Lindsay Zoladz, The New York Times
A pesar de la jovialidad sonriente de Dave Grohl, es fácil olvidar que su banda, Foo Fighters, era inicialmente un proyecto solista nacido del dolor. El exbaterista de Nirvana grabó el álbum debut homónimo de Foo Fighters en 1994 para llenar el silencio repentino e inquietante en los meses posteriores al suicidio de su compañero de banda Kurt Cobain. Sus canciones eran contundentes, y su sentido de la melodía parecía tan innato como su dominio del ritmo.
Grohl hizo una transición excepcionalmente elegante desde atrás del instrumento al centro del escenario, y durante las siguientes tres décadas, su carisma y su trabajo han ayudado a los Foo Fighters a sobrevivir mucho más allá del auge del rock alternativo de los años 90, y en un presente donde son una de los las últimas verdaderas grandes potencias del género.
Para este punto, la banda no solo ha sobrevivido a Nirvana: Grohl ha estado haciendo discos de Foo Fighters durante más tiempo que el que vivió Kurt Cobain.
Grohl finalmente expandió a los Foo a una banda adecuada, incorporando una formación central que incluía al explosivo y extasiado baterista Taylor Hawkins. Después de la muerte prematura de Hawkins, en marzo de 2022 a los 50 años y durante una gira por América Latina, muchos le rindieron homenaje al señalar lo excelente que tiene que ser un baterista para tocar en una banda con Grohl, sin hacer que los oyentes deseen que el propio Grohl esté sentado en el instrumento.
Pero Hawkins era así de bueno, y el vínculo palpablemente profundo que ambos compartían era una de las fuentes de energía más seguras que mantuvo a la banda tarareando todos estos años.
El grupo continúa, pero su primer álbum desde la muerte de Hawkins, But Here We Are, está obsesionado con su ausencia y el impacto que el músico tuvo en sus compañeros de banda. “Hay momentos en que necesito a alguien, hay momentos en que me siento como si no fuera nadie”, canta un solitario Grohl en “Under You”, la segunda canción.
En la catártica “Rescued”, lista para el estadio —la banda tiene fechas confirmadas en setiembre en Brasil y se habla de más shows en la región—, aúlla en rojo: “¿Esto está sucediendo ahora?”.
But Here We Are tiene una inmediatez e intensidad que va devuelta a la raíz y que faltaba en los últimos álbumes de Foo Fighters.
Aunque no es terriblemente sorprendente para un grupo que se acerca a su trigésimo año, por momentos, en la última década, los Foo parecían estar buscando trucos y conceptos generales para diferenciar un disco del siguiente: Medicine at Midnight (2021) fue una incursión en ritmos dance rock y funk inspirados en los 80; como pieza complementaria, también lanzaron una colección atrevida de versiones de Bee Gees. La composición de Sonic Highways (2014) fue un poco más fuerte, pero ese álbum aún se sentía demasiado unido a su concepto: grabar cada canción en una ciudad diferente y rendir homenaje a su historia musical, tal como se explora en la serie documental dirigida por Grohl del mismo nombre.
El trasfondo que mantiene unido a But Here We Are no es tanto una idea sino una emoción pura.
Las melodías de Grohl —que grabó las baterías del disco; para el vivo, acaban de incorporar a Josh Freese— son las más elevadas e icónicas en muchos años; su voz es apasionada y sincera. “Debes liberar lo que amas, o eso me temo, pero está más allá de mí”, canta en “Beyond Me”, una pista que trasciende su sensiblería inicial impulsada por el piano a medida que se convierte en un estribillo conmovedor y distorsionado.
La imponente canción principal superpone un intrincado trabajo de guitarra sobre una percusión que se desliza antes de que llegue un coro y barra todo en un maremoto de sonido. “Te di mi corazón”, grita Grohl, como si le rechinara los dientes al destino. “Pero aquí estamos”.
Como letrista, Grohl no es inmune a los clichés o patrones de rimas predecibles, y esa tendencia amenaza con hundir algunos de los temas más tranquilos y lentos del álbum. Aunque cuenta con encantadores coros de su hija de 17 años, Violet, el confuso “Show Me How” sucumbe a la previsibilidad mientras Grohl se pregunta rotundamente: “¿Dónde estás ahora?”.
But Here We Are es más vívido en el desgarrador cierre, “Rest”. En un murmullo ahogado, sobre una guitarra acústica apagada, Grohl se enfrenta a la imagen de su amigo en un velatorio, “tumbado con su ropa favorita”, y tiene que frustrar un impulso de intentar hacerlo reír. Grohl suena abatido, disminuido. Luego, de repente, pisa el pedal de distorsión y la canción florece con un ruido que hace temblar los huesos: es el elogio más apropiado para un músico que hizo un escándalo tan estridente como Hawkins.