Derrick Bryson Taylor y Ben Sisario, The New York Times
Llevaban crucifijos de perlas, guantes de encaje, faldas de tul y corsés esculpidos. Algunas se rizaron el pelo y se dibujaron lunares falsos, mientras otras vestían sencillas camisetas blancas con la letra M en la espalda. Atravesando generaciones, quienes llegaron al O2 Arena de Londres aprovecharon la noche del sábado para vestirse con su época favorita de Madonna, incluso si eso fue décadas antes de que ellos nacieran.
Madonna, de 65 años, está de gira por primera vez desde 2020 con su gira mundial Celebration Tour, un espectáculo teatral que toca más de 40 de sus éxitos cosechados en cuatro décadas. El espectáculo se estrenó en el O2, un estadio con capacidad para 20.000 personas, tres meses después de su fecha prevista.
En junio, Madonna fue hospitalizada poco antes del debut programado de la gira en Canadá. En ese momento, su manager dijo que tenía una “infección bacteriana grave” que provocó que la cantante permaneciera en una unidad de cuidados intensivos durante varios días.
Madonna juró que continuaría la gira, la primera dedicada a su catálogo completo de éxitos en lugar del lanzamiento de un álbum específico. En las últimas semanas, llenó su Instagram con imágenes tentadoras de los ensayos, mostrándola vestida con un corpiño de encaje negro, tirando pasos en el escenario.
Los fanáticos sortearon un retraso de 30 minutos antes de que Madonna llegara al escenario en Londres, abriendo con una mezcla de éxitos antes de reconocer los desafíos que la habían llevado a ese momento. “¿Cómo llegué tan lejos? Gracias a ustedes”, dijo. “Pero también me llevaré un poco del mérito”.
Estaba claro desde el principio que este concierto sería tanto un viaje a través de la carrera de Madonna como una auténtica fiesta de baile. Ubicadas en un elaborado escenario que sobresalía entre el público, varias pantallas retráctiles colgantes mostraban imágenes de la estrella. En la canción “Live To Tell”, se mostraron retratos impactantes de Freddie Mercury, Arthur Ashe y otros muertos a causa del SIDA.
Durante más de dos horas, con la ayuda de sus bailarines y algunos de sus seis hijos, Madonna repasó su catálogo de canciones, cantando varios éxitos como “Holiday”, “Like a Prayer”, “Hung Up”, “Ray of Light” y “Bad Girl”. Sus disfraces eran sexies, religiosos y futuristas.
Los 24 artistas en el escenario no incluían una banda en vivo: Stuart Price, director musical de la gira, le dijo a la BBC que “las grabaciones originales son nuestras estrellas”. El escenario, que abarca 400 metros cuadrados, fue diseñado para recordar los vecindarios de Manhattan, así como del pastel de bodas de la presentación de Madonna en los MTV Video Music Awards de 1984 de “Like a Virgin”.
Carla Nobre, de 38 años y de Nottingham, dijo que ver a Madonna en concierto estaba en su lista de deseos, pero que se había sentido decepcionada con la actuación. “Se habló demasiado”, dijo.
Jenni Purple, de 54 años, de la costa sur de Inglaterra, dijo que el concierto, que fue la primera vez que vio a Madonna en vivo, había sido “absolutamente increíble”. “Me encantaron todos los popurrís, me encantaron los disfraces, me encantaron todos los bailes”, dijo con una amplia sonrisa. “Todo fue simplemente alucinante”.
En el pasado, las giras de Madonna han sido eventos relacionados tanto con su música más reciente como con su ciclo de reinvenciones estilísticas. Pero Celebration es esencialmente el Eras Tour de la superestrella del pop y como Taylor Swift ha diseñado su último lanzamiento como un recorrido escénico a través de décadas de hits y estilos característicos, brindando a los fanáticos la oportunidad de revivir su carrera como una experiencia de etapas de la vida.
(Diecisiete de los trajes anteriores de Madonna fueron recreados para la gira, y algunos de los productos a la venta incluyen réplicas de giras anteriores)
Para Madonna, el Celebration Tour de 78 fechas -que podría llegar a Uruguay; aún no hay novedades de la visita a Sudamérica- es una oportunidad para afirmar su poder de estrella en un año en el que la música en vivo ha estado dominada por Swift y Beyoncé, mujeres que, como Madonna antes, han utilizado su talento y su profundo conocimiento de los medios para rehacer el estrellato pop a su propia imagen.
En julio, Beyoncé reconoció la deuda cuando Madonna, en una de sus primeras apariciones públicas después de su hospitalización, asistió a su gira mundial Renaissance en Nueva Jersey. “Un gran saludo a la reina”, gritó la cantante durante la interpretación del “Queens Remix” de su canción “Break My Soul”, que se mezcla con el éxito de Madonna de 1990, “Vogue”. Madonna le devolvió el homenaje tocando un poco del mismo remix.
El legado ha estado ahora en la mente de Madonna. El mes pasado, el comercial de Pepsi de 1989 que presentaba su canción “Like a Prayer”, antes de que fuera retirado en medio de la indignación por un video musical que presentaba un beso interracial y a la cantante bailando frente a cruces en llamas, finalmente se transmitió otra vez durante los premios MTV.
Madonna, quien recibió cinco millones de dólares por aquella publicidad (y se quedó con el dinero), dijo en las redes sociales: “Así comenzó mi ilustre carrera como artista negándose a comprometer mi integridad artística”. Y añadió: “Gracias Pepsi por finalmente darte cuenta de la genialidad de nuestra colaboración. Los artistas están aquí para alterar la paz”.
Mientras, en la vuelta del O2 flota la idea que confirmaría los rumores de que Celebration podría ser la última gira de Madonna.
Helen Dawson, de 47 años y que vio a Madonna por primera vez durante la gira Who's That Girl en 1987, dijo no aceptaría esa idea: “Nunca, ella no se rendirá. Esto es sólo una nueva celebración, una nueva era”.