Tras colgar el cartel de agotado en sus conciertos en Estados Unidos, Argentina, México o España, el Motomami World Tour de Rosalía se cerró el 18 de setiembre en París. Fue el final de un año redondo, que la coronó como la artista mejor reseñada de la temporada según la crítica especializada internacional, la que firmó el mejor álbum de 2022 y la que elaboró una performance en la que se dejó hasta el pelo y las lágrimas.
“Ser una popstar nunca te dura, pero esta gira la voy a llevar siempre en el corazón”, resumió en sus redes sociales, ese espacio que, como el escenario, también es su mundo. Esta es la cronología de un fenómeno tan naif como sensual y arrebatado.
Aunque sigue siendo su mayor inspiración, Rosalía no se limita al flamenco. Sin orígenes gitanos, descubrió este género durante su infancia en su Cataluña natal, por amigos andaluces. El flechazo fue instantáneo. En 2017, su primer álbum Los Ángeles, en el que canta sola acompañada de una guitarra, la integró en este género tradicional. Fue un éxito de crítica, pero no le dio el reconocimiento internacional que iba a llegar un año más tarde, con El mal querer y sus 25 años.
El disco, que logró el premio a Álbum del Año de los Grammys Latinos y se llevó otros tres galardones ese año, refleja el imaginario español y flamenco de Rosalía, acompañado de tonalidades más pop y bailables.
Dividido en 11 canciones, este trabajo conceptual que empezó como el proyecto de graduación de la cantante relata las etapas de una relación de amor tóxico, inspiradas en la obra medieval anónima Flamenca. A medida que pasan los capítulos, la protagonista progresa hacia la emancipación.
A partir de ahí, Rosalía pareció atreverse a todo. Hizo duetos con Ozuna, The Weeknd, Bad Bunny o Travis Scott, Billie Eilish y Tokischa, pero una de las que más destacó la generó con el colombiano J. Balvin. “Con Altura” salió en 2019 y tiene más de 2.000 millones de reproducciones en Youtube. Fue uno de sus primeros temas de reggaetón, apenas un aviso de lo que iba a venir.
La revolución Rosalía
“Siento que en Motomami hice y dije exactamente lo que quería decir y hacer, a mi manera. Después de esto no hay vuelta atrás”, declaró en una reciente edición estadounidense de la revista Rolling Stone.
Publicado en marzo de 2022, Motomami fue aclamado por la crítica y el público. La mariposa se convirtió en el símbolo de esta etapa, en símbolo de transformación, como canta la propia Rosalía en “Saoko”: “Yo soy muy mía, yo me transformo / Una mariposa, yo me transformo”.
Pop, reggaetón —mucho reggaetón—, hip hop, electro, jazz, fusiones imposibles, una producción minuciosa: el álbum abarca todos los géneros y ofrece un contenido íntimo. Hay sexualidad explícita, feminismo, espiritualidad, amor propio, vulnerabilidad y el lado oscuro de la fama.
Rosalía es sonido y canciones, pero también es una estética extremadamente cuidada y ligada a España, presente en sus clips, portadas de discos y en sus conciertos. Hay guiños al cine de Bigas Luna o Pedro Almodóvar, y la esencia de una patria que llevó al escenario en forma de toreo, religión y mucho de lo telúrico, lo lorquiano.
Todo eso estuvo pasado por el filtro de las redes y TikTok: su propuesta de show en vivo bebe directamente de ese plano e incorpora con acierto los códigos de la generación Z. Su gira fue conceptualmente revolucionaria.
Además, aunque perdió el mano a mano con el uruguayo Jorge Drexler en los últimos Grammy Latinos, este año volvió a ganar el premio a mejor álbum, con “D” de dinamita, “H” de hondura y “T” de titánica. La “Rosi season coming” que vaticinó en “La Combi Versace” fue un éxito rotundo.
Con información de AFP, EFE