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Ivonne Guzmán, de ser una Bandana a convertirse en reina cumbiera con La Delio Valdez y bailar para resistir

Nació en Colombia, vivió en Camerún y llega con La Delio Valdez al mismo escenario que pisó con Bandana y Ricardo Montaner. Ivonne Guzmán charló con El País de su presente, la orquesta de cumbia y su regreso a Uruguay.

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Ivonne Guzmán en vivo con La Delio Valdez.
Foto: Difusión

Al mismo suelo que pisó con Bandana cuando era una de las voces de uno de los mayores fenómenos pop que ha visto el Río de la Plata. Al mismo que recorrió, en segunda fila, como una corista de Ricardo Montaner. Ahí, al Velódromo, volverá en octubre Ivonne Guzmán: a un punto de Montevideo que la vio cambiar de forma y que ahora la recibirá como una monarca cumbiera con La Delio Valdez.

Preguntarse cómo llega una cooperativa de cumbia a cantar en un estadio y en las grandes plazas de la región es intentar resumir una historia de 15 años de independencia y convicción, que Guzmán apoya en pilares como la disciplina, la música y la magia. Preguntarse cómo una niña colombiana pasa de surfear la ola de una bestia juvenil y pop a ponerle voz al repertorio tropical que hoy hace bailar a multitudes es pretender condensar una vida, una búsqueda y, sobre todo, un amor.

De todo eso que cabe entre la chica de 16 años que un día quedó en el casting del programa Popstars y esta mujer de 39, madre, apenas una porción de una cooperativa artística y humana, Ivonne Guzmán dice que hay algo que no se mancha, que permanece pulcro y puro.

“Esa Ivoncita está ahí. El corazoncito de uno es el niñe, el palmito que tenés que cuidar. Y yo soy todo eso, sumado a mucha más experiencia, mucha más confianza, porque esa es la verdad de quién sos: aceptar eso, protegerlo, tratar de que se exprese en su máxima expresión. Siento que tengo que trabajar mucho en mis emociones y la conexión conmigo misma y, siendo madre, eso significa muchísima profundización. Lo agradezco, por más de que ha sido recontramildifícil y que por momentos quiero tirarme por la ventana”, dice a El País y revienta en una carcajada. Después se recompone: “A fin de cuentas es la vida: así, a esta edad, con esta experiencia, con estos años recorridos, podés. Hacete cargo”.

El 5 de octubre, La Delio Valdez se presentará en el Velódromo en El Sitio, la carpa que albergará varios shows desde julio en adelante y cuya capacidad rondará las 5.000 personas (entradas en la web Entraste, a $ 1.500). Es el siguiente paso tras haber llenado el Teatro de Verano y varias veces la Sala del Museo. Sus visitas son cada vez más frecuentes y en abril estuvieron, casi al cierre de la primera jornada, en el Cosquín Rock.

“Ir a Uruguay siempre es festejar de la felicidad. Lo que más me gusta es su gente, son tan amorosos y con mucha paciencia, mucha entrega también al presente", dice Ivonne, "y eso es hermoso e inspirador”.

La misma gira de 15 años que traerá a LDV al Velódromo los llevará, en noviembre, al Estadio Ferro, que será la primera cancha del conjunto y la vuelta de Guzmán al escenario en que hace más de 20 años se estrenó como profesional. Atrás de este ascenso progresivo de la orquesta, que tiene la raíz en la cumbia colombiana y lleva la energía de la celebración —de una celebración de vida, de comunión, de resistencia—, la cantante identifica algunas columnas vertebrales.

“Pienso en la dedicación que le hemos metido a armar el sistema laboral, y también en la magia de que 16 personas tengan la pasión por un objetivo y tiren para adelante. Pienso en esto de enfocarnos desde lo humano, más que desde hacer plata o ser famosos: tener un grupo humano que se ocupe de su gente, generar una estructura que nos sostenga a nivel emocional y laboral, que nos dé un sueldo mensual que hace que nuestras mentes estén tranquilas. Y eso requiere de mucho trabajo e investigación, y de mucho estar, equivocarse, caerse, volver a levantarse”, dice. “Y está la música, además. Ese es el pilar que más hay que cuidar”.

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La formación completa de La Delio Valdez.
Foto: Caro Pedace

Guzmán llegó a La Delio en 2015. Hasta ese momento, su hoja de ruta empezaba en Bogotá en 1984, seguía por Camerún, donde vivió cinco años; llegaba a Salta, Argentina, a sus 15, y luego pasaba a Buenos Aires. Desde ahí se desarrolló el derrotero musical que la tuvo entre 2001 y 2004 en Bandana y, luego, como parte del grupo hip hop Actitud María Marta, corista de Montaner y como una solista con temas propios.

Un día, la orquesta nacida en 2009 la convocó a grabar “Amargo y dulce”, tema que ella había grabado cuando tenía 13 años; no pudo decir que no, aunque hasta entonces La Delio le era un universo desconocido. Cuando llegó a Argentina, su encuentro con la cumbia fue con Ráfaga, Los Palmeras, cosas así, y la sensación había sido la misma que había tenido con todos los grupos colombianos que sonaron en su casa: “Esa sensación de: estoy en una fiesta, estoy compartiendo con mi gente”.

Ahora, desarrollada como una cantante profesional de cumbia, dice que los años y el oficio la encuentran confiada de su instrumento, su esencia, lo que tiene para decir. Es la misma confianza que deposita en la orquesta como una trinchera, y la misma que le entrega al baile como una herramienta de cambio, de conexión, de ayuda. "Este momento siento que es peor que la pandemia", dice sobre la Argentina actual, "pero nos apoyamos más que nunca en el concepto de comunidad, en el concepto de que juntes se sale, y seguimos echando el mismo humo. O sea, no nos rendimos: vamos a seguir, vamos a darlo todo”.

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