Iván Noble con El País: "Casi todo lo que me pasó es mucho más de lo que imaginé y trato de agradecer"

El cantante argentino regresará a Montevideo con su show "Pianissimo", el 27 de abril en la Sala Zitarrosa. Antes de la fecha, charló con El País sobre su faceta de escritor, la nueva generación de la música argentina y cómo ve el camino andado.

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Iván Noble.
El argentino regresa a Uruguay tras cinco años sin hacer shows por acá.
Foto: Cortesía de la producción

"Como cuando salís de una fiesta que dura mucho tiempo, llegás a tu casa y querés sentarte en un sillón, descorchar un buen vino y bajar las luces”, dice Iván Noble para ejemplificar su necesidad de bajar el ritmo, tras una seguidilla de conciertos con los Caballeros de la Quema.

En 2023 el grupo conmemoró los 25 años de La paciencia de la Araña —disco que terminó de elevarlos a la fama con hits como “Avanti Morocha”— con una gira que incluyó un Luna Park porteño agotado.

Ahora, tras esta última temporada de hacer ruta y rockear arriba de los escenarios, el cantante argentino decidió revisitar algunas de sus canciones, pero a otro ritmo, para que el público las disfrute “en su mínima expresión”. De ahí nace Pianissimo, el espectáculo que lo trae de regreso a Montevideo. La cita será el 27 de abril en la Sala Zitarrosa y las entradas se consiguen en Tickantel.

“A esta altura de mi carrera y en mi vida, me quiero dar todos los gustos y este era uno que tenía pendiente”, cuenta en charla telefónica con El País.

“A mí me gustan las dos cosas por supuesto; los shows de rock, y agradezco por hacerlos todavía, pero también disfruto y conecto mucho cuando uno va al hueso de las canciones. Y me parece que para eso tiene que haber pocos instrumentos en juego”, explica.

La propuesta está basada en un término musical que indica la intensidad con que una pieza debe ser interpretada. En este caso, de manera suave. Para eso, hará un show a piano y voz en donde rescatará canciones que no interpreta hace mucho, “como quien encuentra una foto vieja y la pone de vuelta en un marquito en la biblioteca”, dice.

Será su regreso a Montevideo tras cinco años sin dejar sus canciones por aquí. Y considera, durante su carrera, haber cruzado el charco menos de lo que le gustaría. “Pero supongo que no es tarde. Y además poder tocar por primera vez en la Zitarrosa, que es una sala tan simbólica, para mí es una alegría y un honor. Ojalá que a partir de ahora no pase tanto tiempo”.

—En 2022 grabaste con Rusherking en una propuesta de cruces generacionales. ¿Como estuvo? ¿Consumís la música de esta nueva generación de cantantes argentinos?

—Fue una experiencia muy linda, nos la propusieron una señal de televisión y la verdad que lo disfruté. Fue un lindo momento, intercambiamos música y algunas miradas sobre las cosas. Yo podía ser su padre tranquilamente (se ríe). De hecho no era mi intención que “Avanti Morocha” fuera una de las dos canciones del mashup, pero él me insistió porque era una de las favoritas de su padre, así que no pude negarme y estuvo muy bien. Con las nuevas generaciones en términos musicales tengo una cercanía relativa. Tengo un hijo de 18 años que es el que me enseña. Algunos los disfruto y otros no, lo que pasa con cualquier generación. Creo que es un momento de mucha popularidad para muchísimos pibes y ojalá que la puedan manejar de la mejor manera.

Me pasa también que no quiero sobre actuar una cosa contemporánea, la verdad es que disfruto mucho más de Charly García y de Spinetta, pero es lógico que así sea, uno ha tenido una formación musical que ya tiene un anclaje emocional y es muy difícil que lo de ahora tenga esa potencia para uno.

—Has dicho que te gustaría, en un futuro, dedicarte más a las letras que a la música. ¿Estás trabajando en algo específico en ese sentido?

—Dentro de 10 años me encantaría ser un tipo que se dedica a la narrativa, a la ficción, más que a estar arriba de los escenarios. Me imagino de esa manera sí, lo que pasa es que para eso hay que tener una constancia y una disciplina que yo todavía no logro tener. Tengo algunas cosas escritas, algunas se han publicado. Lo último fue Como el cangrejo (Galerna, 2017), que terminó siendo una especie de bitácora de las giras con los Caballeros.

Lo que estoy haciendo ahora es tratar de terminar esto que no sé bien cómo calificarlo. Son memorias de la enfermedad de mi viejo y de su muerte, pero sobre todo de mi relación con él. Un tema remanido por supuesto en la literatura, pero que lo tenía cercano y quería volcarlo en el papel. Lo estoy terminando y si me saco de encima las últimas cobardías supongo que se publicará este año.

—El año pasado cumpliste tres décadas de carrera y también se cumplieron 25 años de La paciencia de la araña. ¿Cómo ves el camino andado?

—Ese oficio tiene una cosa muy linda que es la posibilidad de pelearle, o por lo menos hacer de cuenta que uno puede pelearle al olvido. La idea de que uno por ahí pasa por la vida medio en vano, para los que hacemos música a lo mejor tenemos el pequeño consuelo de que queda eso que algunos dicen que es la obra. Supongo que algunas canciones que yo escribí me van a sobrevivir y eso me alegra. Por otro lado, 30 años después de empezar a hacer canciones, de estar todavía en la ruta, de haber vivido todo este tiempo conociendo tipos que admiraba, compartiendo grabaciones y conciertos con gente que antes solo tenía en los pósters, vivir de lo que me gusta, es una bendición. Sobre todo seguir con ganas de inventar canciones. Después de todo eso, como dicen los españoles “me doy por bien pagado”. La verdad es que casi todo lo que me pasó es mucho más de lo que imaginé y trato de agradecer todo el tiempo.

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