Entrevista
El argentino se presenta hoy en Sala del Museo para presentar "Libres", su nuevo disco y con banda nueva y fernandina y muchas ganas de hacer bailar a la gente
Con entradas agotadas y con banda nueva y fernandina, Gustavo Cordera se presenta hoy en Sala del Museo. Viene con nuevo proyecto, Libres, en el que el ex líder de Bersuit Vergabarat y dueño de un cancionero muy importante como solista, refleja algo de sus experiencias de vida en estos tiempos. Desde su casa en La Paloma, Cordera charló, vía Zoom, con El País sobre su nueva música y por qué el baile es un acto de resistencia.
—Su disco anterior se llamaba Entre las cuerdas y el de ahora se llama Libres. ¿Cómo consiguió salir de ese rincón en el que se lo veía muy golpeado en la tapa de aquel disco?
—Hacia adelante es el único el único camino posible frente a la adversidad. Hay que enfrentarla. No encuentro otra forma. El guerrero puede rendirse cuando considera que es propicio hacerlo, puede levantarse de vuelta y salir a luchar, o también, si la estrategia es conveniente, no ofrecer resistencia. Hay monstruos que para mantenerse en pie necesitan que vos pongas tus manos enfrente porque se caen para adelante. El futuro se precipita a gran velocidady este es un buen momento para no pelear.
—Pero, a juzgar por las cuatro canciones de su nuevo disco, sí es un buen momento para bailar...
—Es un momento donde el enemigo se desconcierta cuando te ve bailando, alegre, sano, que es, justamente, lo que más se se ataca. Frente a eso, un buen guerrero como estrategia tiene que darse cuenta que el enemigo ya no tiene poder. ¿Por qué? Porque se lo damos nosotros. Si yo reclamo la libertad es porque la libertad no me pertenece. Pero la libertad hoy es algo que se ejerce. Y el amor, también.
—¿Cómo se rastrean esos conceptos en toda su obra?
—Todos estos procesos los fui poniendo a lo largo de mi discografía desde que empecé. El primer disco de Bersuit Vergabarat se llamaba Libertinaje y era una concepción totalmente distinta de lo que era la libertad. En ese momento, la ingeniería social atacaba a las personas libres diciéndoles que hacían actos de libertinaje, o sea, una libertad no responsable. Hoy ese paradigma ha cambiado.
—El baile siempre estuvo en su música obviamente, pero en lo primero que escuchamos de Libres está muy presente...
—Fue un año y medio de encierro, de problemas para respirar, de falta de contacto, de cuerpos rígidos llenos de miedo, de articulaciones intoxicadas. En este tiempo hemos envejecido mucho. Y estamos como más rígidos. Entonces dije, ¿qué puedo aportarle yo desde la música al mundo en el que estamos viviendo? ¿Cuál es el acto más generoso que puedo dar en un momento como este?. Por eso quise hacer música para que la gente pueda bailar. Pero que no sea un baile idiota, que no sea simple entretenimiento sino que sea el baile del darse cuenta. Y aunque el darse cuenta es doloroso, también trae mucho alivio. Esto es lo que hacemos con este baile y con este canto.
—¿Cómo es Libres?
—Es un disco que está dividido en cuerpo, mente y alma. Son cuatro canciones para cada uno de esos capítulos. El primero fue el cuerpo y justo ahora que estamos hablando estoy con la guitarra y mi cuaderno preparando las cuatro canciones que van a venir ahora que son sobre la mente y no van a ser canciones para bailar, sino que serán un poco más escabrosas, más oscuras, más rockera.