Entrevista
El uruguayo doble ganador del Grammy Latino se presenta esta noche en el Teatro Solís pero antes habló con El País
Es difícil no dejarse llevar por el entusiamo, si unos minutos antes de hablar con Gustavo Casenavese estuvo viendo el concierto que dio el 8 de octubre en el Americas Society de Nueva York. Allí este pianista y compositor uruguayo presenta una media docena de sus obras incluyendo su Concierto para piano y orquesta, que le encargó el Sodre y que la pandemia atrasó su estreno. La versión de piano solo es un tour de force frenético.
Seguramente esa pieza y algunas de las otras que incluyó en ese concierto (que está para ver en YouTube), integren la lista de interpretaciones que Casenave -quien tiene dos Grammy Latino, es vocero de los pianos Stenway, vive en Nueva York, gira por todo el mundo- presentará hoy desde las 20.30 en el Teatro Solís. Quedan pocas entradas en Tickantel.
El jueves, para celebrar su carrera, Casenave y su esposa, la artista plástica Victoria Barranguet, fueron declarados Ciudadanos Ilustres de Montevideo.
Sobre su música, su vida en Estados Unidos, el mejor pianista de tango de la historia y nada de los Grammy, Casenave charló con El País.
—Muchos de los títulos de sus composiciones utilizan palabras que son iguales en español y en inglés. ¿Esa dualidad lo define?
—Son esos dos mundos de estar allá, el español y el inglés, el norte y el sur. Así hay “Balance”, “Total”, “Universal” que allá se dicen de una manera y en español de otra pero significan lo mismo. Siempre es tratar de ser fiel a lo que realmente soy, así que en mi obra está todo mezclado porque mi vida es mezclada. Mi cometido es tratar de ser verdadero con mi música y eso lo encuentro en el jazz, en el tango, en la cosa criolla que hay en mi música. Eso nos lo trajo la ciudad de Nueva York, ahí fue donde crecimos con Vicky en los últimos 27 años.
—Y fue en Nueva York donde descubrió el tango, por ejemplo.
—Cien por ciento. En mi generación en Uruguay no estaba el tango, ni su cultura. Se metió en mi parte creativa, medio a la fuerza porque empecé a trabajar mucho y me metí en todos los shows de tango que había y sea tocando, dirigiendo y viajando por el mundo. Y aprendiendo el género, caí justo con los mejores músicos de tango y eso fue una escuela importante: toco con los músicos de Pugliese, Piazzolla. Tengo la suerte de estar con la elite del tango, la mejor escuela.
—¿Quién es el mejor pianista en la historia del tango?
—Horacio Salgán. No estuve muchas veces en Buenos Aires pero una vez quedé varado y fui a ver a Salgán, en la semana que dejaba de tocar. Incluso, charlé con él un poquito. Antes habían tocado Marconi con Ledesma, con quienes luego trabajaría pero entonces no los conocía. Pero cuando vi a Salgán con Ubaldo De Lio, me di cuenta de todo lo que me faltaba saber del tango.
—¿Y el mejor pianista de tango de la actualidad?
—Pablo Estigarribia. Admiro su forma de tocar.
—Está por salir de gira con Eddie Gomez y eso lo pone a un grado de separación de los más grandes del jazz. ¿Con qué otra leyenda de ese nivel trabajó?
—En mi disco y en mi cuarteto tengo a John Patitucci, quien con Eddie Gomez están a un nivel superior. Nunca me sentí intimidado pero siempre lo miro con mis respeto porque son mis héroes desde que soy chico. También toco con Mark Egan, el bajista de Pat Metheny y Sting.
—¿Cómo es su vínculo con su instrumento? ¿Está todo el tiempo tocando?
—Hoy, justo, estoy desesperado por tocar el piano pero no tengo una constancia de hacerlo todo el tiempo. Ahora es on demand por tantas cosas que hay que hacer además de tocar el instumento. Así que va por proyectos y si tengo una gira o un espectáculo, me concentro en eso. Lo que no tengo es límite: puedo estar horas tocando el piano. Pero siempre tengo que estar tocando porque es como un futbolista y el entrenamiento. Si dejo de tocar unos días ya lo siento en las manos.
—¿Y escucha música?
—Siempre que puedo. Por eso no me molesta lavar platos. Lo que más escucho es mi música y es como una forma de estudiarme a mi mismo, ver qué funciona y que no. Disfruto haciendo eso.
—¿Le pone nervioso tocar en Uruguay?
—La parte musical es como en todos lados y este momento es muy particular porque después de los Grammy es mucho más la publicidad, las notas que más en otros años. Y eso me deja menos tiempo e preparar el concierto. ¡Aún no pude visitar a mis papás! Pero nervioso no me pone, es una adrenalina que va por otro lado. El mejor momento e cuando salgo al escenario a tocar lo que se me cante. No veo la hora que llegue el concierto.