El primer gran disco uruguayo de 2025 es un inesperado rescate musical. En el Sena recupera el álbum que Lágrima Ríos grabó en París en 2002 junto a una cosmopolita selección de músicos liderados por el uruguayo Carlos “Pájaro” Canzani. Durante dos décadas, el disco fue dado por perdido, pero finalmente vio la luz y ofrece una faceta insospechada de “La Perla Negra del Tango”.
Con En el Sena, Lágrima —en ese momento de 78 años— sorprende con su frescura. Entrega una versión de tintes raperos de “Duerme negrito”, se divierte al cantar “Sanza caliente” y “Les Affaires” con el músico camerunés Patrick Bebey, y emociona con una versión del tango “Sur” en la que los tambores dialogan con una base electrónica.
El repertorio es ecléctico y audaz. Incluye “De igual a igual”, un pegadizo rock latino con base candombera que evoca la fuerza del disco Supernatural de Santana, y “Charrúa”, un canto de amor a Montevideo que fusiona candombe, reggae, rap, coros africanos y vigorosos arreglos de vientos.
Pero, ¿qué llevó a Lágrima Ríos a grabar en París y cómo esta joya olvidada ve la luz 23 años después? La respuesta está en manos de Canzani, compositor de clásicos como “Chibidón” y creador de Aguaragua (1973), una obra germinal del canto popular uruguayo. Radicado en París desde 1977, no solo produjo En el Sena, sino que lo grabó en su propio estudio.
En diálogo con El País, el músico de 72 años relata la historia. Era verano de 2002, y Lágrima había vuelto a París para actuar en el Festival Latino y Banlieus-Tango. El año anterior, se había convertido en la primera uruguaya en cantar en La Sorbona, en un concierto cuyo sonido estuvo a cargo de Canzani. “Tenía un poder de comunicación increíble: arrancó cantando un tango y no volaba una mosca”, recuerda sobre aquella presentación. “El 90% del público era francés y ella no hablaba una palabra en francés; no comprendían lo que decía, pero si la emoción que transmitía. Se largó a contar historias de canciones y de sus autores, y al final no era como si estuvieran entendiendo el español, directamente el uruguayo. ¡Era genial!”.
En su regreso a la capital francesa, Lágrima tenía un objetivo: reencontrarse con Canzani para proponerle algo especial. La recibió en Angel Studio, su estudio casero, y mientras compartían un café en el jardín, Lágrima lanzó su propuesta con determinación. “Me agarró del cuello de la camisa y me dijo: ‘Yo tengo dos sueños: uno es que me produzcas un disco en París y el otro es que me hagas trabajar con músicos africanos’”, recuerda. La ocurrencia lo tomó por sorpresa, pero no dudó. “Arrancamos mañana”, le respondió y le arrancó una sonrisa infantil. “¡De verdad? ¡No lo puedo creer!”, exclamó Lágrima.
Para Canzani, producir el disco tenía un profundo significado emocional. Era una formar de agradecerle por haberle presentado el candombe. “Yo era chico cuando la vi cantar con Morenada en el Teatro de Verano de Fray Bentos”, cuenta. “La primera vez que vi la fuerza impresionante de los tambores fue ahí. Por eso, el disco fue como cerrar un círculo”.
El proyecto también tenía un fuerte peso simbólico para Lágrima. “Para su generación, llegar a Francia era continuar el mito gardeliano de triunfar en París”, explica Canzani. “Y grabar con músicos africanos era su sueño como artista afrouruguaya; era conectar con sus raíces”.
El primer convocado fue Patrick Bebey —hijo de Francis Bebey, una figura clave del world-music—, con quien Canzani ya había trabajado. “El encuentro entre Lágrima y Patrick fue muy fuerte afectivamente”, relata. “Le había hablado de ella antes de que llegara porque estaba interesado en el candombe. Cuando le conté la idea del disco, me dijo emocionado: ‘¿Voy a conocer a Lágrima?’ Ambos estaban fascinados con el otro. La complicidad que lograron en el estudio fue increíble, y eso se percibe en las grabaciones”.
El álbum se terminó en dos semanas, el tiempo que duró su estadía en París. Canzani reclutó a músicos internacionales, como el bandoneonista noruego Per Arne Grovingen, el bajista francés Junior Gonnand y el argentino Daniel Diaz. “La capacidad de comunicación de Lágrima era impresionante”, asegura el uruguayo. “La gente quedaba maravillada cuando ella abría la boca, y eso generó que cada músico fuera a entregar lo mejor en cada compás”. El ambiente era tan familiar que hasta los hijos de Canzani, Valentino y Giulietta, aportan coros en “Duerme negrito”.
El abordaje musical, explica el productor, apuntaba a “llevarla a un terreno más internacional y actual” y aprovechar las posibilidades que brindaba el grupo cosmopolita. Con el candombe como punto de partida, Canzani propuso usar programaciones, loops e instrumentos como el bajo fretless, el piano Fender Rhodes, el tiple, la sanza y la flauta pigmea para explorar la capacidad interpretativa de Ríos. En “Sanza Caliente” logra un sonido que evoca lo mejor de Graceland de Paul Simon, en el que los instrumentos y dialectos africanos se entrelazan con el ritmo candombero.
También hay espacio para una preciosa versión de “Bonjour Mama” —compuesta Alberto Mastra, el mentor de Lágrima—, trasladada al ritmo de bolero y embellecida por el fraseo del bandonéon, que tiene su significado. “Como la madre de Mastra era de origen francés, la letra es un saludo a ella, y se me ocurrió hacer una versión que fuera como una carta de presentación de que estaba grabando en París”, explica.
Canzani se sacó las ganas de escuchar a Lágrima interpretar una lectura candombera del bolero “Vereda tropical”, la canción favorita de su padre, que también era músico y tenía una orquesta en Fray Bentos llamada Los Hermanos Canzani. “Él solía cantarla por lo bajo cuando andaba distraído por la casa”, relata. “Así que fue otro círculo que se cerraba”.
En el Sena se terminó en tiempo y forma, pero no pudo editarse antes de la muerte de Lágrima en 2006. Primero se demoró por cuestiones contractuales: la artista había sido convocada por Gustavo Santaolalla para ser parte del disco y documental El café de los maestros, una especie de Buena Vista Social Club tanguero. Luego, un cambio de equipamiento del estudio de Canzani hizo que se perdiera el disco duro con el master del álbum.
Por suerte, tenía un respaldo de las 10 canciones repartidas en tres DVDs. Uno de ellos incluía las versiones de “Oro y plata” y “Vereda tropical”, del que “alguien se llevó una copia” y sin su permiso terminó “subida a un sitio web”. En 2016 se editaron como bonus-tracks del póstumo Hermano moreno.
En estos años, Canzani buscó innumerables veces los DVDs faltantes. Hasta que un día, así como al pasar, le comentó a Díaz la situación. “Tiempo después me comentó que había encontrado un material en su casa que tenían el nombre de Lágrima. ¡Lloré de alegría!”, celebra. “Lo que pasó es que él se los había llevado para sumar unos teclados y un contrabajo, y no tenía idea de que lo estaba buscando”.
Cuando se reencontró con el material, lo mezcló y lo masterizó. Le contó al productor Alfonso Carbone sobre el proyecto, y enseguida le propuso editarlo en su sello Bohemio Records. Por supuesto, aceptó.
Ahora que el material vio la luz, Canzani reflexiona: “Lo que quisiera del disco es que el público uruguayo reconozca quién era y cuál era la dimensión artística y humana que tenía esa diva mítica que era Lágrima Ríos. Espero que tenga el reconocimiento que se merece”.
Detrás de tres canciones de "En el Sena"
Como sugiere su nombre, “De igual a igual”, una de las joyas de En el Sena, está inspirada en el emblemático programa que Omar Gutiérrez condujo durante 20 años en Canal 4. “Una vez fui a tocar con mi guitarra, y cuando terminó el programa Omar pasó por el camarín a saludarme. Nos pusimos a charlar y en un momento me dijo: ‘Che, cuando tengas tiempo hacete una cancioncita para usar como jingle del programa’. Le dije que sí, y más adelante le mandé ocho compases que se usaron durante un tiempo”, relata Canzani. “Cuando Lágrima llegó a París, nos faltaban temas; me acordé de esa canción, se la propuse y se prendió enseguida”.
La canción "Les Affaires" nació de una conversación entre el uruguayo y Patrick Bebey, quien volvía de Camerún. Así lo recuerda: “Estábamos hablando de músicos amigos que teníamos en común, y le pregunté por un amigo: ‘¿Cómo va fulano?’ Y Patrick me respondió: ‘Ah, ahí anda, con les affaires’”. El término “les affaires”, que en el lunfardo franco-africano de la región de Camerún y Costa de Marfil hace referencia a las "aventuras amorosas", inspiró inmediatamente a Canzani. Con la guitarra en mano, empezó a tocar un riff y a reírse mientras ideaba la canción.
"Le dije a Patrick, 'Tenemos que hacer esta para Lágrima'. La canción es una especie de reproche en tono cómico: ella le había prometido que iba a haber chicas para presentar, pero cuando llega, no hay nadie. ‘¿Dónde están?’ le dice Patrick, a lo que ella responde: ‘Ay, no te voy a explicar cómo son las mujeres'", cuenta entre risas. " Es una historia muy linda entrelíneas".
La inclusión de "Sur" en el disco fue una decisión clave. “Habíamos hecho una selección de canciones para armar el disco y buscar coherencias entre sonidos. Y yo sabía que tenía que meter un tango, pero no cualquiera, sino uno con un carácter rioplatense, que fuera más allá de lo porteño. Además, le tenía que poner tambores. Quería crear una imagen atemporal, y para mí, el más representativo de esa imagen es 'Sur”, cuenta.
Pero Canzani no quería quedarse en una interpretación tradicional. "Pensé que la mejor manera de tratarlo para que suene actual y meter a Lágrima en un universo contemporáneo era hacerlo de manera electrónica", explica. Junto a Daniel Díaz trabajó en una versión moderna del tema, una reinvención que le dio nueva vida al clásico. "Me gusta mucho", asegura sobre uno de los puntos altos del álbum.
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