ENTREVISTA
La bajista de la banda argentina dialogó con El País antes de la presentación del disco "Es así", que se celebrará este sábado en Sala del Museo
"Parece que uno dice siempre esto, pero la verdad es que no”, aclara Gabriela Martínez, la bajista de Las Pelotas, a El País. “Nos pone muy felices ir a tocar a Montevideo y reencontrarnos con la gente; siempre son shows hermosos con un público que me encanta. Espero que lo de este sábado sea así”. A las 21.00, el grupo argentino subirá al escenario de la Sala del Museo para presentar Es así, el disco que lanzaron una semana antes de la irrupción de la pandemia y que recién ahora, dos años y medio después, están presentando en vivo.
La última vez que pisaron la sala fue en julio de 2019, cuando ofrecieron un recital de entradas agotadas y el público solo conocía a “Dando vueltas”, el primer adelanto de Es así. “Fue una fiesta total”, recuerda. “Los shows de ese tipo se viven de una manera hermosa porque somos una banda que se retroalimenta de la energía de la gente, y cuando nos copamos entre todos se genera una energía maravillosa que se mueve todo el tiempo”.
Sin saberlo, aquella visita será la última antes de la llegada de la pandemia, que frustró los planes de la banda para el 2020. “El 6 de marzo publicamos Es así, y en abril íbamos a tocar en el Hipódromo de Palermo (Buenos Aires) el show más grande de nuestra carrera. Veníamos re embalados y de repente nos sacaron la bicicleta y quedamos pedaleando en el aire. Al igual que todo el mundo, se nos frenó el mundo de golpe y no sabíamos para dónde seguir”, relata.
La respuesta ante esa encrucijada estuvo, como pasó tantas veces en la historia de Las Pelotas, en la música. Todo empezó cuando la bajista propuso grabar una versión casera y a distancia de “Hasta que el sol”, uno de los capítulos más delicados y reflexivos de Es así. “Un poco de melancolía de la buena. Acá los acompañamos con música para que disfruten en casa”, decía la descripción del video que hoy acumula 260 mil reproducciones en YouTube.
Esa fue la semilla de Versiones desde casa, un disco en el que desnudan y reimaginan a ocho clásicos de su repertorio. Bajo ese filtro revitalizan éxitos como “Bombachitas rojas” y “Cuántas cosas”, en los que el cantante Germán Daffunchio deja salir su lado más íntimo y delicado. “Para nosotros fue una terapia de grupo importante y nos ayudó a sobrellevar esos meses de tanto encierro y aislamiento”, analiza Martínez.
Con ese trabajo regresaron a Montevideo en octubre del año pasado y ofrecieron un recital esencialmente acústico en el Teatro de Verano. Ahora que los recitales volvieron a ser lo que eran antes de la pandemia, los argentinos retomaron las canciones de Es así. Es una especie de revancha ante el tiempo robado. “Hace poco presentamos el disco entero en el Luna Park y la gente lo escuchó con un respeto increíble. Lo bueno de que hayan pasado dos años desde que lo publicamos es que el público ya lo conoce, porque a veces estamos tocando un disco nuevo y nos gritan: ‘Eh, tocate una vieja’”, dice, entre risas.
Cuando se le menciona que la letra que da nombre al disco adquirió un nuevo significado —“Las normas viejas no nos sirven más (...) ¿Cuántas caricias nos faltaron dar?”—, la bajista dispara una carcajada. “Totalmente. A veces le decimos a Germán que es medio brujo porque canta cosas y después suceden. Ya lo vivimos con un montón de temas, como ‘Capitán América’, donde hablaba de las torres cayendo; con Es así pasa lo mismo”.
—Y ya que hablamos de nuevos significados, ¿qué representa hoy la portada de Es así, esa que los muestra abrazados antes de salir a escena?
—El abrazo es algo que siempre hacemos antes de tocar. Es una forma de darnos buenas energías y entrar en la sintonía grupal, que es lo que hace a Las Pelotas algo diferente. Esa foto la sacó alguien en unos camarines y nos encantó; después la quisimos replicar en un estudio pero nunca nos salió. Además de que no somos actores, lo natural de ese abrazo no se podía repetir y es por eso que terminamos usando esa foto en la tapa. Capaz le falta un poco de luz, sí, pero era la que mejor representaba la energía de la que te estoy hablando. Antes de los shows siempre hacemos una entrada en calor cantando nuestras canciones con una guitarra, un shaker y una pandereta. Hacemos todas las canciones que después vamos a tocar, y a veces la gente nos mira de afuera y dice. ‘Estos están locos’ (se ríe). Pero eso es muy importante para porque entramos en la concentración del grupo y eso suma mucho.
—El año que viene se cumplen tres décadas desde que entraste a Las Pelotas. Siguiendo con la idea de ese abrazo tan natural y difícil de replicar, ¿qué tiene de especial la banda para que sigas apostando por ella?
—Las Pelotas es casi fundamental en mi vida. Te imaginás que estuve más de la mitad de mi vida tocando con el grupo y ya tengo un sentimiento de pertenencia muy fuerte. Es parte de mi identidad ser “La Pelotita”, como me dicen; es parte de mi esencia.
—En una entrevista para la revista Rolling Stone mencionaste que el rock fue un espacio que te “enseñó a plantarte”. ¿De qué manera te dio herramientas para encontrar tu voz?
—Es verdad, me acuerdo de esa nota de la Rolling. Ahí también dije que el rock me salvó de la mediocridad, y era verdad porque cuando yo entré a la banda vivíamos en una sociedad muy difícil. Imaginate que ser una mujer gay en una banda de rock me hacía enfrentarme a un montón de cosas complicadas, pero el rock también me salvó de eso. Me dio una impronta y una idea de cómo plantarme en la vida para que el mundo no me comiera, sino que fuera yo la que salía a comerse al mundo.