Hay algo mágico, seguro, en ver a dos de los más grandes compositores uruguayos juntos en un escenario. Y, como correspondía, el hechizo musical que, justamente, Fernando Cabrera y Hugo Fattoruso desplegaron el viernes a la noche fue recibido por un Teatro Solís de aforo colmado y saludado con una insistente y unánime ovación.
Fue la primera de dos noches —había una segunda función el sábado a la noche y también estaba agotado— en que colisionaron de la manera más bella los universos de Cabrera y Fattoruso, integrantes de dos generaciones de la música uruguaya pero con vasos comunicantes aunque no siempre tan evidentes.
El repertorio estuvo divivido en partes iguales por composiciones del cancionero de ambos. Así en el setlist están clásicos como "Alas blancas", "Desterrado", "La casa de al lado" y "El tiempo está después". Además hubo algunas sorpresas entre las que hay que ubicar "Llanto de mujer" de Baldío, la seguna banda de Cabrera o la hermosa "La caricia" del disco Neo del dúo de Fattoruso con Albana Barrocas. "Candombe en tres" del disco con Barrio Sur fue uno de los grandes momentos de una noche llena de esos.
Hubo, además una versión muy aplaudida de "Araca la cana", el tango lunfardo de Enrique Delfino y Mario Rada que popularizó Edmundo Rivero. Fue uno de esos momentos mágicos de la velada.
Como es habitual en ambos, las canciones fueron procesadas y reconstruidas para la ocasión, es decir para la sutil conjunción de piano, guitarra y voz, una tarea que también casi dividieron en partes iguales. Son dos cantantes peculiares y dos instrumentistas excepcionales aunque se hace notar más Fattoruso.
Con una austeridad que venía al caso, (a la izquierda, Fattoruro con un teclado, un piano de cola y su acordeón y Cabrera sentado a la derecha con un guitarra eléctrica, un escenario en penumbra, proyecciones abstractas al fondo), quedó claro que lo más importante ahí eran las canciones y los originales arreglos. No hablaron con el público ("no dijimos los nombres de las canciones", dijo Cabrera cerca del final, "vengan mañana") pero si intercambiaron gestos de aprobación y complicidad. En algunos momentos el silencio con el que recinto participaba del ritual, acentuaba la trascendencia de ese encuentro.
Fattoruso y Cabrera están de gira con este proyecto y todo indica que está siendo registrado para futuras ediciones. Ahí intentará reproducir un momento mágico, un hechizo como el que se vivió en el Solís. La unión hace la belleza.