ENTREVISTA
El argentino, un Illya Kuryaki con nuevo disco solista, será el invitado estelar del Martes On Fire que se realizará el miércoles en Inmigrantes
Aprovechando la visita de Francisco Fattoruso a Uruguay, esta semana habrá dos ediciones especiales del ciclo que encabezó y que fue un clásico de Montevideo durante varios años, la jam Martes On Fire. Este martes y miércoles a las 22.00 en Inmigrantes (Paullier 1252), varios músicos talentosos se reunirán para hacer un repertorio variado: Fattoruso, Julieta Rada, Matías Rada, Emi Pérez Saavedra, Nacho Labrada. Además, el martes estará Camila Sapin, y el miércoles, Fede Blois.
Y el miércoles habrá un invitado estelar: el argentino Emmanuel Horvilleur, mitad de Illya Kuryaki & The Valderramas y de interesante carrera solista, a la que hace poco le agregó Xavier, quizás su título más interesante.
Sobre eso, Horvilleur conversó con El País y contó que como solista, no recuerda cuándo se presentó en Montevideo. "Por eso también acepté esta invitación de Fran a estar un rato con él y pasarla bien. La idea es hacer un paréntesis en el On Fire y tocar algunos temas míos", adelantó.
—Leía una reseña del sitio Zona de Obras sobre tu último disco, Xavier, que decía que es “un decantado de sus obsesiones habituales: el Marvin Gaye de Let’s Get It On con una oreja puesta en la radio argentina y las manos en la masa”. ¿Te parece que eso resume la obra?
—Creo que sí, que un poco lo que pasa con mi carrera solista es que todas las influencias se ponen un poco más pop. Me interesa pasarlo todo por ese prisma que soy yo, en un punto. Entonces hay cierta cosa que es un sello mío, a esta altura, y me gusta sentir que las influencias diferentes pasan por ese ojo y se afectan. Fue un disco, Xavier, de mucha búsqueda, en el que probé diferentes cosas; parecido a cuando hice mi primer disco solista, Música y delirio, en que tuve bastante tiempo para hacerlo. Ahora ya estoy empezando a trabajar en canciones nuevas, y posiblemente lo que venga a continuación sea un Xavier II.
—¿Por qué?
—Sentí que era un buen momento para hacerlo. En realidad, la idea ahora —y te lo digo ahora y no sé si lo haré— es hacer una trilogía de Xavier. Se abrió algo que tiene que ver con mi vida, porque Xavier es un aspecto poco explorado de mi persona. Entonces tengo ganas de seguir hurgando en eso, y de seguir escribiendo esa especie de biografía del pasado, el presente y el futuro. Que sea una época “Xavier”.
—En la canción “1000 días” citás a Purple Rain de Prince. ¿No es una influencia más marcada en este disco que la de Marvin Gaye, esa cosa de sofisticada ambigüedad?
—Para mí es el número uno y viví escuchándolo, es una influencia que está en mí y va a estar por siempre. Es un músico que lo ambiguo lo tiene en todos los sentidos, de lo sexual a lo artístico; mezclar los colores, las razas, la música, el sexo, me parece que poca gente lo hizo como él. Y la palabra “sofisticado” que usaste también, pero a la vez muy sanguíneo.
—Xavier está atravesado por un viaje que hiciste a Francia y una conexión con tu familia paterna, y en alguna nota contaste que alguien te dijo que eras muy francés en tu música. Puedo relacionarlo con la sofisticación esta de la que hablamos, ¿pero vos en qué lo notás?
—Yo lo dije porque quien me lo dijo, (el músico) Benjamin Biolay, también ha sido un referente, y me gusta mucho la música que hace. Somos músicos de una generación en la que nos hemos basado mucho en nuestras influencias, nos hemos construido sobre nuestros referentes: él con Serge Gainsbourg y toda la canción francesa; yo con Spinetta, Cerati, Rada y todos los que consumo. Lo francés tendrá que ver con esa suavidad, por momentos; con esa cosa de bailar libre (sonríe). No sé cómo explicarlo, pero me gustó el halago.
—¿Pero lo artístico no se construye siempre sobre una referencia, sea para continuarla o para romperla?
—Posiblemente sí, pero tal vez esta época sea un poco más rupturista. No sé, la nueva movida del trap, no sé si tienen tanta referencia con todo lo que los antecedió. Y salen ahora y logran agarrar bien el swing de lo que pasa, la lírica, y ya se mueven cómodos en ese terreno. Y no sé si están tan ávidos por escuchar cosas del pasado y ver cómo fue evolucionando la música. Yo sí, y no digo que esté bien o mal. Cuando tuvimos la suerte de viajar por primera vez a Estados Unidos con Dante (Spinetta), nos volvíamos sin un peso pero llenos de discos, porque descubríamos qué era lo que había pasado antes.
—A la vez hay propuestas nuevas de Argentina, en la que sí se reconoce una influencia de ustedes, que están pasando a ser referentes. Vos colaborás con Usted Señalemelo en Xavier, y hay algo de contacto, y pienso también en Ca7riel, que es trapero...
—Sí, obviamente. Hay muchos pibes que me sorprenden siendo performers. Ca7riel es un talentazo gigante, y hay muchos pendejos nuevos que la rompen y digo: qué bueno que esté pasando esto, que se esté mejorando la especie, en un punto (se ríe).
—¿Entusiasma el riesgo? A ustedes les habrá costado al principio, lidiar con la escena rockera conservadora.
—Sí, nosotros fuimos todo: fuimos "putos", fuimos... ¿Entendés? Todo eso que la gente te podía decir para sacarte, todo eso lo hemos sido en el escenario. Pero en algún punto fue una lucha que emprendimos intentando hacer otras cosas, y por suerte el resultado justo es ese: es música nueva.
—En Xavier también hay cambios en lo letrístico, y en “Welcome”, la primera canción, hacés referencia a la violencia de género. ¿Sentís que hay canciones tuyas que ya no se ajustan a la agenda de derechos?
—Acusar el pasado me parece un poco extraño. Creo que nuestra música intentó ser más libre y cambiar la cabeza, más que ir en contra de derechos o situaciones. Obviamente Illya Kuryaki ha tenido un costado muy sexual, bastante explícito, en donde la mujer ha tenido una importancia muy fuerte, tal vez desde un lado que no es el que ahora las pondría contentas. Pero esa también es una cuestión que viene de la estética del funk, que es una oda a la mujer, al gemido, al placer femenino y al del hombre también. Mismo Prince estaría visto con mal ojo en muchas de sus letras. Pero también es parte de una manera de expresar la poesía, no una coartación.
—Igual pensaba más en “Tu hermana”, de tu etapa solista, que en “Jennifer del Estero” por ejemplo.
—“Y si no puedo estar con vos me encantaría hacerlo todo con tu hermana” obviamente es una frase graciosa. Y ahí hay otra frase, “Y si no puede ser con vos, qué mal, qué mal”, que en definitiva es eso: si esto no sale de esta manera, qué lástima, pero bueno, ahí queda. La canción “Soy tu nena” también tiene cierta cosa, es sexualmente más explícita, pero por otro lado, es una canción que está dedicada a la mujer con la que estuve en ese momento y con la que terminé teniendo un hijo, que fue lo mejor que me pasó en la vida. Entonces no todo puede ser leído con los ojos de esta era. No sirve, es un ejercicio que a veces complica las cosas.
—¿Y cuál es la influencia menos evidente de Xavier, qué te acompañó durante todo el proceso y por ahí no se nota en el sonido?
—(Piensa) El crecer. Salir de esta cosa de Illya Kuryaki que fue tan fuerte, para bajar y hacer las cosas de una manera más artesanal, sin tanto entourage. Esa capacidad de adaptarse a las distintas épocas. Yo desde los 16 años hago lo que estoy haciendo, y lo que he desarrollado es eso, una capacidad de adaptación a todo: a las distintas épocas, a las preguntas como la de hace un rato, y esa es la manera en la que uno puede ir evolucionando y haciendo lo que hace. Haber hecho tantos discos a lo largo del tiempo habla de las ganas de hacerlos, y de muchas otras cosas. De vivir, de crecer, y eso es lo que también me movió a hacer este disco.