Estela y Alberto Magnone hablan de "En familia", un espectáculo que será homenaje y celebración musical

El domingo 1º de setiembre a las 20.30, los hermanos llegarán a la Sala Hugo Balzo para presentarse junto a numerosos invitados de la familia Magnone-Ibarburu. En la previa, dialogaron con El País.

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Estela y Alberto Magnone.
Foto: Leonardo Mainé.

"Desde los primeros tiempos de nuestra vida, la música fue una protagonista esencial”, desliza Alberto Magnone en medio de esta entrevista. Su hermana Estela asiente con una sonrisa. Sentados en la mesa de una confitería del Centro, ambos recuerdan y completan detalles de una historia atravesada por la música. “‘El Moldava’, de Bedrich Smetana, es el sonido de mi infancia”, cuenta Estela, una figura ineludible de la canción uruguaya. “Yo me acuerdo de escuchar al coro de mi padre en el living de casa”, añade Alberto, pianista y arreglador de unos cuantos discos históricos del repertorio nacional.

Es mediodía, y las mesas comienzan a llenarse. El murmullo de los comensales empieza a dificultar la conversación, pero Alberto y Estela están absortos en sus primeros recuerdos. “Me acuerdo de las grandes óperas del Sodre: cuando se necesitaba un gran coro, mi padre unía el suyo con el del Sodre, y nos llevaban a los ensayos”, relata Alberto. Se refiere a su padre, Dante Magnone Falleri, quien dirigió, entre otros, el Coro del club Juventus. “Íbamos a los ensayos, y recuerdo corretear por la sala”, suma Estela.

Juntos reconstruyen la presentación de La novia vendida, la ópera de Smetana que reunió a la Orquesta Sinfónica y al Cuerpo de Baile del Sodre con el Coro Juventus. Las funciones, aunque en el momento no lo recuerdan con precisión, se celebraron en abril de 1954 en el Teatro Solís. “Hasta hoy me acuerdo de haber ido al estreno y ver a nuestros padres vestidos acorde a la ópera”, añade Estela, refiriéndose también a su madre, que llevaba su mismo nombre y era pianista y cantante. Alberto tenía siete años y su hermana cinco.

Los recuerdos musicales en su infancia no terminan allí. Si se trata de episodios definitorios, hay uno aún más significativo que sucedió en esa época: la grabación de un disco familiar en el estudio Sondor. “Fue una idea de mi madre para hacerle un regalo de cumpleaños a mi padre; grababas y ya te ibas con el disco pronto”, cuenta la artista. “Todavía lo tenemos”.

Acompañados por su madre en el piano, Alberto, Estela y su hermano Daniel grabaron un puñado de canciones. “Estaba el ‘Cumpleaños feliz’, una zamba y una canción de cuna para nuestro hermano Javier, que era un bebé”, detalla Estela. Ese disco de vinilo, que roza los 70 años, no solo marca su primer ingreso al estudio que hoy conocen de memoria; en aquel inocente regalo de cumpleaños se fortalecen, a través de canciones, los lazos familiares que hoy se resignifican y motivan el concierto que ofrecerán este domingo a las 20.30 en la sala Hugo Balzo.

“Se fue dando sobre la marcha, pero la muerte de nuestros hermanos tuvo mucho que ver”, explica Alberto. “Daniel era músico y Javier también cantó en coros. O sea, que este es un homenaje familiar para recordarlos a través de la música, que siempre fue la forma en que nosotros transmitimos emociones, pensamientos y vivencias”. Estela completa la idea: “Es una forma de que estén presentes con nosotros”.

No es la primera vez que la cantante de “Andenes”, “Carbón y sal” y “Tras tus ojos” homenajea a su familia a través de canciones. En junio de 2022, apenas unas semanas de la muerte de Daniel, publicó “Llama”, una bellísima reversión de una co-composición con Eduardo Mateo que resultó ser la última grabación de quien fuera miembro de MonTRESvideo. Editada en Lazos —la puerta de entrada perfecta a la obra solista de Estela—, captura la intención de lo que será el concierto del domingo: en la canción también participan Mayra Hugo, esposa de Daniel y parte de Travesía, y el periodista y cantante Mateo Magnone (sobrino de Estela).

Esta dinámica es la que definirá a gran parte del espectáculo en la Sala Hugo Balzo. Numerosos integrantes de la familia Magnone-Ibarburu —incluyendo a los hermanos Martín y Nicolás Ibarburu— se mezclarán con invitados como Laura Canoura y Lolo Iribarne. “Van a ser tres generaciones las que se juntan”, cuenta Estela, entusiasmada. “Nosotros les vamos dando púa para que se metan en la música”.

Pero el concierto, apropiadamente llamado En familia (entradas en Tickantel por 700 pesos), será mucho más que un homenaje a Daniel y Javier. Es, como demostraron en aquel disco grabado en Sondor, una celebración de la música como la herramienta que mejor define a Estela y Alberto.

Es, incluso, una especie de regreso al formato de Cantando en familia, el concurso que Canal 4 emitió en los setenta y que los Magnone —que se presentaban como los Ibarburu— conquistaron en dos ocasiones. El grupo de veinteañeros incluía a Estela y a Daniel, y tuvo a Alberto encargado de los arreglos de una versión de “Príncipe azul”.

En el recital de la Sala Hugo Balzo, Estela y Alberto dedicarán un segmento a una etapa anterior a su llegada a la televisión. “Vamos a hacer ‘Desafinado’, de Tom Jobim, que hicimos en el club Juventus cuando teníamos 16 o 17 años. Estela cantaba y yo tocaba la guitarra, aunque el motivo del recital se me pierde un poco en la niebla del tiempo”, admite Alberto. “Estamos seguros de que fue en el local de Juventus porque me acuerdo hasta de dónde estaba colocado el escenario, pero no estoy segura de la excusa”, añade Estela. “Creo que era como una kermesse porque estaban juntando fondos para un viaje. Además de ‘Desafinado’, canté ‘Bésame mucho’”.

El repertorio incluirá otro clásico de la bossa-nova como “Chega de Saudade”, tendrá un segmento dedicado a Horacio Ferrer —con quien Alberto trabajó durante 15 años— y se nutrirá de composiciones de ambos hermanos. También interpretarán “La trampa”, una fusión de rock y tango, una joya del disco Bruma de abril (2007) de Estela. Todo se acompañará de anécdotas familiares e invitados; todo para que uno se sienta parte de un festejo en el living de los Magnone-Ibarburu.

“Curiosamente, este concierto va a terminar con una canción de cuna”, reflexiona Alberto con una sonrisa, quien no había reparado en que repetirá lo que sucedió hace 70 años con ese disco de Sondor. Es un círculo emocional que se completa.

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