El trance, el azar, el error: Juana Molina vuelve a Montevideo a despedir todas las canciones de un disco

La artista argentina se presenta este viernes 29 en La Trastienda con su espectáculo "Adiós Halo de pe a pa", en el que repasa íntegro su último disco, mientras anuncia nuevo trabajo y ciclo para 2025

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Juana Molina

De fondo, un paisaje verdísimo, la banda de sonido es de pájaros y chicharras y la conversación se ve interrumpida, amablemente, por dos perros (uno de ellos, Tinto, está en la foto) que insisten en entrar en cuadro y a los que ella reprende con cariño. Así es una charla por Zoom con Juana Molina.

La excusa es el show, mañana a las 21.00 en La Trastienda, que marca la despedida de Halo, el disco que editó en 2017 y que la tuvo girando por todo el mundo. El espectáculo se llama Adiós Halo de pe a pa porque es un repaso íntegro del disco; la acompaña el baterista Diego López de Arcaute, compinche habitual. Hay entradas en Abitab de 1.300 y 1.600 pesos con 2x1 para socios de ClubEl País.

Como para acompañar este adiós, el viernes pasado, además, se editóExhalo, un EP con material que quedó fuera del disco. Habrá album nuevo, anuncia, para 2025.

Esa es la excusa para una charla tan arborescente como su entorno, de El País con Molina.

—¿Cómo se siente desprenderse de Halo?

—Más que desprenderme lo que estamos haciendo es, para empezar, tocar un montón de canciones que nunca se tocaron de ese disco.Cada vez que llega un disco nuevo y hay que preparar los shows, se van sacrificando canciones importantes porque los shows tienen que tener una longitud, para mi gusto, no muy excesiva. ¡No entiendo esas personas que van a ver a sus estrellas favoritas y se quedan tres horas! Así, si para cada show, cada disco nuevo propone eliminar canciones que vengo tocando desde hace mucho, muchas menos posibilidades van a tener las que nunca toco. Y como el año que viene hay disco nuevo, vimos que Halo tenía muchas canciones que nunca toqué en vivo, así que hagamos una despedida del disco tocándolo entero. Con el riesgo cierto de dejar otras canciones que para mí son fundamentales afuera del show. Nunca lo había hecho. Por eso más que una despedida es una inclusión de todo Halo y poder mostrarlo y hacerlo íntegramente una vez, aunque sea en unos shows. Sirven para despedir el año, el disco. Y recibir al nuevo.

—Pasaron siete años desde que salió el disco y todo, nosotros, el mundo, ha cambiado tanto. ¿Cómo se han resignificado sus canciones o el concepto Halo?

—La única canción que yo siento se acentúa su significado no está en Halo, es una que escribí hace muchísimo más tiempo: Sálvese quien pueda.Es atemporal, porque siempre el mundo —a pesar de que por millones de razones es mejor— fue cada vez peor.Siempre fue así: el mal sigue ganando y el bien hace cosas muy buenas pero menos cosas que el mal. Pero las demás canciones tienen letras muy personales entonces, eso medio que no cambia mucho.

—Pero usted era otra en 2017. En ese sentido, ¿Halo es una instantánea de un momento o eso también entra en atemporalidad de su obra?

—La música es atemporal. Las letras, quizás algunas reflejan... (se interrumpe) Una canción como “Sin dones”, refleja un...¿Cómo se dice en español “realise”?

—¿Darse cuenta?

—Sí. Darse cuenta de las razones por qué muchas cosas fueran así. Y eso que me hizo dar cuenta “Sin dones” sigue siendo cierto. No es que se resignifique, simplemente no tiene el mismo peso que el momento en que te ayudó a darte cuenta.

—En su obra hay un gran lugar para la improvisación, al menos en vivo. Improvisar implica un riesgo de error. ¿Ese factor también está presente en su composición?

—No solamente el error sino, más o menos, el azar.Las canciones de mis discos partieron absolutamente todas de una improvisación. Luego quedan fijadas en un disco, plasmadas y quietas en ese momento. Por eso, la improvisación no es es nueva para mi, aunque sí hacerla en vivo. Yal ser miembro del club de los músicos no perfectos, muchas veces grabando pienso una nota, toco la de al lado y lo dejo para arreglarlo después. Pero después elijo dejarla: esa nota que estaba mal, es la que le da ese cambio, esa cosa tan rara, tan inesperada.Si yo tocara bien y tuviera pleno control del instrumento, esa nota no habría aparecido nunca.

—Los beneficios del club de los músicos imperfectos...

—Tengo la sensación de que si yo tocara muy bien el piano, por ejemplo, sería muy feliz. Y que igual podría componer más o menos como compongo ahora. Pero a la vez, pienso me hubiese limitado la sorpresa de descubrir todo el tiempo cosas y donde lo importante termina siendo no tanto cómo toco sino lo que elijo que quede.Si bien lo que toco a veces me sale de casualidad, soy absolutamente libre de dejarlo o sacarlo.

—En una de las tantas entrevistas que se le hicieron en El País, decía “Cuando desaparezco, todo pasa”. ¿Esa es la sensación?

—Es así. Cuando no hay un juicio de valor, cuando no hay una intención, no puede haber un concepto preconcebido. Podés tener una idea de, bueno, acá me gustaría hacer algo salvaje pero después vas a hacerlo y en el momento que te encontrás con el sonido es absolutamente incontrolable para mí y es donde dejo que las cosas pasen. Y para llegar a ese estado en que las cosas pasan, tengo que estar trabajando un rato largo en donde lo único que hago es eso. Y entro en una especie de estado de entrega absoluta: así hago los discos. Y después viene el tema de las letras, que es otro mundo, otro problema, otro enfoque, con otras maneras de resolverlo y completamente separado de lo musical. Y a la vez obligatorio, porque si bien todo lo que yo hago es sin letras, completamente abstracto, después se me hace difícil cantarlo así en vivo. Necesito una letra en la que apoyarme.

—Hace muchos años vino con un show para bailar pero en todo sus shows, hay de parte del público, una corporalidad. Para ir preparado a La Trastienda, ¿cuál es la coreografía de sus shows?

—Siento y me da mucho placer cuando veo eso, como que sí entran en un trance. Eso me lo comprueba la falta de teléfonos en el público: están al principio y después desaparecen. Y yo veo, y soy parte, de una masa única que pasa cada noche de manera distinta, donde eso que yo digo, que pasa cuando yo desaparezco, no me pasa solamente a mí, empieza a pasar en todos y siento que eso se transmite y que la gente empieza a entrar como en un trance y se cuelga en lo mismo que yo. Es muy lindo.

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