Por Rodrigo Guerra
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Yahiro Tomohiro está sorprendido con la recepción que Dos Orientales, el dúo que lidera junto a Hugo Fattoruso, tiene en Uruguay. “En Japón todos están bien calladitos y al final hay mucho aplauso. Acá, desde el principio la gente grita el nombre de Hugo y hasta se paran a bailar. Hay mucha energía”, comenta a El País desde la casa de su colega. “Pero que eso suceda en Japón no quiere decir que estén pasando mal; la distancia, para la estética japonesa, es muy importante. Se siente en los partidos de fútbol y con los actores y los músicos. Estoy aprendiendo mucho de la energía de Uruguay para llevarla a Japón en nuestra próxima gira”.
Es el penúltimo martes de enero y los músicos están en un descanso de su gira número 15. Ya tienen cuatro discos publicados —tres en estudio, uno en vivo—, un documental y un montón de kilómetros recorridos. En estos años recorrieron Japón, Corea y Malasia, y ahora volvieron a Uruguay para actuar en ocho departamentos; hoy estarán en Medio y Medio. Sin embargo, este es apenas el puntapié inicial de un plan aún más ambicioso. “En setiembre vamos a hacer una gira muy larga por Japón”, adelanta, entusiasmado, el percusionista. “Vamos a andar desde el norte hasta el suroeste. Lo que pasa es que la gente quiere ver a Dos Orientales, sobre todo a Hugo”.
Mientras Tomohiro habla, Fattoruso se ausenta. Va hasta la cocina y vuelve con té japonés que ofrece en tazas que trajo de una de sus giras por el otro extremo del mundo. “Todos estos viajes e intercambios con Japón son impresionantes”, dice. “Imaginate lo que significan en la vida de un pianista de La Comercial”, asegura el artista cuyo hogar se tiñó de un montón de influencias asiáticaas. En su pequeña sala de ensayos resaltan dos pósteres: uno, con caricaturas del dúo, anuncia las fechas de su gira japonesa de 2014; el otro, con una fotografía de ambos, avisa de la del 2019. En el pasillo resalta un reconocimiento enviado desde Japón y en la puerta de su habitación hay varios pegotines coloridos que funcionan como souvenirs de sus viajes.
Fattoruso ya lleva tanto tiempo trabajando en el dúo que no es necesario hablar para que las cosas fluyan en el escenario. “Todo surge naturalmente y podemos tocar cuatro horas, o más. Es muy fácil elegir el repertorio, y a veces lo sorprendo porque, como nunca ensayamos, cuando viene Albana (Barrocas, percusionista) tocamos temas que él nunca tocó en la vida. Le decimos: ‘Seguinos acá, mirá que hay una parada’, y vamos”.
Para su colega, que habla español a la perfección, la sincronía roza lo inexplicable. “Con él me puedo expresar muy orgánicamente y me sale bien. Antes de tocar siempre hago mis arreglos, pero cuando salimos al escenario me sale una cosa totalmente distinta. ¿Cómo es esto?”, se pregunta.
“Es la magia que tiene el maestro”.
Lo suyo es un sueño cumplido. Es que Tomohiro sigue de cerca la obra del uruguayo desde su adolescencia, cuando se radicó en Palmas de Gran Canaria. Primero conoció a Los Shakers a través de los discos y casetes que le prestaban algunos turistas y músicos que venían de América del Sur. Más adelante llegaría la música de Opa a través del disco Goldenwings. “Me atacó. ¿Qué es esto? ¿Es el mismo músico?”, dice sobre la primera vez que escuchó el grupo formado por Hugo y Osvaldo Fattoruso y Ringo Thielmann.
En 1985 conoció al pianista durante su primera gira por Japón como parte de la banda de Djavan. Al año siguiente, en otra gira con el brasileño, se reencontraron Fatorusso y Tomohiro, quien incluso lo invitó a grabar en Malibu Dance (1986), uno de los discos de Spics, el proyecto de jazz fusión del cual el percusionista era parte. El material se encuentra fácilmente en YouTube e incluye canciones como “Aguaverde” y “Cadê Mingo?”, en las que destacan los geniales y tan reconocibles solos de Fattoruso y su sintetizador. “Años más tarde, Tomohiro empezó a buscarme para hacer algo juntos, pero tardó en encontrarme”, relata. “Tenía un papelito con el teléfono de mi prima, que vivía en Malvín, y ella le pasó mi contacto en Nueva York, que era donde estaba viviendo”.
“Me invitó a sumarme en una gira de cinco presentaciones con Pedro Aznar, Alex Acuña, Toninho Horta y Segi Takamasa. Faltando una semana para que empiece la gira, Alex Acuña dijo que no iba, así que tocamos como cuarteto”. La experiencia del cuarteto se repitió al año siguiente y fue ahí cuando Tomohiro le propuso formar un dúo. Fattoruso no dudó. “Es una gran satisfacción tocar con él”, celebra el uruguayo. “La unión musical y la amistad a través de todos estos años me genera mucha alegría”.
Además de su gira por Uruguay y Japón, tienen todavía más planes para 2023. Ya tienen varias canciones nuevas y van a grabar su show del martes 7 en la Sala Zitarrosa (entradas en Tickantel) para iniciar el proceso. “Y como vamos a estar en Japón, podemos aprovechar este momento para ir al estudio y grabar temas con piano de cola. Así tenemos diferentes sonidos”, agrega Tomohiro.
Además de la gira en Uruguay, el músico japonés tiene otro gran objetivo para esta visita: salir en las Llamadas. Lo hará junto a C1080 y se lo podrá ver desfilando por Isla de Flores junto al tambor chico que le construyó Fernando “Lobo” Núñez. “Va a ser una experiencia que voy a guardar durante toda mi vida”, adelanta. “Para mí es muy importante compartir con ellos y compartir esa energía. Aunque es un puesto muy exigente. Quiero aprovechar esta experiencia para tocar un poco mejor el chico y que armonice bien con todo”.
Cuando se le pregunta de dónde surge su interés por el candombe y la percusión de ritmos latinos, Tomohiro se ríe. “Mirá, yo soy japonés y genéticamente no tengo nada que ver con los ritmos africanos y latinos, pero adoro la música brasileña. Como viví en Palmas de Gran Canaria pude tocar instrumentos latinos, y aprendí de muchos músicos latinoamericanos. Pude ser profesional en Japón porque no había mucha competencia, aunque me sentí con una gran responsabilidad”, explica. “Y gracias a Hugo pude aprender todavía más”.
Los detalles de la gira de Dos Orientales
Hasta el domingo 12, Dos Orientales recorrerá siete ciudades. Hoy se presentará en Medio y Medio y mañana participará de un workshop en La Paloma. El sábado actuará en el restaurante L’Ostería, en Aiguá; y el domingo en el restaurante Salvador, de Cuchilla Alta. Más adelante, el martes 7 ofrecerá un concierto en la Sala Zitarrosa que contará con la apertura de la cantante Colomba Biasco. Luego, el sábado 11 tocará en el Teatro Uamá de Carmelo y el domingo 12 cerrará su gira en la Cervencería Bimba Brüder de Paysandú.