Desde sus 15 hasta hoy, Chacho Ramos ha cantado en los rincones más remotos de Uruguay, un país que ha recorrido a lo largo y ancho con la famosa bandera de sus “canciones bonitas”. Entonces, ¿qué tiene de especial la gira nacional que acaba de anunciar como festejo de sus 40 años de carrera?
Todo, se podría decir. A tres meses de cumplir 55, Chacho Ramos vive un nuevo comienzo. Tras 39 años de atender todos los frentes de su empresa —“yo contestaba el teléfono, llevaba la agenda, hacía los arreglos”, dijo el martes en un lanzamiento en Magnolio Sala—, la estrella de Casupá finalmente tiene un mánager. Y con su banda entendieron que este, un aniversario redondo, era el momento indicado para apartarse un poco de los bailes. Es un cambio de frente: a lo largo de 2025, Chacho Ramos soltará la trasnoche y recorrerá 19 departamentos en shows aptos para todo público en teatros, festivales, estadios.
“Vamos a tener una estructura, una forma, un orden. Es esa la palabra, orden: le estamos tratando de poner más orden y profesionalismo a la parte artística que era a la que nosotros nos dedicábamos más, porque yo soy músico, no empresario”, dijo a El País el miércoles, en la primera tarde de lluvia en semanas y en el centro de Montevideo, la ciudad que lo adoptó.
Carlos Alberto Ramos Cruz, “Chacho” desde que era niño y unos vecinitos intentaban decirle “Carlos” y quedaron ahí, en una palabra a medias, es uno de los artistas más populares del Uruguay, el que se formó en el tango y se volvió exponente de una charanga o cumbia del interior que es la orgullosa herencia latinoamericana de la que habla con pasión. Si se le pregunta por el futuro, es un hombre manso que bajo ningún concepto quiere dar la impresión de un ídolo con ambiciones. Pero cuando se le pregunta por la ruta del vallenato en Colombia, todo cambia: su conversación cobra una cadencia alegre, los músculos de la cara se le relajan, el tarareo se le cuela entre las palabras.
El flechazo de la cumbia: cómo Chacho Ramos se enamoró del género
"Yo empecé a estudiar guitarra con ocho años, mi mamá me regaló una guitarra y me puse a estudiar. Cuando empecé tocaba folclore y tangos. Por eso hace poco, que me invitaron a cantar tango al Teatro Solís, posiblemente muchos pensaron: 'un cumbiero cantando tango'. Sin embargo es lo que yo estudié, y me dio una satisfacción impresionante volver a mis raíz. No era un género nuevo para mí. Yo sé muchas letras de tango que canté toda la vida, pero no en mi trabajo en orquesta", cuenta en charla con El País.
Vuelve a la niñez. "Había algún familiar que viajaba, traía discos de salsa y me empezó a gustar. Empecé a escuchar alguna orquesta de acá, Los Graduados que me gustaban mucho, seguí mucho al Chato Arismendi cuando estaba en Grupo Latino, y después me gustaba salir a los bailes. Entonces empecé a crear un vínculo con las orquesta de música tropical. Y me empezó a gustar el swing del género", relata.
A partir de ahí, Chacho Ramos investigó sobre todo la música colombiana y se enamoró del vallenato cuando nadie parecía escucharlo. "Estaba el acordeón, el sonido del vallenato que es como un lamento. Es tan, tan cultural el vallenato, es parte del folclore latinoamericano. Y a mí me gustan las cosas autóctonas, soy fanático de lo autóctono, y toda esa cosa me atrapó y la fui tomando como propia, y la posibilidad que tenía de hacer algo parecido a eso era entrando en la orquesta de mi pueblo", explica.
Al final confiesa: "Yo creo que es muy latinoamericano todo lo que tengo en la cabeza, y eso me ha permitido poner mi impronta en la orquesta a partir de las influencias del folclore uruguayo, de la milonga, del candombe, de las zambas, de las chacareras argentinas. Cuando fui a grabar 'Qué tiene la noche', que en la primera grabación el arranque lo hice yo con el teclado, lo que tenía en la cabeza eran los acordes de una chacarera".
Ahora, a 40 años de haber empezado en esto de la música, Chacho Ramos quiere entregarse al arte. Lleva años trabajando en un disco de colaboraciones internacionales, tiene un estudio de grabación en su casa, escribe sus propios arreglos, trabaja con ahínco en cada una de sus canciones. No fantasea con ninguna grandeza: ha vivido para tocar, dice. Es lo que quiere seguir haciendo.
De eso, parte de su charla con El País.
—¿Identificás el momento que te convierte en el Chacho Ramos masivo?
—Creo que sí... Creo que masivamente me convertí en Chacho Ramos cuando fui a Mogambo, a Artigas, porque “Sol Negro” fue la primera canción que grabé en Mogambo, y fue un éxito a nivel nacional. Impresionante esa canción. Y ahí obviamente que me di a conocer. Fue como una presentación.
—¿Te acordás cómo viviste el impacto de esa canción en ese momento?
—Me acuerdo clarito. Era una canción que yo no quería grabar, porque me parecía que la letra era... No me gustaba.
—¿Por qué?
—¡Y porque hablaba de un sol negro! (se ríe) No me gustaba. O sea, ahí se manifiesta mi gran sentido comercial, ¿no? ¡Me negaba a grabar un éxito! Me negaba, hice todo lo posible para no grabarlo, pero bueno, yo acataba órdenes y hasta Doña Gladys, la madre de Pinky, el dueño de Mogambo, me decía: “Mijito, grabe esta canción que mire, ¡esto es precioso!”. “¿Le parece, Gladys? A mí no me gusta…”. Pero bueno, se grabó y recuerdo que un día íbamos a tocar al Chuy y en el ómnibus prendieron la radio y dice el locutor de la radio: “Bueno, vamos a escuchar esta canción, ‘Sol Negro’, que tiene 80 pedidos esta tarde”. ¡Ochenta veces la habían pedido!
—¿Cuántos años tenías ahí?
—Veintidós, una locura. De repente en todos lados preguntaban por mí y no sabían cómo me llamaba, entonces preguntaban por el cantor de “Sol Negro”. Incluso tengo muchas anécdotas con músicos de acá, colegas de acá, que me venían a saludar y me decían: “Mandale un saludo a mi esposa o a mi hija que es fanática de ‘Sol Negro’”. Oscar Gómez, por ejemplo, que hoy es un gran amigo con el que hice muchas grabaciones, siempre que nos vemos nos reímos y le digo: “¿Te acordás cuando me pedías fotos vos a mí?” (se ríe).
—¿Te volvió a pasar esto de no ver el hit, como te ocurrió con “Sol Negro”?
—Ver el hit es algo imposible. Podés tener un indicio y acertar, pero también te podés equivocar. Si fuera tan fácil meter hits, todo el mundo metería hits cada vez que graba. Se dan rachas: grabás una canción que es un éxito y después las cuatro o cinco que grabás, como que siguen los pasos. No sé por qué, no sé si es que hay como una predisposición a escuchar lo que se viene. Me pasó en (Sonido) Caracol con “Una copa de más”. Yo le tenía una fe bárbara y mis compañeros tenían alguna duda de si iba a funcionar, y la grabamos y fue un éxito. Pero después vinieron “Qué tiene la noche”, “Llamada urbana”, “Quién pudiera”, una tras la otra. Eso fue histórico. Yo jamás pensé... Sí, pensé que “Qué tiene la noche” podía funcionar, pero no pensé que iba a ser lo que es la canción hasta ahora.
—Después de 39 años haciendo todas las tareas, tenés ganas de concentrarte en la música. ¿A nivel artístico, cuál es tu mayor ambición hoy?
—Mi mayor ambición es la que tengo en la vida, que es seguir aprendiendo, seguir creciendo como ser humano, como persona. Yo hablo con mi padre, tiene 78 años y él aprende todos los días, me dice. Entonces yo, que tengo 54, tengo mucho que aprender. Yo digo que siempre soy un alumno, soy un aprendiz, y eso es para mi vida y es en lo musical. Yo me nutro mucho de mis compañeros que son, ya sabés, muy buenos todos. Todos tienen nivel académico y aparte humanamente somos una familia, por eso hace tantos años que estamos juntos. Aspiro a eso, a seguir creciendo como grupo, y en lo musical a hacer cosas nuevas, a grabar canciones nuevas, a hacer toda esta gira que es nueva, al vínculo con otros artistas, que nos ha pasado ahora últimamente que hemos coincidido con muchos artistas internacionales. Por ejemplo, con Coti tocamos juntos en la Semana de Lavalleja, se quedó a ver la orquesta, quedó encantado, fuimos a comer...
—¿Esa proyección internacional te motiva o te asusta?
—Me motiva sí, no me asusta para nada. Me motiva sin dejar de lado el lugar donde trabajamos siempre, que es lo que amamos, y nuestro público. Siempre está bueno hacer nuestras incursiones, le hace bien al grupo eso, abrir puertas siempre es bueno y sobre todo si te transmiten amor y te transmiten este cierto gusto por el trabajo que hacés.
—¿Te costó algo el trajín de estos 40 años de trabajo, de noches largas, de muchos días fuera de casa?
—No, no me costó. Creo que de los 15 a los 40 no pasé ninguna fiesta en mi casa, ni la Navidad ni el Año Nuevo. Siempre estábamos tocando. Después, algunos fuimos teniendo hijos chicos y entramos a pensar en pasar la Navidad con nuestra familia y dejamos de tocar los 24. Es lo único que recuerdo que me perdí. Después obviamente que me he perdido todos los casamientos y cumpleaños de todos mis amigos y todo, porque siempre estaba tocando, salvo que nos llevaran a tocar. Es que la verdad, nosotros hemos vivido para tocar.
—Aunque aniversarios como este invitan a hacer balances, vos estás mirando al futuro, empezando un ciclo.
—Igual quisiera que esto me agarrara con 10 años menos, pero las cosas por algo pasan. Y 40 años es un número redondo, y era el momento ideal para celebrar, para cambiar el formato de nuestro trabajo, para profesionalizarlo más y para ir viendo lo que pasa internacionalmente con el grupo. Creo que nos encuentra muy unidos, y eso es básico para lo que pueda venir.
Las primeras fechas de la gira y cómo comprar entradas
El martes, en un evento para prensa, sponsors e invitados, Chacho Ramos presentó su propio vino (Cantor, una línea que lo tiene bastante orgulloso) y lanzó la gira de 40 años con la que, a lo largo de 2025, recorrerá el país. La propuesta tendrá tres formatos: su presencia en algunos festivales icónicos del interior o, como él dice, “fiestas de campaña”; espectáculos en salas profesionales y aptos para todo público, y un formato de fiestas propias. Levantará el telón con esto último, el viernes 7 de marzo en Sala del Museo; Chacho Ramos y su banda, Los Amos del Swing, repasarán en vivo un tendal de clásicos, y luego la noche seguirá con baile, DJ y “grandes sorpresas”, anuncia la producción.
Luego, el 8 de marzo se presentará en el Teatro de Verano de San Carlos, en Maldonado; el 29 de ese mismo mes, dará una fiesta en la Chacra Don Ricardo de Canelones, y el 5 de abril estará en el emblemático Minas y Abril de Lavalleja.
El 17 de abril actuará en la Plaza de Toros de Colonia y estas son recién las primeras fechas confirmadas. Salvo para Minas y Abril, para el resto de los eventos las entradas ya están en Redtickets en preventa exclusiva para Santander; mañana se habilitará el expendio general, con todos los medios de pago.
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