Fue una de las bandas más atrevidas y señaladas del rock uruguayo, se desarmó y vuelve "en su mejor versión"

Astroboy se reencontró el año pasado para celebrar los 20 años de "Cinco estrellas", y ahora se presentará el 9 de agosto en La Trastienda. En la previa, Martín Rivero y Javier Vaz Martins dialogaron con El País.

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Astroboy en Magnolio Sala.
Foto: Difusión.

Fueron seis años vertiginosos. Entre 2002 y 2008, Astroboy lanzó un EP y dos discos, tocó en el Estadio Centenario como parte de la Fiesta de la X, se armó un circuito de shows en Argentina, forjó un repertorio con clásicos bilingües como “Mi reserva”, “El Gran Escape” y “Burbuja”, declaró que Montevideo le quedaba chica con Big For the City y se separó. Cada miembro del quinteto hizo su camino musical y se repartió por el mundo, hasta que un aniversario los volvió a unir. El año pasado se cumplieron dos décadas de la salida de Cinco estrellas, aquel EP iniciático donde la influencia de los Strokes, los Beatles y los Stooges se fusionaba con energía posadolescente y varios estribillos pegadizos, y el festejo inauguró un nuevo capítulo en su historia.

Lo que empezó en octubre con tres shows agotados en Magnolio Sala, continuó con la reedición en vinilo de Cinco estrellas, el estreno de “Magia” —su primera canción en 15 años— y el anuncio de un nuevo recital. La cita, esta vez, será en La Trastienda. El show se hará el viernes 9 de agosto, y las entradas se venden en Abitab, desde 1200 a 1500 pesos.

Según adelantan a El País el cantante Martín Rivero y el bajista Javier Vaz Martins, en el repertorio habrá espacio para canciones de todos sus discos, composiciones solistas de cada miembro llevadas al universo de Astroboy y nuevas canciones, en las que están trabajando y que estrenarán esa noche en La Trastienda y que podrían llegar a darle forma a un disco.

Eso sí, las prioridades cambiaron: ahora el disfrute le gana a la ambición. En ese sentido, la letra de “Magia” es una de declaración de principios de esta nueva época: “Puede ser que haya magia, / Puede ser quemar la casa, / Puede ser que todo vuelva a empezar, / (...) Tengo ganas de cantarte una vez más”.

Para Rivero y Vaz Martins, “Magia” fue un éxito. Y no se refieren a las reproducciones en plataformas. “Fue una canción Astroboy en la que participamos todos con nuestros arreglos de una manera recontra fluida. La grabamos para ver si eso que nos definió seguía existiendo y no queríamos ponernos presión, pero quedamos tan satisfechos que salió”, relata.

“Fue como una bolilla extra de este regreso”, suma Vaz Martins. “Además fue la primera vez que grabamos a distancia, y eso fue como un agregado más a la misión que teníamos de hacer la canción”, cuenta. Es que el baterista Pablo Fiallo vive en Italia, Leandro “Tuco” Boné en Argentina y Francisco “Paco” Risso en Colonia.

En la previa de su nuevo show, va un fragmento del diálogo entre Rivero y Vaz Martins con El País.

—Martín mencionó que “Magia” fue una “canción Astroboy”. ¿Qué elementos tiene que tener para que funcione con la banda?

Rivero: Hay un burbujeo musical que sucede con Astroboy: las guitarras se complementan con el bajo y la voz, y se genera una electricidad que funciona. No digo que no sea algo que suceda con nuestros proyectos por separado, pero creo que Astroboy tiene ese agregado que le da una energía peculiar. Es una efervescencia que tiene un empuje optimista y, al mismo tiempo, juega con el realismo cotidiano. Como la letra de “Fácil”, que dice: “Fácil, todo es más fácil de lo que parece”; son ese tipo de frases que forman parte del cotidiano popular. Nosotros no usamos un lenguaje muy elaborado, queremos llegar rápido con frases que conecten. Eso es Astroboy.

—Ahora que tuvieron que retomar su repertorio para llevarlo a los escenarios, ¿qué sensación les dejó el reencuentro con esas canciones?

Vaz Martins: Lo que me pasó antes de los primeros ensayos, y cada vez que ponía un disco de Astroboy, era sentir que era algo ajeno; me sorprendía cómo habíamos llegado a ese sonido. Más que nada con Automática y con Big For the City, más allá de que me sienta representado o no, sentí como un: “Pah, ¿esto lo hicimos nosotros?” (Se ríe).

Rivero: Uno vive muchas vidas adentro de una. Con Astroboy fueron cinco años en los que metimos muchas ideas, proyección y ambición al proyecto. También teníamos mucho impulso e ímpetu, entonces cuando lo ves a la distancia y te preguntás cómo llegaste a eso te das cuenta de que era porque estábamos las 24 horas del día pensando en la banda. Ahora está bueno porque, aunque somos las mismas personas, esta es casi otra banda; es más, podríamos perfectamente cambiarle el nombre (Se ríe). Es lo que tiene el paso del tiempo: te da otra perspectiva y te permite aportarle otras cosas a la música para enriquecerla. Más allá de eso, mirado a la distancia siento que es revalioso haber parado; creo que es mucho mejor que haber seguido porque podría haber terminado como un club de amigos que se juntan después del laburo.

Vaz Martins: La celebración del aniversario de Cinco estrellas estuvo bueno porque nos permitió disfrutar y nos dio las ganas de seguir, pero entendiendo que ahora no estamos a full como antes: tenemos familia, trabajo y un montón de cosas más. El escenario es distinto, pero las ganas y la convicción son el punto en común que nos une.

Rivero: Esto de ser otros y de abordar las canciones con otra perspectiva hace que el proyecto se vuelve más profundo y duradero en el tiempo. Juan Campodónico nos vio en Magnolio Sala y nos dijo que esta es la mejor versión de Astroboy, y yo creo que es así. Siento que es el momento de meterle al proyecto de acuerdo a la velocidad que queramos, más que estar apuntando a la ebullición de la audiencia.

—Es una forma, además, de reformular la búsqueda de Big For the City, su último disco, cuya misión principal era llevar a la banda al exterior.

Rivero: En su momento hicimos ese álbum todo en inglés porque nos gustaba pero también porque pensábamos que nos iba a permitir llegar a lugares que tal vez no podíamos alcanzar cantando en español. Eso incluía a España, porque capaz nos ganábamos un lugar por ser el bicho raro de Latinoamérica; fue así que llegamos a Argentina. En ese momento, el inglés era el lenguaje universal; hoy son las redes sociales y no importa tanto el idioma. Igual, dejamos de componer en inglés porque dejé de sentirlo así y porque entendí cómo hacerlo en español y cómo transmitir lo que quiero en nuestro idioma. Es más cómodo y más lindo, y cuando lográs una letra redonda en español se genera un efecto mucho más expansivo y directo. Es una forma de realizarse.

—Además de cantar en inglés, que era algo inusual en el rock uruguayo de esa época, ustedes siempre tuvieron un cuidado especial con la estética del grupo.

Vaz Martins: Sí, aunque en aquel momento era cuestionable: se lo veía como algo superficial o como una pose. Había un contradiscurso de lo estético...

—Porque el rock iba por otro lado...

Vaz Martins: Y si bien existían proyectos que eran puramente estéticos y que eran mainstream, como Kylie Minogue, y que podía ser señaladas por el dedo rockero por supuestamente no tener contenido. En el arte, la estética tiene un rol fundamental y es cero banal; no tiene nada que ver con ese discurso señalador y juzgador. En ese entonces eso era fundamental para lo que hacíamos, y por eso recibíamos a algunos palitos.

Rivero: En ese momento sufrimos muchas acusaciones de parte del rock, porque estaban los virtuosos y los que eran más pesados. Nosotros éramos una rara avis que estaba en el rock pero también era repop.

Vaz Martins: Era algo que también se veía en nuestro discurso, que era entre natural y ensayado. No era que estaba premeditado, pero sí se charlaba y estábamos todos en la misma.

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Astroboy.
Foto: Difusión.

Rivero: Además estábamos muy en sintonía con lo que pasaba en el mundo: no era que salieron los Strokes y a los 10 años llegó Astroboy; fue algo casi que paralelo. En aquel momento había menos apertura social y mental... Nos puteaban en el escenario por usar Oxford o por cómo teníamos el pelo. Y era raro porque estábamos en el 2000...

Vaz Martins: Hacían titulares como "La banda de los pelos raros" y "Los raros peinados nuevos". Era demasiado énfasis en el tema del pelo, y eso que era 2002...

Rivero: Uruguay tiene esa característica de que estamos siempre un poco más atrás de otras culturas más vertiginosas y que son más consumidoras de la cultura pop en general, como Estados Unidos y Europa.

—Tampoco se suele aceptar mucho el alterego o los personajes en las entrevistas apariciones fuera del escenario.

Vaz Martins: Claro. Como socios estéticos de esa época teníamos a Dani Umpi y a Max Capote, pero fue un movimiento que surgió de una forma no pautada...

Rivero: Y no importa si sabemos cantar o no, lo importante es que tenemos algo para expresar. A veces, si no estabas en el rock más pesado, vestido todo de negro y con el pelo largo, o no eras un virtuoso, no había tanta cabida. Creo que Astroboy fue uno de los grupos que ayudó a romper con eso, y antes de nosotros estuvo Sórdromo, que fue clave. Bueno, y en otro estilo también pasó con Peyote Asesino, que demostró que estando en sintonía con lo internacional se podía hacer algo de eso. Lo que pasa es que eran más pesados y tuvieron otra aceptación.

—¿De qué canciones del repertorio de Astroboy se sienten más orgullosos?

Vaz Martins: De varias de Automática, más que nada por cómo funciona la producción en general de Mariano "Manza" Esaín: el trabajo con los teclados, la cuestión Beach Boys en los coros. Es como el primer gran escalón que tuvimos en cuanto a sonido.

Rivero: Yo elijo a "Mi reserva", que fue como un quiebre para nosotros. Teníamos 19 años, y estábamos buscando ese estilo de composición con referencias de los Beatles, los Kinks y Blur mezclados con los vientos de No Te Va Gustar y La Vela Puerca. Y todo se unió de una forma renatural. También me gustan mucho los arreglos de "El Gran Escape" porque son muy dinámicos: pasan de una cosa más tranquila a esa explosión del estribillo. Ambas canciones son vistas como himnos por la gente que escucha a Astroboy, y las tienen tatuadas de veranos pasados y vidas anteriores. Para mí lo más lindo es eso: poder generar memorias auditivas.

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