Dillom pudo haber hecho su "Motomami", pero eligió dar un salto y llega a Montevideo con una misión cumplida

El viernes, el artista argentino Dillom presenta en vivo "Por cesárea", uno de los mejores discos argentinos de 2024, en Sitio del Velódromo. Antes conversó con El País sobre la búsqueda de prestigio y el curioso detrás de su último show en Uruguay.

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El artista argentino Dillom, para su era "Por cesárea".
Foto: Agustina Lamanuelle

Antes de salir al escenario a dar su último show en Uruguay, Dillom (23) revoleó las sillas de su camarín y lanzó por el aire todo lo que tuvo a mano. Estaba enojado. Su equipo, su banda, sus íntimos, lo miraban en silencio desde los rincones, como el niño que es testigo de una pelea entre sus padres y sabe que no hay mucho más que hacer salvo esperar a que pase la tormenta. Así que le dieron su espacio y al mismo tiempo se hicieron sentir, como si fuera necesario que él percibiera la contención. Esperaron hasta que él respiró, aflojó los músculos y dijo que ahora sí, que estaba listo para salir a tocar. Boca Juniors, el cuadro de sus amores, acababa de perder la final de la Copa Libertadores ante Fluminense y después de un partido larguísimo. Y a Dillom el fútbol le provoca cosas así, emociones intensas, estar al borde del abismo.

Algo de esa visceralidad está en el corazón de Por Cesárea, el disco que lanzó en abril y es uno de los 10 álbumes argentinos más escuchados en streaming en lo que va del año. Con él vuelve a Uruguay, exactamente al mismo lugar donde aquella tardecita del 4 de noviembre, en el marco del Festival Sonorama, se tragó la rabia mientras deshacía el orden a su paso.

Este viernes, Dillom presentará en vivo Por Cesárea en Sitio, la nueva locación ubicada en el Velódromo, con entradas a la venta en la web Entraste. Podría leerse como una revancha, una buena forma de borrar el sinsabor. Pero en verdad es todo alegría.

“Yo creo que la gran conquista de Por cesárea es de por sí el éxito que obtuvo. O sea, para mí es una gran conquista porque yo, siendo sincero, no sé si le tenía mucha fe al disco”, dice ahora en videollamada con El País. “Como que a mí me encantaba, pero no le veía un potencial de público, un potencial comercial o algo así. Y la verdad es que la gran conquista de esto es poder demostrar, y demostrarme a mí mismo, que uno puede hacer la música que le gusta, que puede experimentar por otros lados sin caer en la fórmula. Más que nada fue una gran conquista para mí mismo. Yo podría haber hecho Post Mortem 2, y no lo hice. Entonces tomar ese riesgo y que haya salido de esta forma es un gran boost de ánimo y me da mucha más cintura para poder, el día de mañana, seguir experimentando, y confiando en mi propia visión”.

Detrás de "Por Cesárea", uno de los discos del año

Dillom, que con su álbum debut Post Mortem de 2021 había conseguido una buena acogida de audiencia y crítica (y dos nominaciones a los premios Gardel), tenía dos opciones: hacer un disco que hiciera que todos lo tomaran en serio, o hacer su propio Motomami y, como Rosalía luego de su aclamado El mal querer, entregarse al entretenimiento. Se inclinó por lo primero, porque en la creatividad es importante el instinto. Y aunque nadie sabe qué hubiera ocurrido si optaba por el otro atajo, la jugada funcionó.

En Por Cesárea, el artista cuenta una historia, un relato, que es una suerte de autoficción. Dillom se preguntó qué hubiera sido de su vida si hubiera tomado las decisiones equivocadas. A partir de eso escribió la historia de un hombre roto, que empieza su derrumbe cuando se obsesiona con una mujer y comete un femicidio. El desenlace es inevitable. El camino hacia él es cine.

Por eso, Dylan León Masa, cantante y compositor, niño maldito, una picardía tierna y blanca envuelta en un manto oscuro (presenció a los 15 el allanamiento en el que su madre terminó presa, se mudó con su padre que lo terminó expulsando de la casa, lo acogió un amigo), dice que su momento favorito del disco es "Muñecas". La canción suena justo a lo que podría sonar el derrumbe: entra atrevida, montada en una juguetona línea de bajo; le hace un guiño a Miranda!, surfea entre sonidos electrónicos y de repente cae en picada al inframundo. Todo se vuelve denso, opresivo, como la génesis de una pesadilla.

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Dillom.
Foto: NODUERMO

"Quería jugar con el límite de una relación que se va volviendo tóxica, que al principio puede parecer un juego o algo más sexual y de un momento al otro empezás a decir: che, pará, esto no está bueno", dice Dillom. "Es el clímax de la historia. Es el momento más difícil de llevar a cabo en el disco y en la canción en sí. Estoy muy contento de cómo quedó y cómo logramos transmitirlo".

El mérito es compartido con el productor Fermín Ugarte y el ingeniero de sonido Santiago de Simone. Son el núcleo duro de un proyecto ambicioso, que en vivo busca llevar al público a vivir "una experiencia" y que en estudio logró mezclar a Andrés Calamaro y Lali con María Elena Walsh (no así a Gaspar Noé: que haya un "Irreversible" es una casualidad y Dillom aún junta coraje para ver la controversial película).

Lo que hay, lo que parece envolver a Por cesárea y este momento de uno de los artistas más interesantes de Argentina, es una necesidad de trascender, como si eso que canta en "Mi peor enemigo" —“odio la idea de marcharme siendo uno más del resto”— fuera su mayor inquietud.

"Ya después de dar un buen primer paso y haber sacado un disco exitoso, con el segundo disco yo quería decir: puedo elevar la apuesta, puedo hacer algo mejor, algo mucho más profundo y consolidarme como alguien que pone mucho trabajo y mucha atención, y que la gente realmente se tome en serio lo que yo hago. Entonces sí, un poco esa es la forma de trascendencia", dice. "Había dos caminos, y decidí tomar el que implicaba ir más allá, ir a algo mucho más enroscado y profundo, y ganarme ese prestigio que quería ganarme".

Ahora que consiguió su objetivo, ¿será momento de ir en busca de su propio Motomami? "La idea la estoy trabajando todavía, no tengo definido eso", dice Dillom a El País. "Estoy empezando a laburar y estoy bastante motivado, que eso es una buena señal. Pero lo que sé es que voy a hacer algo que no tenga que ver con nada de lo que ya hice, por lo menos en el corto o mediano plazo. No me gusta hacer las mismas cosas dos veces. No sé, soy alguien que se aburre muy rápido".

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