Es el productor detrás de los artistas más populares de la música argentina y está desembarcando en Uruguay

Nico Cotton, el productor de lo nuevo de No Te Va Gustar y Emiliano Brancciari, habla de su formas de trabajo y qué aplica de su oficio en su vida

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Nico Cotton

Si todo se redujera a un concepto, a un oxímoron, la producción de Nico Cotton se podría definir por un brillo opaco, el sello autoral con el que toma melodías pop y logra bañarlas de una sensualidad que tiene, como esencia, una cuota de melancolía. De alguna forma, hay una gota sepia que salpica a Conociendo Rusia, Ca7riel, María Becerra, Manuel Turizo, Wos, Cazzu y, ahora, a Emiliano Brancciari y No Te Va Gustar.

¿Cuáles son los caminos del productor del momento? ¿Cómo opera el argentino que, en cinco años, logró acumular 13 nominaciones a los Latin Grammy y hacerse un lugar tanto en la tendencia de los ritmos urbanos como en la solidez del pop rock?

En charla con El País en medio de un viaje a Colombia y otro a Montevideo, Cotton dice que no sabe qué buscan los artistas que lo buscan a él. “Imagino que quizás es una opinión, porque el productor es eso; una opinión externa al proyecto, fresca. Y para mí es una responsabilidad supergrande, y es divertido hacerlo”, dice. Supone que algunos escucharon algo que los atrajo, que otros llegan por recomendación, que estarán los que se encuentran con algo totalmente inesperado. “Pero siempre la idea es llegar a buenos lugares”.

Y, para eso, los dos trabajos que, por primera vez, lo trajeron a trabajar en territorio nacional: uno con Emiliano Brancciari, EMI en su veta solista, y otro con No Te Va Gustar.

Con la banda, que a lo largo de 2024 celebra sus 30 años, acaba de estrenar “Me cansé”, un featuring con Zoe Gotusso, que recupera una tendencia reggae que está arraigada en el ADN grupal, mientras se habla de karma sobre arreglos de viento elegantes.

Con Brancciari, que toca mañana en Medio y Medio y el sábado es parte de los festejos por los 300 años de Montevideo, viene de lanzar “Imposible”, una pieza creciente a la que impulsa un bombo que suena a latido vital. Es, adelanta Cotton, el primero de cuatro temas que hicieron juntos.

“Yo creo que a Emi le gusta esa cosa de banda, de espíritu de comunidad”, dice mientras habla de su contacto con la energía uruguaya, del mate, de la pizza, del fainá. “Pero obviamente No Te Va Gustar viene tocando hace 30 años y se notaba que están bien ensamblados; quizás en el proyecto de EMI yo tuve más libertad”.

En esa soltura estuvo, por ejemplo, la búsqueda de una estética noventosa, los guiños sutiles a un sonido de fines de los ochenta que, al momento de esta charla, parecía motivarlo.

Cotton, sin embargo, evita que la conversación lo ubique en un rol protagónico. “Es que en realidad trato de correrme del ego de imponer mis ideas y que sea un diálogo, un diálogo artístico; en definitiva, es el artista el que sale en la tapa del álbum y el que va a tener que cantar la canción durante toda su carrera, mientras yo seguiré haciendo otros proyectos y pasaré de página. En algún momento yo también fui artista y sé lo que es que te agarren una canción, que la manipulen. Entonces trato de respetar mucho al artista”.

Después admite que, cada tanto, la inquietud de hacer un proyecto propio lo golpea con ganas, no por el éxito comercial sino por la extrema necesidad de libertad. Pero no hay tiempo: “Para hacer eso hay que parar la pelota, y yo no puedo parar”.

—¿Qué te enseñó el mundo de la producción que aplicás a la vida en general?

—Mucho. Aprovechar las oportunidades, ¿viste? Eso es clave. Cuando tenés una oportunidad, ahí tenés que dar lo mejor de vos, ser humilde, tener los pies sobre la tierra porque en esta industria es muy fácil creértela. Cuando te nominan a los Grammy decís: ¿qué onda, estoy entre los cinco mejores productores de Latinoamérica? Y no, no es así, obviamente que no es así. Esta profesión te golpea; quizás un día estás produciendo algo que está buenísimo, fluye y todo bien, y después estás con un artista al que no le gusta nada y lo sufrís, pero es así. Y es lindo: yo no me puedo quejar.

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