Lo que se esconde detrás de "Basta de música", el nuevo disco de Martín Buscaglia

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Martín Buscaglia. Foto: Matías de León

ENTREVISTA

El cantautor charló con El País sobre "Basta de música", su primer disco solista de estudio en 10 años, y el que está más cerca de sus gustos y metas

"Un título de un disco funciona diferente al título de una canción o un poema. Tiene que tener un poderío de canción o poema en sí mismo, como si fuera un signo”, afirma Martín Buscaglia. “Pero la primera resolución del título es lo que cada uno quiera pensar. Eso lo creo a rajatabla: lo que pienses, está bien”.

Ahora, ¿cuántas lecturas se le puede dar al Basta de música que titula su nuevo álbum? ¿Por qué, a un grupo nuevo de canciones, o sea de músicas, ponerle un rótulo así? Buscaglia es un artista provocador, quizás sin quererlo: todavía hay una parte de la audiencia que no entiende la celebración de su obra, sus composiciones “simples”, una variedad de instrumentos que pasa por juguetes y alguna que otra rareza.

Hasta podría entenderse como provocador que el álbum que viene después de Experiencias musicales, a dúo con Antolín se llame, justo, Basta de música. Hay mucho de su esencia artística en el mapa que trazan los nombres de sus trabajos.

Atrás de Basta de música hay, entonces, una cantidad de opciones posibles. “La sobredosis de información que hay, a veces hace que llegues a pensar que es innecesario algo que se revela tan necesario como la música”, analiza Buscaglia. Y además, dice, vivimos en “tiempos post música, como nos enseña el trap: post canción, post armonía. Es más allá: ahora podés saber cantar y elegir cantar mal, para que funcione mejor el AutoTune y yo te genere algo nuevo”.

¿Otra alternativa es la de decirle basta a la solemnidad de la música, a una aparente grandilocuencia impuesta? “Eso siempre”, responde Buscaglia. “Si puedo elegir, voy a elegir que parezca todo lo más fácil posible, y casi te diría lo más superficial. Si puedo elegir la apariencia, voy a elegir siempre que parezca un niño corriendo o un pordiosero en la puerta de la iglesia, más que el Papa con su ropaje púrpura y su copa de vino caro. Recién estaba ojeando unas revistas viejas, brasileñas, que leía de adolescente; la tengo por una página en la que está Gilberto Gil, pero en otra nota, un periodista, hablando sobre Kiss, dice: a veces tanta seriedad cansa a la belleza. Lo leí recién y me pareció divino”.

—El disco tiene esa impronta de sencillez, de aparente sencillez. El niño Martín está más presente que nunca.

—Sí, o el pigmeo, el bosquimano. En ese sentido, también el título acompaña eso; si te fijás en las letras, aunque muchas son fuertes y ácidas, intento siempre hacer como si no pasara nada. “Chuza” dice un montón de cosas, pero te quedás con el “chuza” ese y el funky carioca. O “Leroy”, que te cuenta la historia de un tipo que estaba en la hoja y muere, pero es un calypso casi naif. Basta de música iba también con el vacío y con rellenar vos en tu mente lo que hace falta. No tengo que hacerlo ni más fácil ni más difícil que la manera en que veo el mundo e interactúo con él. Y con los sonidos también: de los discos que he hecho, es por lejos el que más se acerca a los discos que más me gustan. Pienso en grabaciones de campo de un antropólogo, o los de reggae bien destartalado que con tres elementos te crean un planeta nuevo. Eso intenté mantenerlo; de hecho, fracasé en una idea que tenía de atenerme a tener solo ocho pistas por canción. Hay temas en que lo logré; en otros no pude, pero el concepto estuvo.

Apariencias

Siempre será sencillo

“Yo intento que todo parezca simple y leve, y tengo que hacerme cargo de que mucha gente vea todo eso simple y leve, sin ver todo el lado power que yo creo que tiene”, explica Buscaglia. “Me pasa mucho de gente que me dice: ‘empecé a hacer canciones al escuchar las tuyas, porque me di cuenta que era fácil’. Ta, no, es un huevo”, sigue entre risas.

Basta de música tiene, más que nunca en la discografía del cantautor, esa doble apariencia. Las máximas disfrazadas en juegos de palabra de una concreción y una abstracción casi infantil, se refugian en construcciones musicales que tienen buena vibra, un poco de delirio y pulso bailable. Son canciones para sentirse bien, que esconden revelaciones.

Es su primer disco solista y de estudio en 10 años: entre Temporada de conejos y este estreno, estuvieron el en vivo Somos libres, El pimiento indomable a dúo con el español Kiko Veneno, y Experiencias musicales con el artista Antolín.

Buscaglia habla de “ritual”, de “invocación”, de “macumba”, de unas reglas a las que hay que sujetarse para hacer algo que parece puro instinto, para explicar así un proceso creativo que busca lo salvaje pero que implica mucha racionalidad.

Por ejemplo, siempre supo que Basta de música abriría con “Los instrumentos” y cerraría con “La comedia”: no sabe bien por qué, pero eso estuvo presente desde el minuto uno. A su manera, son dos canciones de amor hacia la música; quizás por eso están donde están.

“Para que tenga sustento, el disco tiene un montón de decisiones conceptuales, de pensamiento, de rima, de qué hablar y cómo hacerlo, de producción; y me puedo hacer cargo de todo eso”, explica en charla virtual. “Pero quizás, para que tenga un sostén lo otro, tengo que construir todo eso: la fluidez, la toma uno, que pueda entrar (el tema instrumental) ‘Mírenos bailar’, que lo que se escucha es el momento en que fue compuesto. Tengo que construir todo eso para que el disco parezca una selva”.

Y ahí está la gracia. Ahí está, dice, esa necesidad de “hacerte pasar a un salón enorme que parecía chiquito desde afuera —vení, pasá, esto es una casa común y corriente— y cuando entrás, estás en otra dimensión”.

EL DISCO

Un álbum sin más temas ni recursos que los necesarios

Basta de música se gestó el año pasado, lo produjo el propio Buscaglia y tiene entre los músicos involucrados a varios de los compañeros recurrentes del cantautor, aunque Matías Rada no aparece solo en guitarras sino que aporta teclados y Moog.

El propio Martín se aleja de la guitarra también, y se dedica mucho más a otros instrumentos con los que suele trabajar en su estudio pero no en el vivo. Así aparece por ejemplo “Dos patos”, una suerte de fábula a piano y voz, con aire beatlero.

Buscaglia cuenta que dejó cuatro temas ya grabados fuera del álbum, porque se dio cuenta que el sentido estaba completo con esas 11 piezas, entre las que resalta “Sencillo”, su coautoría con Julieta Rada e incluida en el último disco de la cantautora, Bosque (2019). “Hay canciones que te son importantes por diversos motivos”, dice Buscaglia, que incluyó “Sencillo” (reversionada y con cambios hasta en la letra) porque “me encanta cantarla, y no quería privarme de esa posibilidad”.

Basta de música tiene economía de recursos: hay mucho instrumento, sin sobrecarga. El disco está en plataformas y tiene una edición en vinilo (disponible en 33 Revoluciones y las redes del sello Montevideo Music Group, que luego lanzará CD).

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