En su pico de popularidad debieron volver a empezar y ahora llenarán de pop argentino la Noche de la Nostalgia

Virus, los de "Luna de Miel en la mano" y "Poster restante", se presentan este sábado 24 en La Trastienda con un show que repasa todos sus grandes éxitos; El País charló con Marcelo Moura, fundador y hoy cantante de la banda

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Virus

Hoy parece fácil pero qué difícil era ser moderno en el Río de la Plata de comienzos de los 80. Malos tiempos para la rebeldía pop, cualquier brillo era visto con desdén irrespetuoso: demasiado livianos, para unos, demasiados frívolos para los más comprometidos.

Ahí, en ese ambiente, nació Virus, la banda platense que mañana, en tremenda noche nostalgiosa, estarán en La Trastienda a las 21.00; quedan entradas en Abitab.

Allí estarán repasando su sólido cancionero de éxitos que incluye varias de las que sabemos todos: “Pronta entrega”, “Luna de miel en la mano”, “Amor descartable”, “Mirada speed”, “Imágenes paganas”, “Sin disfraz” o la fundacional “Wadu Wadu”, uno de sus primeros éxitos en 1981.Spoiler: el show en La Trastienda empezará con “El banquete”, otro de aquellos primeros hits y que, dicen los algoritmos, es una de las canciones preferidas de los uruguayos. Seguro le activará la nostalgia a más de uno de aquellos primeros seguidores.

Formados en La Plata, Virus giraba alrededor del talento, el carisma, el desparpajo que parecía tímido (y era su arma de seducción) de Federico Moura, el cantante y el hermano mayor de Marcelo y Julio Moura, también en la banda. Su muerte, a consecuencia del SIDA en 1988 los encontró en un alto nivel de popularidad y a punto de ir por un salto regional.

Porque había un tesoro de canciones que había que compartidas, el resto de la banda decidió tomar ese legado (que era también propio) y mantenerse en activo. Marcelo Moura ocupó la dolorosa vacante que dejó su hermano.

Sacaron dos discos más (Tierra del fuego y 9) que no estaban mal pero no encontraron lugar ante un corpus pop tan contundente. Virus (que incluye otro miembro original, el baterista Mario Serra) sabe que lo suyo es iluminar el mundo brillante con aquellas pegadizas tomadas que disparan, además, tantos recuerdos.

Con eso, Virus ha mantenido su poder de convocatoria, con giras y shows como el de La Trastienda que, es increíble, será de las pocas veces que la banda ha tocado en Uruguay.

Un poco sobre todas esas cosas, El País charló con Marcelo Moura.

-Me parece que el Virus con Federico no vino a Uruguay. ¿Es así?

-Hay cosas muy locas como que nunca tocamos en Punta del Este aunque estuvimos mil veces a punto de cerrar contratos pero no fuimos en estos 44 años de banda. Y en Montevideo fueron pocas veces pero nunca con Federico. Es muy raro porque a Chile, por ejemplo, vamos 20 veces por año.

-Ustedes eran unos muchachos de La Plata en tiempos oscuró, ¿cómo llegó el new wave hasta ahí?

-Está ligado a que nosotros somos una familia de clase media, media alta y hasta que aparecimos nosotros el rock era una cosa como más marginal y nosotros teníamos la posibilidad de viajar. Federico viajaba mucho y traía los discos de Bowie, Lou Reed, Alice Cooper y después B-52’s, Devo que no existían en Argentina. Y así descubrimos ese movimiento que nos pareció maravilloso y con el cual estábamos absolutamente compenetrados. Era tanta la información y las cosas que escuchábamos que nos han puteado por lo que se te ocurra, menos por parecernos a alguien. Escuchas Virus y sabes que es Virus.

-Y eso acompañado con una estética.

-Sí, porque todo eso era una cuestión conceptual. Cuando yo era chico, vos ibas a ver un show y las luces apuntaban al zapato del tipo de la primera fila, no se probaba sonido. Siempre pensamos que la estética, el vestuario, las puestas, eran muy importantes para realzar el espectáculo. Por eso fuimos súper criticados maaal. Y hoy, un poco se están pasando de rosca e importa más el despliegue de la puesta que el contenido musical. Muchos grupos son muy famosos y multitudinarios básicamente por la parafernalia de luces y de pantallas y esas cosas. A nosotros siempre nos pareció que lo más sano era buscar un equilibrio.

-¿En qué momento se dieron cuenta que habían encontrado su sonido?

-Éramos tres hermanos y con los otros tres del grupo vivíamos en una zona de quintas, City Bell. A todos nos gustaba la música, mi mamá era pianista, y las cosas se fueron dando. Empezaron a fluir con mucha naturalidad las composiciones y teníamos un pensamiento muy similar todos de hacia a dónde ir. No sé si hay un punto de inflexión.

-La llegada a Buenos Aires, capaz.

-Sí, tal tal vez. La primera vez que tocamos en La Plata nos fueron a ver ocho personas, la segunda, 50 y la tercera había una cola de una cuadra. Ahí decidimos ir a Buenos Aires que es donde sucede todo. Llegamos y conseguimos un contrato para tocar en un lugar en San Telmo y pasó exactamente lo mismo: al tercer día ya estaba la revista Pelo que nos hizo una nota y las fotos para la tapa y estaban directivos de CBS, hoy Sony, que nos ofrecieron un contrato para grabar. Sí, quizás, ese fue un punto de inflexión en nuestra llegada a la Capital.

-A pesar de ese salto se mantuvieron en aquel concepto de Virus.

-Hemos sido siempre muy firmes con nuestras ideas y pensamientos y nunca -para bien o para mal nuestro- nos traicionamos. Siempre hubo cosas artísticas y un montón de asuntos, en los que no transábamos.

-Recrudece, de 1982 fue el disco que lo hizo populares y de ahí Virus estuvo en todos lados hasta que la muerte de Federico frena el crecimienro de la banda. Deben haber sido años intensos. ¿Cómo los recuerda?

-Ese fue el disco que arrancó la popularidad de Virus y empezamos a tocar sin parar por toda la Argentina, ya empezamos a cruzar a Chile. Y a los poco años, Locura fue el número uno en ventas en toda Latinoamérica. Al año siguiente grabamos Superficies de placer en dos meses en Brasil y teníamos programada y reservada una gira enorme por Estados Unidos, México. Y ahí se enferma Federico.

-Y hubo que empezar de nuevo.

-Fue una sensación muy dura porque es una enfermedad muy fea. Además, Federico se había convertido en un emblema como frontman, un tipo mágico en escena y con un carisma espectacular. Con mucho dolor, seguimos nuestro camino.

-¿Cómo fue para usted remplazarlo?

-Para mi era poner la cabeza en una guillotina pero mi idea no era ni parecerme a Federico, ni mucho menos, igualarlo. Siempre pensé que la obra de Virus merecía ser escuchada y a pesar de que me tuve que comer 40 millones de críticas, el objetivo se logró. Y cada vez que tocamos una canción, por más que la hayamos tocado millones de veces, siempre la disfrutamos como si fuera la primera vez.

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