ENTREVISTA
El ex Illya Kuryaki lanzó "Pitada", un álbum audiovisual con versiones reimaginadas de su repertorio solista, y habló con El País sobre su nuevo proyecto
"Nos hizo muy bien poder plasmar algo de belleza en este momento tan caótico”, dice Emmanuel Horvilleur sobre Pitada, el álbum visual que lanzó hace algunas semanas. Y no se trata de una recopilación de videoclips, como ya han hecho artistas como Beyoncé, Anitta o Duki; Pitada es toda una experiencia sensorial. Durante 55 minutos confluyen la música, el arte, la literatura, una fotografía perfectamente cuidada y la naturaleza.
Está dividido en tres partes —“El horizonte”, “El árbol de moras” y “La casa”—, se filmó en noviembre en un lugar no especificado de la provincia de Buenos Aires y presenta lecturas reimaginadas del repertorio solista del ex Illya Kuryaki.
“Hace tiempo venía trayendo la idea de hacer algo así, acústico y más desprovisto”, le dice a El País a través de una videollamada por Zoom. Para hacerse una idea, el concepto de Pitada es similar al Ninja Mental, el MTV Unplugged que grabó con Dante Spinetta en 1996: desarmar las canciones para reconstruirlas bajo una óptica que las traslade hacia a un terreno totalmente inesperado. Para eso, Horvilleur se despojó de las baterías y los teclados —que fueron esenciales en la construcción de los éxitos “Radios”, “Tu hermana” y “Amor loco”— y buscó nuevos colores en instrumentos como el contrabajo, el banjo, el dobro, el cavaquinho y varias percusiones.
Si a ese abordaje se le suma el canto de los pájaros que se cuela en los silencios de “Soy tu nena” y “19”, el aporte de invitados como Zoe Gotusso, Goyo Degano —cantante de Bándalos Chinos— y Chiara Parravicini, y el ambiente íntimo que brinda el escenario elegido, Pitada califica rápidamente como uno de los mejores trabajos de la carrera solista de Horvilleur.
“Me gustó tener una limitante sonora”, asegura. Y cuando se escucha la versión de “Radios” con banjo y contrabajo, o la de “Amor loco” con cavaquinho, percusión y la dulce voz de Gotusso —popular por su trabajo con el dúo Salvapantallas—, uno capta de inmediato que esas limitaciones autoimpuestas sacan a relucir los textos y las melodías finas que el artista viene construyendo hace años.
Sobre su nuevo trabajo, que se puede escuchar en plataformas digitales y verse en YouTube —con un video realizado por la productora Qué Calido—, Horvilleur charló con El País.
—Recuerdo que en una entrevista te preguntaron, haciendo referencia al estribillo de “El hit”, si alguna vez habías buscado el hit. Vos respondiste que en este momento el éxito “pasa por otro lado: lograr que algo se destaque y que sea diferente”. ¿Sentís que Pitada es tu nuevo hit solista?
—Totalmente. El trabajo que le puse a Pitada ha sido más grande que el de un disco normal. Aunque después fueron dos días de trabajo, vino la postproducción y mucha cosa de pensar, mezclar el material y hacer la edición de la imagen. Son cosas que ya he hecho en mi vida, como Aplaudan en la Luna, el DVD con Kuryaki, pero esto era otra cosa y agradezco habernos metido de lleno en el mundo de Pitada. Siento que lo llevamos a un nivel de excelencia.
—Imagino que para elegir el repertorio del álbum tuviste que volver a escuchar tu discografía solista. Empezaste tu proyecto cuando se terminó Illya, te tomaste un descanso cuando volvieron en 2011 y retomaste con Xavier. ¿Qué balance hacés de ese camino?
—Se me mezcla un poco toda la música. El otro día pensaba en qué aporte le hice a Illya en estos últimos discos que hicimos (Chances y L.H.O.N), que obviamente es todo compartido con Dante, porque tuvimos una amalgama. Me pregunté si algunas cosas que llevé de mi lado las había continuado, porque al cortarse Kuryaki había una evolución de un twist más hiphopero que quedó un poco trunca al separarnos con Dante. Me acuerdo que cuando hice el disco Rocanrolero, en 2005, casi no quería que haya vestigios de Illya y por eso casi no tiene groove ni funk. Lo borré, pero ahora lo quiero y me gusta que las canciones estén teñidas de ese groove siempre. Me gusta el color del funk metiéndose en otras cosas. Por suerte siento que la música que hago es bastante libre en todo sentido, y vuelvo a que hiciste referencia: el hit pasa por lograr una nueva amalgama y un nuevo decir con todos esos ingredientes que tenemos dentro.
—La última vez que te entrevisté me comentaste que desde hace un tiempo tu búsqueda va más por lo sensual que por lo sexual. Y en Pitada, que está lleno de silencios y de construcción de climas, hay mucho de esa sensualidad. ¿Cómo evaluás ese cambio de foco?
—Es una pregunta que debe tener diferentes búsquedas. Siempre fui un músico al que le gustó mucho lo sexual como color de escritura. Todo lo que tiene la sensualidad y la estética de la sexualidad en la música me gusta. Si te muestro un libro de tapas de discos de funk que tengo, un 30% son de culos, curvas y tetas, porque en el género se vive la sexualidad con total naturalidad y como parte de lo cultural. A mí eso se me metió en la música y en la estética. Obviamente, también hay gente que lo ha mirado con la nueva manera de ver las cosas, y que no estoy de acuerdo en nada, porque si entrás a un museo y ves un cuadro renacentista de una mujer desnuda no estás diciendo que es una sexualización. Desde ese lugar defiendo todo esto que estamos hablando, aunque dejando de lado cualquier cosa misógina en una letra porque eso no va; y si llegó a ser en nuestra adolescencia tiene que ver con haber querido cruzar un límite.
—Varias veces se ha cuestionado las letras de "19", “Soy tu nena” o "Tu hermana", pero creo que en todas has hablado del sexo como algo consensuado. Incluso, en “La universidad de tus besos”, de tu último disco, cantás: "Un safri por tu cuerpo es lo que está hablado", y le encontrás un lado poético a la búsqueda del orgasmo. ¿Cómo te lo planteás al momento de escribir sobre el tema?
—Por eso, “La universidad de tus besos” es un tipo de letra a la que voy a seguir buscándole la manera porque quiero ahondar en esos temas, que es algo que a mí me mueve. Estamos hablando de la magia que alcanza una pareja cuando pasa algo entre la unión de las pieles y los fluidos, y el amor y el divertirse, porque “no hay sexo sin amor, ni amor sin diversión”.
—En varias entrevistas has comentado que te han dicho que tu música se volvió “banda sonora del momento de amarse”...
—Ese es el mejor piropo (se ríe). Yo soy bastante voyeur, así que meterme en esas habitaciones, aunque sea con mi voz, me encanta. Así que estoy ahí, espiándolos (se ríe).
—Ahora que Pitada está publicado, ¿qué te gustaría generar con el álbum?
—Me gustaría que le llegue a la mayor gente posible, aunque sea una cosa ambiciosa de ponerte Pitada y meterte 55 minutos en el mood que propuse. No voy a poder darle algo más terapéutico y de disfrute que esto. Hay gente que sabe hacer un vino y yo sé hacer esto.