Diego González y el camino que lo llevó a su nuevo disco, "Días de fuego y fantasmas"

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Diego González. Foto: Paulo Herrera
Paulo Herrera

LANZAMIENTO

El cancionista uruguayo conversó con El País sobre el disco que lanzó en setiembre, y que es uno de los álbumes uruguayos destacados de 2021

Desde que terminó el proceso de su primer disco, Diego González ya sabía qué era lo que tenía que venir después. Tras la salida de Uno (2017) al que hoy define como “hiperecléctico” y resultado de un proceso “desordenado”, el cancionista necesitaba un aliado para pulir un estilo propio. Alguien que lo acompañara en el difícil camino de tamizar, de pasar la música por un filtro y dar con su sello personal.

Encontró esa figura en Guillermo Berta, el hombre detrás de algunos de los álbumes uruguayos que lo habían obsesionado en tiempos recientes, como Palabra clásica de Florencia Nuñez o los últimos trabajos de Franny Glass. A Berta le llevó 33 temas, la referencia de trabajos de Father John Misty, Beck y hasta Andrés Calamaro, y con él buscó y buscó hasta que llegó a Días de fuego y fantasmas, de los mejores lanzamientos nacionales de 2021.

Con un eje temático y emocional que lo dejan al borde de la categoría de disco conceptual, Días de fuego y fantasmas ofrece 11 canciones (y un bonus track) que visten elegante y bailan en penumbras con el placer de la melancolía. Hay un sonido muy definido, sobrio pero sofisticado, que abraza el cuerpo de melodías agradables.

En charla con El País, González dice que le fue fácil asumir que este era “otro disco, otro proceso” distinto a Uno, que le valió el Premio Graffiti a mejor artista nuevo en 2018. Dice que si bien la búsqueda de la canción perfecta siempre está, acá pesaba más la intención de cambio. Y dice que “Nuestro fuego” y “Días”, los dos temas con invitados (Luciano Supervielle, Loli Molina), son los que le dan total sentido al álbum lanzado en setiembre.

El sentir de Días de fuego y fantasmas se completa con la foto del día en que el músico escuchó el arreglo de cuerdas que protagoniza “Miedo y canción”. Volvía a su casa, las bolsas del supermercado en la mano, y se detuvo en una parada del Centro para escuchar, bajo lluvia, aquello que acababa de llegarle a su mail. Ahí, González entendió que su disco tenía que ser así: que tenía que capturar algo de esa épica tan montevideana como imposible.

Ahora, mientras combina los distintos aspectos de su vida (además de la música, González trabaja en Canal 10 y es jefe técnico en Magnolio Sala) y aprende del proceso, dice que quiere “darle cancha al disco, que baile, que cante, que suene”, para más adelante, presentarlo en vivo “sin presión”.

—¿Qué es lo más satisfactorio de hacer canciones, de estar en este camino de la música?

—Encontrar gente que se encuentra en ese lugar que (el tema) “La canción que hay que escuchar” dice. Si mi canción es la canción que hay que escuchar en la vida de alguien, ya está. Después viene todo lo otro que es lo que estás todo el tiempo buscando —llegar a tal lado, telonear a tal persona, tocar con tal—, pero la satisfacción real, intangible y del día a día es encontrarte con una persona que sube una historia con un tema tuyo y dice: “Esta canción me salvó el día”. O encontrarte laburando con gente que respeta tu camino y tu laburo. Porque esto es chiquitísimo, y encontrarte con alguien que escucha tu canción, eso es lo real.

presente

La ética de trabajo y la vida cotidiana

"Siempre veo el vaso medio vacío, siempre creo que podría ser mucho mejor en la producción y en dedicarme más a mi laburo como cantautor. Siento que todavía no estoy en un plan de ética de laburo de 90%. Pero es lo que es", dice Diego González cuando habla sobre su ética de trabajo, que consiste en compaginar lo artístico con las tareas que desempeña día a día.

"A mí me costó no renegar de ese rubro. En Canal 10 laburo hace 11 años ya, después fui sonidista en Tenfield y ahora estoy de jefe técnico en Magnolio Sala, y me costó aceptar que eso es parte de mí, cuando hago lo otro. Me costaba estar en unos (Premios) Graffiti tirando cables para Tenfield y ver pasar a Socio, y a los dos meses tener que grabar mi disco. O estar en el Campeón del Siglo, también tirando cables, y pensar: quiero estar donde está, no sé, (Jorge) Drexler. Y con la sala me pasó, me costó abrazar que esta es mi otra parte sin ponerme en el plan chiquito. Y si bien es algo que tengo que laburar mucho, ya lo estoy aceptando y además, todo eso me da sustento para grabar el disco que quiero. Es aceptar que casi todo el tiempo vas a estar medio vacío, pensando en lo que querés hacer después".

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