no sabía si iba a volver a tocar, pensé en pintar porque pinté toda la vida, pero tuve una visión de lo que yo sería sin música, una imagen mía en el futuro, y no me gustó lo que vi. ¡Horrible! Y ahí me di cuenta de que iba a seguir más allá de todo”.
El otro momento tuvo que ver con una frase que le escuchó a Fernando Cabrera, y que decía más o menos así: “Me rindo a la diosa de la música y ella dispone de mí, soy un agradecido de que me haya aceptado”. Eso, cuenta el cantante, fue increíble: “Estamos siempre reclamándole cosas a la música, pero nunca nos dimos cuenta de lo agradecidos que tenemos que estar de que nos haya permitido entrar. Y es desde ese lugar: todo lo demás —si te va bien, si cortás tickets, si un sello te firmó— es secundario”.
Algo de eso está en el núcleo de este trabajo, cuyo sonido —compacto, directo, de banda— tuvo que ver con los cambios en su entorno. Primero consolidó un trío con Fernando Servian y Federico Buono, después integró a Leandro “Lengua” Dufau en guitarras, y luego se lanzó a la aventura propia de tocar sintetizadores y hacer programaciones. El proceso, dice, podría derivar en una banda; aunque se lo cataloga como cantautor, Drexler es un artista de colectivos y además de Cursi estuvo en proyectos como Ludique y Los Travelin’ Irvins.
“Yo no llegué a hacer esto por decisión propia. Y no voy a hacerme el pelotudo: no es fácil cargar con el apellido Drexler teniendo a (sus hermanos) Jorge y también a Daniel. Obviamente que te abre caminos, pero también te los cierra”, asegura. “Pero a sacar discos como Diego Drexler me llevó la vida misma. Yo soy una persona que trabaja mucho mejor en contextos grupales”.
Sin embargo, más allá de los grupos, de los apellidos y los tiempos, está la vocación, y eso es lo que celebra Eternos misterios. “A mí la música me mueve”, resume, y agradece.