ENTREVISTA
El viernes 16 de setiembre a las 20.00, la artista argentina se presentará junto a su banda en el Teatro Stella. Antes de su regreso a Montevideo, dialogó con El País.
Fabiana Cantilo es indomable y, encima, está ocupadísima. Entre la gira que la traerá de vuelta a Uruguay y el rodaje de su primera película, contesta por escrito y con intermediario las respuestas enviadas por El País. Y lo hace así, indomable: se saltea sin reparos alguna de las interrogantes, y en otras se desvía ampliamente del objetivo. Pero ofrece, siempre, mucha hondura y personalidad, dos rasgos característicos de una carrera que hoy nada en las aguas de la independencia, del rock, el pop y la raíz.
A tres años de haber lanzado Cuna de piedra y en medio de esta aventura cinematográfica, Cantilo regresará a Montevideo pero ahora, tras el tour que hizo en 2021 por territorio nacional, con banda eléctrica completa. Estará el viernes 16 de setiembre a las 20.00 en el Teatro Stella (Mercedes 1805), y quedan entradas a la venta en Redtickets.
En la previa, este diálogo virtual.
—El año pasado giraste por varias ciudades del Uruguay. ¿Qué experiencias recogiste de esa gira? ¿Qué impresiones o sensaciones te llevaste de otro reencuentro con el público de acá?
—¡Siii! El año pasado y aún en pandemia tuve la alegría de recorrer muchas ciudades del interior de Uruguay, lo hicimos en tres autos con mi staff. Fue maravilloso, la mayoría de esas ciudades no las conocía, era la primera vez que tocaba en vivo... El público uruguayo es muy cálido, siempre me han recibido con muchísimo amor. Me encantó eso de ir recorriendo por tierra casi todo el país.
—En tu última entrevista con El País, me dijiste que estabas “en esto” para “marcar una diferencia espiritual”. ¿De qué manera crees que tus canciones pueden hacer la diferencia?
—Es que va más allá de mis canciones. Creo que la diferencia espiritual hay que marcarla con cada acción diaria, con compromiso de “hacer servicio”, hacer el bien sin mirar a quién, respetar a la naturaleza, a los animales, respetarnos unos a los otros. En (las canciones) “Ángel del amor” y en “La batalla” doy algunas pistas de lo que hago y lo que pienso que podría marcar una diferencia espiritual.
—Tu último disco Cuna de piedra ya tiene tres años. ¿Qué trajo a tu camino artístico?
—Cuna de piedra es una suerte de introspección de mi misma, la infancia dura que tuve: los sonidos celtas tienen que ver con mi ascendencia escocesa y lo más importante que me trajo es la afinación en 432 (en vez de 440 que es la usual), la afinación del corazón, y así tocamos mis músicos y yo en todos mis shows... Afinados en 432. Cuna de piedra es el disco de mi despertar a la conciencia.
—Figuras como compositora, productora artística y ejecutiva y directora artística del disco. ¿En qué aspectos crees que ese control absoluto se nota más? ¿En qué notás más la distancia en relación a trabajos anteriores?
—El hecho de componer todos los temas (menos uno que el autor es un tío mío, “Vasquito”) y de haber asumido el rol de productora artística pienso que me hizo subir un escalón a nivel profesional y personal. Me involucré de lleno en todo. Recomiendo que lo escuchen en Spotify, porque como soy independiente y no tengo ya compañía discográfica es un disco que no ha tenido la difusión mediática que creo se merece... Pero también, gracias a que soy independiente, hago lo que quiero.
—El año pasado se cumplieron 30 años de Algo mejor y de la salida de algunos clásicos ineludibles de tu repertorio. ¿Te seguís reconociendo en ese disco?
—Algo mejor es un disco que ya forma parte de los “clásicos del rock argentino”. Hay fanáticos de ese disco... Es increíble. Actualmente estoy haciendo varios temas de ese disco en vivo y justamente en el tema “Algo mejor” toco la batería en vivo. Pero solo en los show que hago en trío, así que por ahora en Montevideo no podrán apreciar mis “dotes de baterista”, jaja, porque el show del 16 de septiembre en el Teatro Stella es con toda la banda: Cay Gutiérrez (teclados), Darío Casciaro (guitarras), Silvio Ottolini (bateria), Marisa Mere (guitarras y coros) y Andres Dulcet (bajo). Ya era hora de poder volver a Uruguay con toda mi banda, que sonamos muy grosso y es un show de otra envergadura.
—Ahora estás embarcada en tu propio proyecto cinematográfico. ¿Por qué necesitaste hacer una película y qué es para vos Lágrimas de fuego?
—Justo en estos días se está terminando la filmación de la peli. Es un sueño hecho realidad. Hace seis años empecé a escribir el guion, empezó como un juego y fue tomando forma. Un desafío, porque un par de amigos me decían que cómo la iba a hacer, que era algo muy complicado filmar y hacer una película en Argentina (¡y de verdad que lo es!), etc. Pero a mí no me digas que algo no se puede porque me obsesiono hasta lograrlo... Y acá estamos filmando con dirección de Gabriel Grieco y con muchos amigues como Gastón Pauls, Inés Estévez, Andrea Rincón, Viviana Saccone, Pipo Cipollati y muchos más.
—Una película te pone en escena desde un lugar distinto al que te pone la música. ¿Qué es, a esta altura de tu vida, el escenario? ¿Quién es Fabiana Cantilo cuando está ahí arriba?
—El escenario es sanador, mucho aprendizaje, mucha energía que uno brinda y que vuelve triplicada... Es eso, un ida y vuelta de energía. La música sana y salva, por eso hay que bailar y cantar todo lo más que uno pueda. Ese es el mejor remedio que existe. ¿Quién es hoy Fabiana Cantilo? Una mujer madura, resiliente... Tengo otra percepción de todo lo que pasa. No me la creo mucho, pero sé que soy un referente importante de mi generación, y solo puedo agradecer por tantos años de amor y poder seguir subiendo a escenarios.