Es una compulsión, una suerte de conducta obsesiva, inevitable: Emiliano Brancciari no puede no hacer canciones, no escribir letras, no inventar melodías. Lleva en eso más de 30 años y hace tres que atiende en dos mostradores: No Te Va Gustar, su primer bastión, y Emi, el proyecto solista que nunca estuvo en sus planes y con el que lanza su nuevo disco, La sombra en luz.
La pandemia trajo la epifanía. Brancciari había escrito el nuevo disco de No Te Va Gustar, Luz, pero el ciclo terminó y él no pudo cerrar la llave. Con el mundo en pausa, las canciones siguieron apareciendo.
Entonces, como si no hubiera otra opción, Brancciari emprendió un camino paralelo. Se fue a Estados Unidos para cimentar las bases lejos de casa; luego, con ese sonido de su ópera prima Cada segundo dura una eternidad, volvió a Montevideo para traducir lo construido. Reclutó a Chamaco Abdala, su amigo de todas las horas y primer baterista de No Te Va Gustar; al bajista Checo Anselmi, su compinche en Monoroots, el tributo a Bob Marley que sale a jugar al menos una vez al año, y a una camada fresca: Lula Isnardi y Gonzalo Vivas en guitarras, y la polifuncional Lucía Romero en teclados, piano y coros.
Los dos últimos años los pasó con ellos, tocando, conociéndose, construyendo su propia lógica. Se hace evidente en La sombra en luz, el disco que lanza a la medianoche, le saca filo a su perfil más dramático y llega apenas cinco meses antes de que No Te Va Gustar se meta en su nuevo estudio a grabar un próximo álbum.
El lunes, en algún momento de un encuentro con periodistas locales del que participó El País, Brancciari —que se declaró admirador de Milo J y Dillom y dijo que le encanta escuchar a Los Panchos— intentará hablar de un aspecto de su proyecto solista, pero terminará yéndose a los conciertos que dio con la banda de toda su vida y la Filarmónica de Medellín. Entonces dirá: “Estoy mezclando todo”.
Brancciari, la guitarra como escudo y lo que lo hace feliz
En un principio, dice Brancciari, le pasaba “lo que le pasa a todo el mundo”: tenía miedo de que lanzar este proyecto diera una imagen equivocada, ya que el público está más acostumbrado a que los caminos solistas sean equivalentes a rupturas grupales. “Pero una vez que se pasó esa barrera y que ya se sabe que es algo que yo disfruto en paralelo, quiero seguir apostando a esto porque es lo que me hace feliz, me hace bien. La verdad es que me hace bien, y en No Te Va Gustar tenemos bien entendido, por experiencia y porque estamos en un momento maravilloso como grupo humano, que todo lo que te haga bien afuera termina repercutiendo acá adentro, sea hacer música o sea ir a plantar papas. Y esto es lo que me hace bien a mí”.
En otro momento dirá: "Soy feliz en los dos mundos".
Producido por Nico Cotton, uno de los nombres top de la producción argentina actual y que también se hará cargo de lo nuevo de No Te Va Gustar, La sombra en luz tiene ocho canciones, el cuerpo entero enraizado a la vereda del pop rock y una sola colaboración, “Doce días” con Daniela Spalla.
Tiene historia, además: combina piezas más recientes con canciones que vienen de otras vidas, como “Me pasa solo a mí”, una mirada a la salud mental que hizo cuando todavía vivía en Playa Hermosa junto a la madre de su hijo Santino; o “Muerto ese amor”, que quedó afuera del Por lo menos hoy (2010) de No Te Va Gustar porque perdió la pelea con “Chau”, que le ganó el lugar.
“Muerto ese amor”, lanzada como focus track de La sombra en luz, tiene otra particularidad: es la única canción del disco en la que Brancciari no grabó guitarras.
Eso, la posibilidad de desprenderse del instrumento que ha sido su principal herramienta artística pero que también ha sido escudo, es una de las mayores lecciones que le ha dado Emi como camino.

“Aprendí que podía cantar sin tener algo en la mano, que eso siempre fue un problema para mí. De hecho, cuando me invitó Jaime (Roos) al Teatro Verano, le dije: ‘Pero por favor déjame colgarme una guitarra. ¡No sé qué hacer con las manos!’. Muchas veces decía: si quieren yo toco y que el sonido no salga para afuera, pero yo tengo que tocar porque no sé qué hacer. Y ahora me solté un poco, tengo otro movimiento en el escenario que también termino utilizando con No Te Va Gustar”, explica. “Hace poco hicimos el show con la Filarmónica de Medellín y hay un montón de canciones en las que no toqué la guitarra, y me sentí cómodo. Eso lo gané con este proyecto. O por lo menos, después de un montón de años, fue como una terapia”.
También aprendió a delegar o, más bien, aceleró un proceso que venía haciendo lento como capitán de No Te Va Gustar. Una vez más, está mezclando todo.
Cuando habla del proceso creativo del nuevo disco de NTVG, revela que ya no está maquetando una por una las canciones: “Antes hacía hasta la línea de bajo y cómo quería que sonaran los vientos y las guitarras y todo. Y me divertía, ¿no? Lo hacía porque me divertía. Ahora tampoco tengo tanto tiempo como para ponerme a hacer demos y demos y demos en mi casa. Quiero vivir un poquitito también”.
El presente de Emi, listo para hacer lo que nunca hizo
Con 47 años, hay algo que flota alrededor de Brancciari y que no termina de decirse, pero está: una idea de reinicio, de recuperar cosas importantes. Después de 30 años de rodaje con No Te Va Gustar y de haber construido a una de las bandas uruguayas más grandes de la historia, Emi da otros pasos. Acaba de operarse de la vista (tiene hipermetropía) y aunque antes de dormir todavía tiene el instinto de sacarse los lentes, hace esta charla sin los cristales oscuros que se han convertido en su marca y que, como la guitarra, también han servido de escudo, de protección.
Este fin de semana irá al Lollapalooza Argentina y por primera vez será público a jornada completa en un festival: quiere ver a Parcels, Los Ángeles Azules, Justin Timberlake, Mon Laferte, Alanis Morissette.
En julio, cuando No Te Va Gustar cierre una gira en España, planea quedarse una semana para hacer lo que nunca hizo: viajar solo, en el más completo de los anonimatos.
Y después está lo musical: prescindir de tocar la guitarra, preparar los nuevos shows (el 9 de mayo presentará este disco en Buenos Aires y el 16 en la Sala del Museo de Montevideo), cantar desde otro lugar y bucear por otras tonalidades, apoyarse en coros femeninos y soltar los instrumentos de viento para construir en Emi un mundo nada lejano a No Te Va Gustar, y sin embargo distinto.
Lo que no cambia es la obsesión. Mientras graba y toca y viaja y vive, Brancciari escribe. Acumula canciones, las guarda, no las olvida. Cuando llegue el momento y uno de sus dos proyectos pida, él estará tranquilo. Siempre habrá algo para dar.
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