Por Belén Fourment
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Está en cines, en streaming, en las plataformas de música y en la memoria emocional. Y mañana, además, en el Estadio Centenario, donde dará un show que, sin decirlo, parece perfilarse como el último, o casi, en la ciudad. Fue en noviembre que su compinche Joan Manuel Serrat se despidió, allí mismo frente a la Tribuna Olímpica, del público uruguayo. Ahora el que llega es Joaquín Sabina, y el adiós es un fantasma que sobrevuela.
Con la gira Contra todo pronóstico que habla, justo, de lo poco probable que parecía que el español se embarcara una vez más en tour internacional, Joaquín Sabina se presentará este sábado en Montevideo. El show será a las 21.00 y quedan las últimas entradas en Acceso Ya, desde 2.700 pesos.
Viene de Argentina, el país que siempre lo recibió como una casa, el de su amigo Diego Armando Maradona y su “enemigo íntimo” Fito Páez. Hizo siete fechas repartidas entre Buenos Aires, Córdoba y Rosario, y antes pasó por Costa Rica, Colombia, Perú y Chile. Con Uruguay cierra el tour latinoamericano para volver a España, donde tiene conciertos programados hasta octubre. Para el último tramo del año quedarán México y Estados Unidos.
Sabina, que tiene 74 años y hace todo el show sentado, de a ratos en una silla y de a ratos en una banqueta alta, acompaña toda esta gira con el documental Sintiéndolo mucho, que tuvo exhibiciones especiales en los complejos Movie, llegó a la plataforma Star+ y ahora también está en Sala B, en el Auditorio Nelly Goitiño, con funciones ayer, hoy, mañana y pasado a las 20.50 (Tickantel).
Sintiéndolo mucho es una película de Fernando León de Aranoa, que acompañó al cancionista durante 13 años, tanto en sus ensayos, giras y ambientes musicales como en su entorno más doméstico, su día a día. “Esta película es un extraño privilegio que, como cineasta, quisiera compartir con el público: el de pasar un rato a solas con Joaquín cuando no es Sabina”, dijo el director para las declaraciones oficiales. Es, se pretende, un viaje profundo a la personalidad de un pirata, un poeta.
Algunas de sus últimas declaraciones, incluso las políticas —ha dicho que ya no es tan de izquierda porque tiene “ojos, oídos y cabeza para ver las cosas que están pasando, y es muy triste”— están ahí, en el documental; Sabina no ha dado entrevistas para este tour.
No se ha pronunciado, tampoco, sobre la polémica que marcó el lanzamiento de Contra todo pronóstico: el hecho de que Pancho Varona, su guitarrista, su eterno ladero, su cómplice, ya no toca a su lado.
En noviembre de 2022, justo cuando se anunció que Sabina volvería a los escenarios tras tres años de ausencia, producto de la pandemia pero también de una caída (en un show) que lo llevó a cirugía, Pancho Varona reveló que el cantautor había prescindido de sus servicios. Terminaba así una alianza artística que había durado 40 años: compartían escenarios desde 1982 y compusieron más de 100 canciones, entre ellas algunas favoritas como “Y sin embargo” o “Contigo”.
— Pancho Varona (@Panchovarona) November 15, 2022
Antes de que se conociera esta escisión, Varona había estado envuelta en otra. Había quedado fuera de la banda Noche Sabinera, con la que los músicos de Sabina mantenían vivo el repertorio del cantautor de tono áspero; quedó él por un lado y los demás, por otro, emprendieron Benditos Malditos. Una nota de El País de Madrid asegura que hubo “conflicto de intereses” y que el grupo ya no podía lidiar con la agenda del guitarrista, siempre activo en otros proyectos.
Crónicas de los shows de Buenos Aires como la publicada por La Nación aseguran que la ausencia de Varona se siente, pero que esa y otras flaquezas se compensan con el repertorio. Están ahí, para hacer lo suyo, “19 días y 500 noches”, “Con la frene marchita”, “Mentiras piadosas” o “Princesa”, y con eso —habrá que confirmarlo mañana— hay media batalla ganada